Pensar en la derrota de Cristina en lugar del triunfo de Juntos por el Cambio puede parecer improcedente y extemporáneo. Pero Cristina derrotada puede multiplicar su poder de daño a todo el país y es necesario estar muy atentos a sus próximos pasos que, acorralada, seguramente serán perjudiciales para los habitantes. Por eso mi advertencia. Quedan dos meses para las elecciones definitivas del 14 de noviembre, tiempo que en nada cambiará el rumbo destructivo del gobierno de Alberto o más precisamente de Cristina. Este domingo se derrumbaron sus intenciones de perpetuarse en el poder y lograr su impunidad total mediante una Justicia federal adicta. Ella piensa que no perdió sino que fue Alberto y para ello lo eligió como Presidente. Entonces deberá lucubrar una estrategia para que en estos meses hasta el 10 de diciembre logre sus objetivos de impunidad a costa de cualquier acción, lícita o ilícita, que es lo único que le interesa.
Uno de los peligros de la derrota es que obligue a Alberto a renunciar en cuyo caso asumiría de inmediato la Presidencia de la Nación. Como esto es lo que corresponde según el Orden Constitucional, la oposición quedaría impedida para bloquear este procedimiento sucesorio. Entonces con un Congreso favorable trataría por todos los medios de sancionar las leyes que necesita antes del 10 de diciembre de 2021, fecha en la que deben hacerse cargo los nuevos legisladores que ya no podrían modificar los propósitos perversos de Cristina. En ese lapso intentará que los jueces la eximan de todos los procesos pendientes y en virtud del principio “in dubio pro reo” este hecho jurídico consumado no podría modificarse. Las absoluciones y sobreseimientos quedarían firmes por ser “cosa juzgada”. Salvo que se intentaran procesos de nulidad por “cosa juzgada írrita”, lo cual es difícil y lleva mucho tiempo.
Podría también movilizar sus huestes fanáticas, en especial La Cámpora dirigida por Máximo, para impedir que la oposición desarrolle a pleno su labor. Se avocaría también a preparar a sus electores, que siguen siendo muchos, para lograr su permanencia en el gobierno a partir de 2023. ¿Que no es posible? Es lo que ha hecho con éxito en todos estos años, con tal astucia que ni los procesos penales con plenas o semiplenas pruebas, más la errónea “doctrina Pichetto” que ha impedido su detención, no han sido obstáculo para llegar a la Vicepresidencia en 2019. Tampoco Nisman pudo presentar las pruebas que tenía contra Cristina en el Congreso y que no pudo por su “oportuna” muerte, por suicidio ¿u homicidio?
Si advirtiera que el éxito de las PASO 2021 se confirma y Juntos por el Cambio aumenta sus votos en noviembre acrecentando su derrota en 2023, gobernaría de tal manera que al nuevo gobierno le resulte muy difícil o imposible revertir la degradación del estado del país “made in” Cristina entre 2021 y 2023. ¿Imposible? Nada lo es en la mente perversa de Cristina y su relato que lo transforma en realidad rápidamente, logrando lo que solo ella puede hacer con tanta precisión. Perversidad según el Diccionario de la Lengua es “suma maldad”, que es lo que ella ha demostrado en estos últimos 14 años, con los procesamientos por administración fraudulenta, jefatura de asociación ilícita, enriquecimiento ilícito por cientos de millones de dólares, traición a la Patria, etc. No debe olvidarse que la derrota en 2023 puede significar la desaparición del kirchnerismo o su transformación en partido minoritario, un peso que Cristina con su soberbia no podría soportar.
Para evitar estos y otros peligros inminentes, Juntos por el Cambio debe prepararse desde ya para lo peor. Debe tener muy claro que la unificación de fuerzas en un solo partido es fundamental para derrotar a Cristina. Debe definir a sus candidatos desde ahora y analizar y exponer sus futuros planes de gobierno de tal modo que el electorado tenga seguridad de su voto en 2021 y 2023.
Debe analizar cuidadosamente la derrota de Macri en 2019. No puede incurrir en sus mismos errores, que sirvieron para entregarle el gobierno a Cristina en bandeja de oro. Y sobre todo debe estudiar profundamente la situación del país en la actualidad. Se conocen los números de pobreza, indigencia, inflación, inseguridad, jubilaciones paupérrimas, desfasaje entre los sueldos de los políticos y los privados, insuficiencia de sueldos de médicos y docentes, descuido de la salud, obras sociales inalcanzables para muchos, sistema educativo en crisis en todos sus niveles, justicia politizada y corrupta en varios casos, ausencia de fuerzas armadas, etc.
Todo esta problemática hay que analizarla y proponer soluciones adecuadas de inmediato porque estamos en emergencia severa y el pueblo no puede esperar.
Pero uno de los temas más preocupantes es el grado de crecimiento que ha tenido el gasto público, el déficit fiscal y la emisión monetaria, con el aumento de la inflación a tal punto que con un 50% estamos detrás de Venezuela y en paridad con otros países africanos, los más pobres del mundo. La base monetaria en 2021 alcanza la increíble suma de casi 3 billones, y Alberto necesita emitir y endeudarse por 520.000 millones más para bancar el déficit fiscal y afrontar los gastos que no puede cubrir con impuestos ni ingreso de dólares por el cerramiento de la economía y ausencia de comercio internacional, errores propios de la ideología cristinista.
Desarticular este montaje requiere sabias decisiones en materia económica y política sin que se dañe a la población, en especial, la más castigada por su pauperización. La tarea es enorme y Juntos por el Cambio debe acometerla sin tiempo y sin pausa. Porque fracasar nuevamente es impensable e imposible.
*El autor es Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales