La primera etapa de la obra de la autopista Mendoza-San Juan que encaró hace dos años el Gobierno nacional luce prácticamente abandonada. En ese trazado de 17 kilómetros entre el aeropuerto El Plumerillo y la entrada a Lavalle sólo de vez en cuando algún obrero aparece en el trayecto, pero la realidad es que la obra avanza a un paso muy lento. Los trabajadores sostienen que el declive comenzó el año pasado. Vialidad Nacional convalida esto y pone como argumento el proceso inflacionario.
Pasando el aeropuerto, se pueden contar con los dedos de una mano los obreros. Según pudo observar Los Andes en un recorrido por la zona, las pocas veces que son vistos, están trabajando en solitario, en algunas ocasiones acompañados de una máquina. La obra, a siete años de que comenzara el proceso licitatorio, está muy lejos de encontrarse encaminada a su terminación.
Esto último es afirmado hasta por los mismos trabajadores, quienes aseguraron a Los Andes que no hay “ninguna parte” que esté terminada al 100%. Comentan que, en general, el problema que se encuentran es que la obra comenzó sin tener los permisos necesarios para llevar a cabo el trabajo. Es por eso que, diariamente, los jefes de obra tienen que lidiar con los reclamos que realizan los vecinos porque la pavimentación de la autopista, en muchos lugares, colisiona con los derechos de propiedad de quienes viven en las cercanías de lo que es la Ruta 40.
En casi la totalidad de la obra ni siquiera hay cemento todavía. Los mismos obreros y encargados pronostican que la obra finalizará recién para mediados o finales de 2025. Recordemos que esta obra comenzó en 2021.
Eso sí, ya fue escenario actos políticos. En 2022, con la visita del ministro de obras públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, el peronismo realizó un evento en la zona de la obra. Participaron la senadora Anabel Fernández Sagasti, el intendente de Lavalle Roberto Righi y Mario Isgró, ministro de infraestructura de Mendoza).
Desde Vialidad Nacional admitieron que la obra que pretende ampliar la Ruta 40 y transformarla en una autopista avanza a ritmo muy lento.
Guillermo, Amstutz titular de la Regional Cuyo de Vialidad Nacional, contó a Los Andes que hay muchos problemas para continuarla: reclamo de vecinos, permisos que no conceden estos últimos y problemas inflacionarios relativos a la situación del país.
Amstutz sostuvo que la obra no está parada pero sí reconoció que ha decrecido considerablemente el ritmo de trabajo.
A simple vista se puede confirmar el ritmo lento de los trabajos. Las máquinas en funcionamiento son muy pocas, y una sola trabaja en largos tramos, a cargo de ella en general hay un solo obrero. Para encontrar otro trabajador hay que recorrer kilómetros. Algo que repiten quienes trabajan allí es que “en todas partes falta algo”.
De acuerdo a lo que comentaron algunos obreros, unas 60 personas son empleadas de forma directa, mientras que hay poco más de 100 trabajadores indirectos, como puede ser el transportista que lleva el cemento. Dicen que el recorte de obreros comenzó el año pasado, cuando se inició la espiral inflacionaria.
“A diario”, además, hay tratativas con los vecinos por problemas diversos, como los derribos de construcciones, corte de árboles o reducción de calles.
Muchos se acordaron de la demorada doble vía a San Juan cuando el presidente electo de La Libertad Avanza, Javier Milei, comunicó que la obra pública se va a paralizar por completo y su continuidad dependerá de los empresarios. Según datos del Gobierno Nacional, el 95% de las obras son ejecutadas por empresas privadas, aunque su financiamiento, en algunas ocasiones, proviene del Estado y otro tanto de organismos internacionales de crédito como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Con respecto al financiamiento y los dichos del libertario de que “no hay plata”, Amstutz dijo a este diario que “el dinero está o se puede conseguir”. Y señaló que Argentina tiene un Fondo Nacional de Vialidad, que es de donde salen actualmente los fondos para las obras, compuesto, en gran medida, por un impuesto interno de 6 centavos por litro de nafta, un porcentaje del precio de los aceites lubricantes, y un impuesto de 10 centavos a los demás combustibles que no sean nafta, entre otros aportes. Este Fondo destina el 60% de su recaudación a los caminos nacionales y el resto se utiliza para conservación de caminos.
También recordó el titular de la Regional Cuyo de Vialidad Nacional que este gobierno recibió del anterior “un montón de obras paralizadas”, entre ellas la de la ruta 40, y que gracias a una decisión del Estado se pudieron reanudar.
Este diario intentó sin éxito que también diera su opinión Fernando Porreta, cuya empresa, CEOSA, forma con Chediack la UTE que tiene a cargo la obra.