El motor de Mendoza está en los valores que construyen su futuro. Los valores no son abstractos: se construyen en las aulas, en las familias, en los espacios públicos y privados. Son el resultado de pequeñas decisiones cotidianas que, cuando se multiplican, transforman la realidad. En ese aspecto clave, Los Andes desde hace 141 años viene contando la historia de los mendocinos, y los mendocinos venimos creando identidad, pertenencia y una tierra abierta al mundo.
Desde Maipú, y con la mirada puesta en Mendoza, creemos que no se podrán cubrir las necesidades presentes sin invertir en las oportunidades del futuro. El cambio climático, la gestión del agua, el acceso a la educación, la transformación digital, los mercados internacionales, pero también la pobreza estructural, el debilitamiento de nuestra comunidad ante flagelos nunca vistos… pone a prueba lo mejor de nosotros y nos interpela ante nuestros propios objetivos personales ¿Seremos capaces de resolver los problemas que frenan nuestro desarrollo? Yo planteo escuchar, proponer y hacer como metodología y logros consensuados concretos para recuperar la ética de los resultados.
Mendoza enfrenta desafíos, el diálogo debe trascender los discursos y convertirse en una herramienta efectiva para resolver nuestros conflictos. Es fundamental que el futuro no sea solo un tema de reflexión, sino una guía para nuestras acciones diarias. El futuro se inventa a cada minuto en que transcurre nuestro presente.
Volvamos a ser esa inmortal provincia, como nos definió el General San Martín. Los invito a ser los arquitectos del porvenir que deseamos habitar. Los momentos difíciles pueden inspirar creatividad y resiliencia; coraje y empuje; liderazgo y trabajo en equipo; innovación y renovación. Pero, sobre todo, pueden ayudarnos a construir un destino compartido, basado en vínculos sólidos y un diálogo enriquecedor. Esa es mi esperanza. Con este propósito trabajo todos los días.