El edificio de la Legislatura provincial comenzó a construirse en 1889 y fue inaugurado en 1909 con la apertura de sesiones ordinarias. En 111 años de vida, con muchas personas que pasaron por sus pasillos, tiene historias de sobra para contar. Una de ellas es la de la Campana del Llamado al Orden, que data del 1923 y que volverá a ser protagonista cuando el Senado así lo decida.
Estuvo escondida dentro del edificio, rescatada en la democracia y hoy está cerca de volver a las sesiones con la intención de emitir sonido y llamar a silencio cuando el presidente del Senado así lo decida. El vicegobernador Mario Abed se deslumbró al verla y no dudó en pedirle a personal del Senado, con idoneidad en el tema, que la dejaran “impecable” porque quería volver a tenerla sobre su atril.
Aseguran que el mango es de oro y el resto del cuerpo de la campana es de plata o platino, mide cerca de 15 centímetros y ha pasado por distintos gobiernos. Incluso se pensaba que había sido robada durante la última dictadura. En la Cámara de Diputados había una similar que sí fue sustraída, pero sin precisiones sobre cuándo.
“Me impresionó cuando la vi porque es bellísima, y la historia que tiene, que haya sobrevivido al tiempo, me siento como cuando entré a la primera oficina en el ’83, de la esquina de Peatonal y Patricias, la esquina de la Vicegobernación. Entré como un pibe cuando llegó la democracia. Me da la misma impresión”, comentó Abed a Los Andes.
Quien estará a cargo de velar por objeto será la Secretaría Legislativa, hoy con David Sáez a la cabeza, quién se encontró con la campana por intermedio de Rubén Vargas, Prosecretario Legislativo. Apenas la vio, no dudó en mostrársela a Abed y acordar una restauración.
“Se pondera la importancia de la campana en las sesiones ya que reglamentariamente, sobre la discusión de las interrupciones y los llamados a la cuestión y al orden, es importante que a través de la presidencia llame al orden, a través de la campana, para poder tener armonía dentro de la sesión. Además por lo que significa contar con un objeto histórico, que aporta en calidad institucional”, comentó Sáez.
La historia
Para entender la función de la campana, hay que retrotraerse en el tiempo en donde la tecnología no existía y en donde, para pedir silencio, en medio de debates caliente, quien presidiera el Senado la agitaba para llamar la atención. Hoy con micrófonos, se hace de otra forma, pero Abed no descarta usarla apenas tenga la oportunidad: “Quizás en la primera sesión la uso”, contó entre risas.
Tallada por un orfebre del que no se conocen datos, pero con una fecha que data de 1923, permite determinar que el objeto tiene 97 años y pertenece a la Honorable Cámara de Senadores. El detalle en cada uno de los relieves es acorde a la época y va en sintonía con el patrimonio histórico de la Legislatura, en el que hay cuadros, arañas imponentes que observan desde el techo y también expresiones artísticas en los que se puede viajar en el tiempo.
Desde 1976 hasta 1983, los tiempos de la dictadura militar fueron muy oscuros en la historia argentina y por supuesto, también lo fue para la Casa de Las leyes, en donde pasó a funcionar una Comisión de Asesoramiento Legislativo.
Américo Cepedal fue Oficial de Sala durante muchos años, y se encargaba, entre otras cosas, de llevar la campana al recinto y retirarla luego de terminadas las sesiones para ser guardada. Falleció hace algunos años, pero la devoción que sentía por la campana fue transmitida a otras personas que trabajaron muchos años en la Legislatura.
“Nos tenían vigilados todo el tiempo, pero aun así nos ingeniamos para esconder varias cosas porque no queríamos que los militares se las robaran. Siempre pensé que Américo Cepedal, que amaba esa campana, era quien se la había llevado para guardarla”, cuenta Angelita Olmos, ex directora de la Biblioteca del Senado y jubilada hace algunos años.
Se creyó que la campana había sido robada y luego restituida, pero quien develó el misterio fue Jorge Pérez, hombre con diversos cargos en la Secretaría Legislativa hasta que se jubiló.
“Cuando volvió la democracia, y estábamos armando todo para la llegada de Felipe Llaver –primer gobernador de Mendoza en el retorno de la democracia- se empezaron a acomodar los escritorios y revisando cajones de escritorios y en uno de ellos encontramos una llave. Cepedal nos dijo: ‘esa llave es la de la caja fuerte’ y hasta allá fuimos a ver qué había adentro. Cuando la abrimos nos encontramos con la campana y un número de lotería entero”, apunta Pérez.
Aunque desconoce quién decidió guardarla allí ni tampoco por qué los militares no abrieron esa caja fuerte. “La cuidábamos como oro, terminaba la sesión y Cepedal que era el oficial de sala en ese tiempo, se ocupada de llevarla y guardarla en la caja fuerte. Alguien, parece, cuando vino la dictadura la guardo ahí y escondió la llave”, recuerda.
Juan Carlos Jaliff, vicegobernador provincial entre 1999 y 2003 pero con muchos años como legislador, asegura haberla tenido cuando presidía las sesiones “y hasta incluso, la he usado como nota para que se dieran cuenta de que había que hacer silencio”.
Lo cierto es que la campana está siendo puesta a punto y podría volver al recinto en el regreso de las sesiones presenciales, aún sin fecha confirmada. Y una vez allí, volver a cumplir con su función de llamado al orden.