Por radio, televisión y cuanto espacio de expresión encuentran, Alberto Fernández y Mauricio Macri no se dan respiro. Ambos están protagonizando el tramo final de la campaña electoral cuando ninguno es candidato. Lo hacen como máximos exponentes de dos proyectos de país que ellos mismos definen como completamente distintos y para quienes la autocrítica no es una cualidad de hallazgo rápido o sencillo.
Para las filas del macrismo, la verdadera adversaria es Cristina Kirchner, la dueña del mayor caudal de votos del Frente de Todos y quien “puso” al Presidente. Pero, hasta el jueves en Tecnópolis, lo que impera en la vicepresidenta es el silencio. El vocero y armador visible del oficialismo es Fernández.
Ayer el Presidente encabezó desde el Centro Cultural “C” una comunicación virtual con candidatos a diputados y senadores del Frente de Todos de las 24 jurisdicciones. Estuvo con Sergio Massa y Máximo Kirchner. Los tres llamaron a contrastar, punto por punto, con el macrismo hasta el arranque de la veda.
En la otra vereda, Macri. Apoyado por una parte importante de Juntos por el Cambio. Y mirado de reojo por otros, la mayoría radicales, para quienes resta poniéndose en el frente de la contienda electoral. En una entrevista con TN, el exmandatario afirmó que nada que venga de su sucesor es creíble, porque “ha destruido el valor de la palabra presidencial y se ha concluido que (al frente) hay un mentiroso serial”.
Macri descartó que su gestión haya generado consecuencias económicas similares a las de una pandemia y aseguró: “Ojalá hubiese yo tenido en 2015 la herencia que Fernández tuvo en 2019. El kirchnerismo se había gastado hasta los depósitos en dólares de la gente”. Y agregó que “no había energía, el país estaba en default y había un agujero fiscal que dejó Cristina”. En ese sentido, dijo que “por suerte” se armó el debate que contrasta sus políticas económicas con las del kirchnerismo, dado que “la gente empezó a darse cuenta” cómo es la realidad.
También desmintió haber insinuado que el Frente de Todos debería dejar el gobierno si no mejora sus políticas. Aclaró que cuando habló de una salida, lo hacía mirando al 2023 y por imperio del voto. Fernández y sus funcionarios siguen convencidos que Macri tiene espíritu desestabilizador. “Recibí mal la declaración de Macri de que si perdemos nos tenemos que ir. Está en su esencia de la valoración de la democracia”.
Macri sigue firme en que no dijo eso. Y por eso señaló: “No tienen autoridad moral para hablar de eso. Desde el día uno de mi gobierno intentaron afectar la gobernabilidad, empezando porque la ex Presidente no me dio los atributos”. En esa línea, el ex mandatario descartó que pueda haber un acuerdo político con el oficialismo. “¿Sentarse en una mesa con personas que liberan delincuentes y expulsan a los argentinos? No hay punto de contacto con esta versión salvaje del peronismo”, dijo.
Tampoco del otro lado están pensando en una convocatoria. Fernández lamentó ayer que por la pandemia muchos argentinos se pudieran haber olvidado que el país había sido antes “devastado” por el macrismo.
Para el Presidente, el macrismo no termina en Macri. Por ello, ya advirtió los riesgos de que Horacio Rodríguez Larreta –al que el año pasado consideraba su amigo- pueda generar desde ahora una propuesta que lo lleve a competir por la Presidencia en 2023.
“En la ciudad de Buenos Aires el auxilio a las empresas y comercios fue nulo comparado con lo que hicimos desde el Gobierno nacional”, dijo Fernández en radio El Destape. Y señaló que con Macri, Rodríguez Larreta y Juntos por el Cambio, existen “dos miradas absolutamente distintas del país”.
Según Fernández, él y Macri representan los dos “países que están en pugna” y cuyos representantes para el Congreso se elegirán el domingo. “El resto es todo ficción, porque lo que dicen no tiene nada que ver con lo que hacen cuando llegan al Gobierno”, postuló el Presidente.
Solo un punto de coincidencia hubo en las últimas declaraciones de ambos. Se les consultó cuál es la prioridad hoy en la Argentina: “Generar empleo privado”, respondieron al unísono. Las diferencias están en el camino que la gestión pública debe construir para propiciar un escenario acorde a ese objetivo.