En una reciente entrevista con Los Andes, el intendente Sebastián Bragagnolo aconsejó al gobierno de Suárez “abrir un poco más la cancha porque hay mucha gente valiosa en Cambia Mendoza”. Previamente, también a través de nuestras páginas, el diputado nacional De Marchi había sugerido que a los gobiernos liderados por radicales en la provincia les faltó “capacidad transformadora”, más allá de sus correctas administraciones.
Bragagnolo viene de lograr una contundente victoria, a través del voto a sus concejales, que fortalece a su gestión y que consolida a su partido, PRO, en Luján de Cuyo. Continuidad del liderazgo impuesto en los cuatro años anteriores por Omar De Marchi en ese departamento.
En realidad, se trata de uno de los muchos intendentes exitosos del oficialismo provincial. Sin embargo, junto con su antecesor y mentor, es portador de una importante medalla política: la que simboliza haber impedido que el radicalismo, mayoritario en la coalición dominante en la provincia, pudiese recuperar el manejo de una comuna que le es esquiva desde hace décadas. Bastión lujanino que le sirve al PRO local para pretender tener voz y voto en las decisiones mayores.
Lo que expresa el intendente Bragagnolo es algo que en alguna medida se palpitó ya durante la gestión de Alfredo Cornejo y que tuvo mayor repercusión durante el actual mandato de Rodolfo Suárez, en especial cuando los demócratas decidieron abandonar el espacio.
De Marchi, que ya expresó también en recientes declaraciones que no dejó de lado sus deseos de seguir peleando por llegar a la gobernación de esta provincia, va en línea con los dichos de su sucesor en Luján y remarca la diferencia que existe entre una coalición electoral y una de gobierno.
Bragagnolo y De Marchi parecen dar a entender que lo que le falta a la gestión de Suárez es una apertura hacia los socios políticos minoritarios para generar un gobierno más participativo en la toma de decisiones. Es un planteo razonable, pero que saca a relucir deficiencias que caracterizaron, también, a Cambiemos/Juntos por el Cambio durante los cuatro años en la conducción de la Argentina. Un gobierno macrista, en el que radicales y otros asociados fueron una suerte de furgón de cola, con protagonismo secundario en el gabinete y en la elaboración de estrategias.
Cuando camino a las PASO Cornejo, De Marchi y Suárez sellaron el acuerdo electoral que puso fin a las especulaciones de una ruptura en la coalición gobernante, lo hicieron convencidos de que el mensaje de unidad que ratificaban era lo mejor a nivel nacional. Juntos por el Cambio no admitía fisuras ni rupturas en ningún distrito del país para desafiar la mayor hegemonía que buscaba el kirchnerismo. Si De Marchi decidía competir por la senaduría nacional hubiese sido por afuera de la coalición y cayendo en la tentación que planteaba el eje PD-MendoExit. Todo se solucionó con un armónico reparto de postulantes en las listas nacionales, provinciales y departamentales que dejase satisfecho al PRO.
En el escenario nacional se vislumbra una importante interna entre radicales y macristas para definir candidaturas, incluso con la posibilidad de que haya fórmulas enfrentadas conformadas por representantes de uno y otro partido. ¿Ocurrirá algo similar en Mendoza? ¿O Suárez decidirá refugiarse cada vez más en su partido? El deseo del Gobierno de volver a insistir con sus propuestas demoradas (reforma institucional, educativa, etc) tal vez dé alguna pista.
Interrogantes que con el tiempo seguramente tendrán respuesta. Mientras tanto, Bragagnolo hizo una sugerencia como queriendo recordar aquello de que el que avisa no traiciona.