La salida de Jorge Nanclares dio vía libre a los dos bandos de la Suprema Corte de Mendoza, el peronista y el radical, para declararse la guerra a través de distintas acordadas y gestos que no hacen más que recrudecer un enfrentamiento político que cada vez parece más excesivo. El fuego cruzado siguió ayer, cuando los tres magistrados filoperonistas -MarioAdaro, Omar Palermo y Julio Gómez- metieron en el campo de batalla el nombre de Aída Kemelmajer de Carlucci.
Su propuesta, que de inmediato fue mirada con rechazo por los filoradicales -encabezados por el presidente de la Corte, Dalmiro Garay- es que la prestigiosa jurista sea parte de la decisión plenaria sobre si la ministra María Teresa Day cumple los requisitos para ser juez suprema.
A través de una nota enviada con el aval de la mayoría de las salas, ya que además está la firma de Julio Gómez, quien preside la Sala I, y de Adaro, que integra la Sala II, se pidió convocar a Kemelmajer para reemplazar a Day en caso de que ésta se excuse de participar del plenario (aunque todavía no lo ha hecho, según pudo saber Los Andes).
La jurista es un nombre de mucho peso, no sólo por haber sido ministra de la Corte sino por su trayectoria y su calidad profesional. Pero desde el oficialismo sostuvieron que la “chicana” de Palermo se saltó la legislación que establece la subrogancia de los conjueces. Es decir, en caso de que un ministro o ministra no participe, quien la reemplaza debe ser un camarista civil. Así, deberían agotarse estos nombres, que son más de 10, para recién ahí optar por conjueces.
Pero desde el otro lado, el mensaje es que Aída Kemelmajer de Carlucci es la persona indicada para terminar con el conflicto. Sin embargo, según fuentes de su entorno, Kemelmajer no quiere ni asomarse por el campo de batalla y ha hecho del silencio su mejor estrategia desde que comenzaron a escribirse ríos de tinta en el caso Day.
Ahora, será el filoradical Garay, como presidente de la Corte, quien deba responder a la “sugerencia” de sus rivales filoperonistas, que encontraron en la trayectoria de Kemelmajer un flanco para presionar al enemigo en esta guerra sin cuartel.
Juego de tronos
Mientras la ciudadanía mendocina se debate sobre cómo evitar los crecientes contagios de Covid-19, el mundillo político y judicial se dedica a una guerra de altísimo voltaje en la Corte, que se percibe desde la ya lejana votación dividida que consagraría a Nanclares en la presidencia, a fines de 2019, cuando el apoyo del ala peronista le dio un flechazo a sus rivales radicales. Desde entonces, hay referentes de ambos lados (de adentro y de afuera del Poder Judicial) que emulan a esos líderes de las guerras medievales que, a caballo, alzaban sus banderas a la espera del sonido que permita un próximo embate.
Desde que Teresa Day fue postulada por Suárez y más desde que asumió como ministra en una jura “exprés”, la dirigencia peronista encabezada por los legisladores Lucas Ilardo y Germán Gómez, y un Marcelo Romano (Protectora) enemistado con el oficialismo, agita una verdadera cruzada. El flanco por el que avanzaron fue el cuestionamiento a los requisitos constitucionales de la abogada. Para ello, se aprovecharon de la grieta en la Corte y encontraron en la Sala II presidida por Palermo y también integrada por Adaro (además del filoradical José Valerio) un eco a su reclamo judicial.
El contraataque oficialista, en la figura del vicegobernador Mario Abed, por ser el presidente del Senado que dio el Acuerdo para que Day reemplace a Nanclares, no se hizo esperar. Pegó el faltazo a la audiencia de conciliación que llamó Palermo y dejó un duro escrito pidiendo que resuelva la Corte en plenario (todos los miembros), adelantando que recusaría a los ministros de la Corte e incluso los acusaría de mal desempeño de sus funciones si seguían adelante con la causa. Desde allí, cada uno se ubicó en la trinchera más cómoda y dispara, a diario, con lo que se tiene a mano.
Con la salida de Nanclares, Garay se sentó en el sillón de la presidencia y lejos de firmar algún Tratado de Paz, cerró filas en el cuarto piso de Tribunales conValerio, Pedro Llorente y la propia Day. Esto quedó de manifiesto cuando Palermo pidió resolver en un Tribunal Plenario la pregunta sobre la constitucionalidad de los 10 años de ejercicio de la profesión que se le objetan a la ex coordinadora del Ministerio Público Fiscal.
A la par, una línea de arqueros conformada por dirigentes políticos y militantes se ubica en Twitter con la intención de arrojar flechas encendidas para dar de lleno en la línea contraria a través de duras declaraciones y comunicados que no dan respiro.
En un lugar más privilegiado, están las primeras espadas, funcionarios y funcionarias, cuyos ojos de lince permiten observar movimientos y aportar sus embates a la causa. Aquí podrían ubicarse quienes cobran sueldos equiparados a magistrados, muchos cercanos a Palermo, que levantaron la guardia y en forma colectiva avanzan contra la ley promovida por Rodolfo Suárez (ver aparte).
Mientras, los autores intelectuales de la guerra, en sus amplios despachos, mueven fichas y analizan los otros flancos por dónde atacar. Siempre los hay, y poder detectarlos es la habilidad de cada una de las cabezas que lideran. Como la que tuvo Palermo al jugar la “bala” Kemelmajer.