Argentina se está abriendo al mundo. Durante décadas, nuestro país mostró recelo hacia el intercambio y todo aquello que provenía del exterior. Por ello, nos aislamos, nos blindamos y miramos al resto de las naciones con desprecio y desconfianza. Con la frase “vivir con lo nuestro” dañamos nuestra autoestima, nos hundimos en nuestras debilidades y sobre todo privamos al resto de los países de todo lo bueno que los argentinos tenemos para ofrecer.
El dicho “Pinta tu aldea y pintarás el mundo” resuena fuerte en este contexto y nos exige una respuesta dinámica y creativa. Tenemos que mirar al futuro con optimismo y sin complejos. En nuestra provincia, y específicamente en Godoy Cruz, estamos encarando este desafío con optimismo. La economía local se está abriendo a nuevas inversiones, dispuesta a participar activamente en esta nueva lógica. Este cambio implica un desafío contundente: ser competitivos en un entorno donde la diferencia no solo es apreciada, sino necesaria.
La competitividad está basada en la capacidad de integrar rápidamente la tecnología a la cadena de valor. No se trata solo de adaptarse, sino de especializarnos en aquello que mejor sabemos hacer.
En este sentido, Godoy Cruz tienen un potencial único para ofrecer al mundo. Nuestra esencia, cultura y valores son nuestro primer gran aporte. La gastronomía, con eventos emblemáticos como el Festival del Lomo y la Fiesta Provincial de la Cerveza, son un magnífico ejemplo de cómo nuestra tradición culinaria puede atraer tanto a locales como a visitantes.
Asimismo, la oferta cultural a través de espectáculos teatrales y musicales refleja nuestra riqueza y diversidad, posicionando a nuestra provincia como un destino atractivo en el contexto global.
Además, hay otra característica que nos define: la creatividad. Los godoycruceños somos trabajadores comprometidos, capaces de enfrentar nuevos desafíos con seriedad. En este escenario, el papel del municipio es fundamental.
Es sabido que la economía se basa en incentivos, y desde la administración se pueden implementar las políticas adecuadas que estimulen a jóvenes a emprender, a las empresas a crecer y a brindar un terreno fértil para sembrar oportunidades. Estos incentivos pueden ser cruciales para fomentar la innovación y el desarrollo de soluciones que resuelvan problemáticas globales. Nuestras escuelas, talleres de oficios, incubadoras y nuestro Parque Tecnológico son una muestra tangible de ello.
La noción de aldea global, que ha cobrado fuerza en la era digital, implica que la proximidad física no es un requisito para conectar, compartir experiencias y acceder a información. Las redes sociales han revolucionado la forma en que comunicamos ideas y expresamos experiencias. A través de estas plataformas, no solo compartimos vivencias locales, sino que también tenemos la capacidad de influir y generar un impacto significativo en otras personas.
Así, al “pintar” nuestra aldea con los colores de la creatividad y la innovación, no solo enriquecemos nuestro entorno, sino que también contribuimos a una narrativa global donde cada rincón del mundo tiene algo valioso que ofrecer.
Al integrar estos elementos, estamos en camino de no solo adquirir una economía competitiva, sino de crear un legado perdurable que beneficie tanto a las generaciones presentes como a las futuras.