Los números redondos nos suelen provocar el deseo de balances o celebraciones especiales, y los 40 años de la Gesta de Malvinas no son una excepción.
En mi provincia, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, se prepara con un compromiso y entusiasmo mayor al habitual la conmemoración de este 2 de abril, después de dos años en los que la pandemia nos privó de compartir los homenajes a nuestros caídos y veteranos.
Y no me refiero a los actos protocolares, sino a las vigilias en los monumentos a los caídos en la Guerra de Malvinas, que reúnen a los veteranos, a sus familiares, a vecinos y vecinas, en suma, al pueblo autoconvocado que cada aniversario se une en un abrazo colectivo a reflexionar y compartir vivencias con los sobrevivientes, a recordar a los caídos y rendirles tributo.
En definitiva, a “Pensar Malvinas”, que sintetiza a mi entender, el sentimiento y la convicción cuando hablamos de la Causa y la Cuestión Malvinas, ambas inescindibles para los fueguinos y las fueguinas.
Hay quienes entienden a la Cuestión Malvinas como las negociaciones diplomáticas, y la Causa Malvinas como lo relacionado con el sentir nacional. El hecho es que quien nos visita puede advertir que las Islas Malvinas están en la agenda diaria de los fueguinos, porque son parte de nuestra provincia, aunque se encuentren usurpadas por una potencia extranjera; porque Ushuaia es la capital de las Islas Malvinas, porque Río Grande es la ciudad más cercana a las islas y la Capital Nacional de la Vigilia por Malvinas, por la inclaudicable acción malvinizadora de los centros de VGM.
Entonces, resulta oportuno en este aniversario, hacer memoria sobre el devenir de la Causa y la Cuestión Malvinas antes 1982.
A lo largo de la historia desde aquel 3 de enero de 1833, fecha de inicio de la usurpación, diversos gobiernos con más o menos énfasis, incluyeron a Malvinas en su agenda política. Y en ese sentido, es válido reivindicar las acciones del Presidente Juan D. Perón, quien durante sus mandatos constitucionales, las tuvo siempre presentes en su pensamiento y políticas de estado.
En 1946, el Congreso plantea que el Ejecutivo reclame ante el Consejo de Seguridad de la ONU la devolución de las Islas.
En 1948, durante la Conferencia de Bogotá, la delegación argentina encabezada por el Canciller Bramuglia, manifiesta que mientras existan regiones sujetas a régimen colonial en nuestro continente, la emancipación americana no estaría completa.
En 1954, en la Conferencia de Caracas, se reafirmaron los derechos argentinos sobre Malvinas y la necesidad de que los pueblos se pronuncien contra el sistema colonial residual en el continente.
El golpe cívico-militar de 1955, significó un retroceso en relación a Malvinas, hasta el año 1964. Durante la presidencia de Arturo Illia, su ministro de Relaciones Exteriores, pronuncia ante la Asamblea General de las Naciones Unidas un discurso conocido como el “Alegato Ruda”, en defensa de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, hecho histórico, fundamental en el reclamo permanente e irrenunciable por parte de la República Argentina, que dio origen a la Resolución 2065 de la ONU (16/12/1965), de gran valor para nuestro país: fue la primera vez que la comunidad internacional reconoció a la “Cuestión de las Islas Malvinas” como una de las formas de colonialismo a la que debe ponerse fin, e insta a estas dos únicas partes a encontrar una solución pacífica, mediante el diálogo a través de negociaciones bilaterales en el seno del Comité de Descolonización de este organismo.
La cuestión Malvinas fue sostenida por la militancia peronista de la Resistencia, siendo su más clara expresión el Operativo Cóndor, ejecutado por miembros de la juventud peronista del MNA, que en 1966 ocuparon las Islas Malvinas al mando de Dardo Cabo.
En 1984, se conoció tras la desclasificación de documentos secretos británicos, la existencia de una propuesta de Perón para comprar las Islas Malvinas al Reino Unido, realizada a través del presidente del Senado, almirante Teisaire, al Subsecretario de Relaciones Exteriores, Lord Reading, durante la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra, en junio de 1953. La oferta fue rechazada por temor a cuestionamientos al gobierno de Churchill.
Finalizada la proscripción del peronismo en 1973, las Malvinas vuelven a estar presentes en el discurso de asunción del presidente Cámpora y en la declaración de Perón en Setiembre de 1973, en su Mensaje a la IV Conferencia de Países No Alineados de Argelia.
En ese lapso, la Argentina avanzó en el intercambio con los isleños, con asistencia en vuelos a través de LADE (Líneas Aéreas del Estado), en materiales e insumos, entre otros.
En 1974 hubo avances diplomáticos sobre la idea de un condominio argentino británico sobre Malvinas. El 8 de mayo el embajador británico James Hutton se entrevistó con nuestro Canciller Vignes y comunicó la propuesta de acordar un condominio de 25 años sobre las islas como paso previo al reconocimiento de la soberanía argentina. «Aceptemos. Si ponemos un pie sobre las islas, no nos sacan más», fue la reflexión que Perón le hizo a Vignes, en presencia del ex embajador Carlos Ortiz de Rozas, confiando que, al finalizar dicho periodo nuestra bandera flamearía en las islas.
La muerte de Perón el 1º de julio dejó atrás esta idea y Gran Bretaña, decidió desandar la propuesta y avanzar en la consolidación de sus propios intereses, hacia la explotación unilateral de los recursos australes, situación que sostiene en la actualidad.
Sin duda la Guerra de Malvinas, es de los más dolorosos episodios de nuestra historia reciente, pero no el único que nos ha enfrentado a las pretensiones colonialistas y usurpadoras de Gran Bretaña.
Por eso, es vital el “Pensar Malvinas” en toda su integralidad, para sostener una decisión política constante de reafirmación de nuestros derechos soberanos sobre Malvinas, que se correspondan con ideas y pensamientos estratégicos como los de Perón, o Illia, y también con los sentimientos, con los que honramos cada 2 de abril, la sangre derramada de nuestros héroes malvineros.