Desde hace un mes y medio, el impuesto a la riqueza, que obliga a pagar por única vez una tasa de al menos un 2% sobre sus fortunas a quienes posean patrimonios superiores a los 200 millones de pesos, está listo para ser aprobado en Diputados y, después, ser convertido en ley de un plumazo en el Senado. Pero no hay avances e, inclusive, la iniciativa, que tiene la firma de Máximo Kirchner, podría quedar en la nada.
El 25 de setiembre pasado, la comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara Baja, que preside el oficialista porteño Carlos Heller —autor de la propuesta— emitió un dictamen con 27 firmas, de las cuales 25 son del Frente de Todos y las restantes dos pertenecen al peronista cordobés Paulo Cassinerio, que responde al gobernador Juan Schiaretti, y al misionero Diego Sartori, del Frente de la Concordia Misionero.
Sólo Juntos por el Cambio (JPC) se opone a la iniciativa, que, si quisieran Sergio Massa, presidente de la Cámara Baja, y Kirchner, líder del bloque oficialista, podrían disponer para que se apruebe ya mismo. Pero aún no, y tampoco se sabe cuándo.
Esta semana, según pudo saber Los Andes, la Cámara Baja realizará una sesión únicamente con temas de consenso. “[El impuesto a la riqueza] no entra esa sesión. Nosotros ya emitimos dictamen. Ahora dependemos de Massa y Máximo para ver cuándo irá al recinto”, dijo a este medio un diputado del Frente de Todos.
Cronología
El trámite legislativo de ley del denominado “Aporte solidario y extraordinario para ayudar a morigerar los impactos de la pandemia” tiene en rigor no una demora de un mes y medio sino de siete meses: Heller anunció por primera vez que presentaría el proyecto el 5 de abril.
Nueve días después, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, se reunió con Kirchner, Heller y el ministro de Economía, Martín Guzmán, para expresar formalmente su apoyo a la iniciativa, sin que aún estuviera presentada.
El proyecto fue presentado recién cuatro meses y medio después, el 28 de agosto, y con el dictamen quedó listo el 25 de septiembre para ser debatido en sesión, con segura aprobación. Desde entonces, nada más se supo.
Argumentos
Según pudo saber Los Andes, el oficialismo está a la espera del proyecto de reforma impositiva que mandará el ministro Guzmán, para que el Aporte Solidario y Extraordinario no sea incompatible con esa propuesta gubernamental.
Inclusive, señalan que el texto del jefe del Palacio de Hacienda será anticipado a Heller y Kirchner para que puedan evaluarlo.
No descartan que, inclusive ya dictaminado el proyecto de ley, pueda sufrir modificaciones.
“En tal caso, las vamos a resolver intragobierno”, dijo un importante diputado nacional a periodistas acreditados del Congreso y adelantó que “en los próximos días entra” formalmente la propuesta de Guzmán.
En definitiva, toda la discusión parlamentaria sobre el proyecto de ley de Heller ahora depende de que coincida con la propuesta de Guzmán.
¿Algo más amigable?
Como consecuencia de la efervescencia del mercado cambiario, Guzmán había pedido frenar el tratamiento de este gravamen especial. Finalmente logró que los dólares paralelos, que hacían ruido en los mercados y en la economía en general, bajaran en los últimos días y de manera considerable.
El lunes último, el ministro se reunió con los empresarios más poderosos del país, agrupados en la Asociación Empresaria Argentina (AEA), tras lo cual surgieron todo tipo de versiones sobre el impuesto a la riqueza.
Entre ellas, que no sea una tasa, como establece el proyecto de Heller y Kirchner, sino un bono emitido por el Estado para hacerse de los 307 mil millones de pesos que pretende recaudar con el impuesto, según calculó la AFIP, y no sobre los patrimonios personales.
Del encuentro, realizado en el despacho del funcionario nacional, participaron el presidente de AEA, Jaime Campos, Paolo Rocca, de Techint; Héctor Magnetto, del Grupo Clarín; Carlos Miguens, del Grupo Miguens; Federico Braun, de La Anónima; Alfredo Coto, de Supermercados Coto; María Luisa Macchiavello, de Droguería del Sud; Alberto Grimoldi, de Grimoldi SA, y Enrique Cristofani, del Banco Santander.
Así las cosas, el impuesto a la riqueza podría terminar siendo una iniciativa distinta de la que se tramita en el Congreso, a lo mejor más amigable con el mundo empresario. Todos esperan a Guzmán.