Este martes falleció el exjuez federal Otilio Roque Romano, de 79 años, quien había sido sentenciado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad. El exmagistrado padecía de un edema pulmonar, enfermedad por la que fue hospitalizado pero falleció en su vivienda.
La noticia fue confirmada por fuentes de Tribunales provinciales y también por Tribunales Federales. El magistrado, si bien estaba preso, cumplía detención domiciliaria desde el 2016.
Romano fue considerado partícipe primario de diversos delitos de lesa humanidad cometidos antes y después de la dictadura militar, que comenzó el 24 de marzo de 1976 y terminó el 10 de diciembre de 1983, con la asunción de Raúl Alfonsín como presidente luego de elecciones.
Para la Justicia Romano prestó una colaboración “esencial y necesaria” al no investigar las denuncias por desapariciones, secuestros y delitos que se realizaron por aquellos años por parte de la dictadura.
Fue a fines de 2011 cuando el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de la Nación decidió por unanimidad la remoción de Romano por mal desempeño de sus funciones y posible -en ese momento- comisión de delitos.
Tras esa decisión del Consejo de la Magistratura, Romano huyó a Chile -donde había solicitado sin éxito asilo político- y finalmente fue detenido por la Interpol en 2012 y lo extraditaron en agosto de 2013.
Desde ese año estuvo preso en la cárcel de San Felipe. Su abogado, Ariel Civit, solicitó en tres oportunidades su detención domiciliaria: en setiembre de 2014, en febrero del 2016 y también en junio de ese año. Los dos primeros pedidos no prosperaron pero el último logró la aprobación.
Romano fue condenado el 26 de julio del 2017 a una pena de prisión perpetua por no haber investigado decenas de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar (1976-1983) en la provincia de Mendoza. Junto con Romano, los exjueces Guillermo Max Petra Recabarren, Luis Miret y Rolando Carrizo recibieron aquel día la pena máxima que prevé la legislación penal argentina.
En tanto, el 13 de febrero del 2020 se confirmó por segunda vez la prisión perpetua.
Romano, además del edema pulmonar que le ocasionó la muerte, sufría de una enfermedad en la médula ósea que le provocaba un aumento anormal de los glóbulos rojos en la sangre (polictemia vera). También era diabético insulinodependiente y tenía problemas en la próstata.