Lautaro Jiménez es senador provincial del Frente de Izquierda y de los Trabajadores. Ahora, a sus 36 años, busca ir al Congreso nacional, a una banca del Senado. Jiménez es docente y en abril del año que viene se le acaba el mandato; dice que no tiene problemas en volver a su cargo de maestro de grado: “ser docente es mi vocación. Voy a estar muy contento donde tenga que estar”, dice.
Una de las propuestas más fuertes que tiene su espacio es la reducción de la jornada laboral a seis horas, como estrategia para bajar la desocupación. Jiménez defiende la idea, pero también habla de política: busca golpear sus principales competidores en la lucha por el tercer lugar en el podio electoral: el Partido Verde.
-¿Es viable reducir la jornada la laboral?
-La propuesta es para las 12 mil empresas más grandes de la Argentina, que tiene facturaciones anuales que superan los 1.000 millones de pesos. Hay gente que tiene sobreocupación, se trabaja 12, 13 o 14 horas. La Argentina es uno de los países de Latinoamérica dónde más horas se trabajan y se reducen costos por esa vía y por otro lado suben los ocupados demandantes que quieren conseguir un segundo empleo y el flagelo de la desocupación.
-Van a contramano de lo que están diciendo la mayoría de las fuerzas…
-Los partidos tradicionales que quieren instalar el fantasma de la reforma laboral, creando el mito de que cuantos menos derechos tengan los trabajadores, si sacamos la indemnización, si pasamos a un convenio UOCRA, la desocupación va a ser menor. Cuando se miran los números es al revés: lo que bajó este año fue el trabajo en negro, no el trabajo en blanco, en Mendoza mientras el blanco cayó 1,6% en los primeros tres meses de este año, el otro se redujo 4,6%. El convenio Uocra, gran parte de la catástrofe del empleo en 2020 fue la caída en la construcción, justamente porque se paralizó el sector porque no tenía incentivo para que eso no fuera así…
-La construcción estuvo parada porque la detuvo la cuarentena…
-En realidad paró la obra pública. En Mendoza la cuarentena fueron dos o tres meses y las actividades empezaron a abrir. Fue una decisión consciente del Gobierno de no avanzar con la obra pública…
-Bueno, porque había que direccionar los recursos hacia el combate de la pandemia. La obra pública siempre es la variable de ajuste…
-Esa decisión hizo que la caída del empleo en la construcción fuera 20%, que es lo que promueven como modelo laboral. La reforma laboral de (Jair) Bolsonaro destruyó en pocos meses siete millones de puestos de trabajo. Para nosotros, avanzar en la reforma laboral va a crear mayor vulneración de los trabajadores, como ya pasó en el menemismo, con la ley Banelco. En los países en los que se está avanzando en la reducción de la jornada la laboral, ya están pensando en acortar la semana, porque tiene que ver con la incorporación de tecnología que influye en la productividad.
-¿Más allá de que la actividad económica es baja en Argentina, en la desocupación no influye también la formación? Chicos que no terminan el secundario están condenados a los trabajos que nadie quiere y de baja calidad…
-Si. Es muy heterogéneo y hay una fragmentación muy grande en la clase trabajadora, también en los niveles de capacitación. También hay sectores que están sobrecalificados, hay gente con título que está haciendo trabajos que no requieren el nivel que tienen. Por otro lado, en los sectores vinculados a la economía del conocimiento, se está creando un régimen muy peligroso que me recuerda al boom de los call centers, con una variación de los precios en dólares son sectores que migran a otros países, como se fueron los call centers a Perú o Colombia. Mucha gente se está capacitando para eso y el nivel de certidumbre que da ingresar a esas empresas es muy bajo. Son empleos que a veces duran año o año y medio. ¿Se está desarrollando un sector de empleo o se aprovecha una ventaja comparativa coyuntural?
-Usted apunta a un sector más específico, que requiere formación terciaria o universitaria. Yo hablo de capacitación en otros sectores, en los que antiguamente alcanzaba con la secundaria, como los viejos peritos mercantiles o los técnicos, que garantizaban el acceso laboral y parece que ahora no responde…
-Yo he sido preceptor en una escuela técnica. ¿Dónde está el trabajo de inversión del Estado para esos técnicos? Es nula. Incluso se deja caer infraestructura que ha tenidos costos millonarios para el Estado, como la del trolebus, por una cuestión especulativa se pasó al Mendotran y hoy quedan tres troles circulando y prefieren mandar a un funcionario para ver si pueden conseguir algo en China y no ponen a las escuelas técnicas, a la Universidad Tecnológica Nacional a recuperar esa infraestructura y para tener un sistema más eficiente y más barato.
-¿Cómo enfrentarán la elección?
-El oficialismo nacional y provincial sacaron menos votos que en la elección anterior y pasarían a tener más representantes en la Legislatura, por la falta de participación, el voto en blanco y la dispersión del voto en el resto de las fuerzas. No les interesa conseguir más votos, porque van a tener más parlamentarios. Eso la gente no lo sabe y vamos a tratar de clarificar en la campaña.
En la primera sección electoral necesitaríamos juntar 7.500 votos más y podría entrar un compañero, un obrero de la madera de Las Heras, Edgardo Videla. Pero si no se logra entender cómo está organizado el sistema electoral, lo que la gente cree que es un voto castigo cuando en realidad le está dando más poder a los dos espacios mayoritarios.
-¿Por qué fue tan magro el resultado de las terceras fuerzas?
-Es difícil sostener la construcción de una fuerza política en el tiempo. En la PASO incluso sumamos 20 mil votos más que en 2019, en la primera sección electoral quedamos terceros y el FIT está logrando tener un desarrollo nacional. Es importante sostener una tercera fuerza en el tiempo, porque sino estamos condenados a que aparezcan espacios que sean efímeros, como lo que pasó con José Luis Ramón, y hoy sus ex socios alquilan un sello; (Mario) Vadillo y (Marcelo) Romano, pueden presentarse como algo nuevo, pero al fin y al cabo son Ramones; suman a (Ricardo, ex intendente UCR) Mansur para conseguir un voto en Rivadavia, o a (Andrea) Blandini que es parte del bloque de senadores del Frente de Todos, en la cámara está sentada al lado del Lucas Ilardo, no se sienta con Romano, pero es candidata del Partido Verde. Son franquicias electorales que se montan, los que tienen más prestigio ponen la cara, pero los que van a entrar son gente del PJ o del radicalismo. Nosotros estamos optando por un camino más difícil, no buscamos atajos, pero es un camino en el que se puede confiar y se pudo sostener durante diez años.
-El Partido Obrero eran sus socios originales. Ahora se sumó el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST).
-Con el tiempo, se ha logrado, sumar a todas las expresiones de izquierda que tenían una representación electotal en Mendoza. Fue un proceso…
-Ese proceso tuvo momentos de tensión…
-Lo bueno es que el Frente de Izquierda pueda tener esa capacidad de sostenerse, cuando hay acuerdo y cuando no lo hay, con mecanismos democráticos. Cuando fuimos a las PASO en 2015, vino Jorge Altamira muy enojado, parecía que era el fin del FIT y no fue el fin. Hemos logrado ir juntos. Ahora el MST se suma, fuimos a las PASO y sobrevivimos. Lo importante es que la gente que vota a la izquierda sabe a quién está votando y que siempre estamos del mismo lado.
-¿Son una fuerza urbana?
-Esa siempre fue esa la característica del FIT. Pero ha empezado a cambiar. En 2017 hicimos una elección histórica en Lavalle y entró una concejal. Este año en el cuarto distrito, el FIT, pasó el umbral de 3%, que antes no lo pasábamos. Los pasamos en todos los distritos electorales.
-Uno de los comentarios de café dice que ustedes son el “Doctor No”. Todo rechazo.
(Piensa) -Me sorprende para bien que la gente hable de nosotros. Por el tipo de opinión tiene que ver con que van a los cafés a rosquear...
-Hay algunos que creen que es bueno que ustedes sean los terceros…
-Han tratado de tentarnos muchas veces, nos consideran irreductibles. No votamos en contra todos los proyectos de ley, algunas de las que se tratan son progresivas que apoyamos y no trascienden tanto. Pero para votar un endeudamiento en dólares, un presupuesto de ajuste, acomodar amigos en la Corte, se han encontrado con un no rotundo. Una de las noches más oscuras de Mendoza, cuando se quisieron llevar puesta a la 7722, los únicos que votamos en contra fuimos nosotros.
-¿Fueron los únicos?
-Hubo legisladores aislados que votaron en contra, pero sus partidos no. Incluso los de Protectora que dicen que votaron en contra; tienen dos que votaron en contra, el resto de los que entraron con ellos a la Legislatura, (Héctor) Bonarrico, (Eduardo) Martínez Guerra y (Daniel) Galdeano votaron a favor. Armar esas bolsas de gatos electorales tienen su precio.
-Se le acaba el mandato en abril. Qué va a ser?
-Si no soy electo senador nacional, volveré a la escuela. Ser docente es mi vocación. Voy a estar muy contento donde tenga que estar.
-Tiene fe en quitarle la banca a Anabel Fernández Sagasti.
-No es cuestión de fe, ni de pronosticar un proceso electoral que es muy difícil. Es muy volátil el escenario político. Lo importante no es trabajar para el pronóstico, sino para construir una fuerza, sea cual sea el resultado, la gente que entre tenga convicciones. Nosotros somos la única voz independiente en la Legislatura.
Perfil del candidato
Lautaro Jiménez tiene 36 años.
Es docente, egresado del Normal Superior Tomás Godoy Cruz (2008).
Su militancia la inició cuando en el nivel secundario, que cursó en la Escuela de Bellas Artes. Fue parte del centro de estudiantes. Luego como docente y preceptor, militó en la lista marrón del SUTE, una de las que actualmente conduce el gremio docente.
Hizo varios trabajos. Arrancó como canillita, trabajó en una fábrica de helados y en una fábrica de muebles.
En 2009 empezó a dar clases como maestro de primaria.
Fue diputado provincial (2016-2018).
Asumió como senador provincial en abril de 2018. Su mandato termina en abril del año que viene.