“Es la economía, estúpidos”. La frase que acuñó un asesor de Bill Clinton en su campaña presidencial de 1992 no ha perdido vigencia. Y más ahora, a medida que la larguísima cuarentena ha puesto en aprietos la estrategia inicial de Alberto Fernández para combatir el Covid cerrando todo compulsivamente.
Bajo ese mantra “made in USA” que siempre fue más político que económico, Rodolfo Suárez ha machacado desde marzo para que en Mendoza convivieran los cuidados sanitarios con la actividad productiva. “Hoy más que nunca tenemos que cuidarnos con empleo, con apertura económica, saliendo a hacer deportes. Aquí la cuarentena ha sido diferente al resto del país, eso tiene un valor enorme”, dijo el Gobernador el lunes, en la conferencia de prensa en la que ensayó una rebeldía contra el decreto nacional que restableció el aislamiento obligatorio en la provincia, la etapa en la que estaba hasta mayo.
En el tablero de control de Suárez, los números de la pandemia incluyen los de la recaudación provincial. Esas cifras han cabalgado más que sobre los contagios, sobre el nivel de apertura de la actividad. Por eso, en abril y mayo, cuando la cuarentena fue más estricta, los ingresos fiscales provinciales se desplomaron a niveles históricos. Y después se ido recuperando a medida que se flexibilizó la circulación y se reabrió la economía.
Y mientras Alberto Fernández despotrica contra la apertura de la provincia (“Yo veía la marcha en Mendoza y es un lugar donde la situación es extremadamente delicada”, le dijo anoche a C5N), el gobierno provincial hace equilibrio para no cerrar mirando de reojo los preocupantes números de las terapias intensivas, que le dan argumentos a la Nación.
Pero hay otro dato que no es oficial pero que sin embargo grafica muy bien cómo mientras más se abre la provincia, mejor le va a la economía. Y cómo es imposible que tras siete meses de cuarentena, la gente vuelva a encerrarse como en marzo/abril/mayo.
Los números son de Google y monitorean la movilidad de la ciudadanía en un lugar de acuerdo a los teléfonos celulares que tienen habilitada la opción “ubicación”. Es decir, casi todos. Uno de los índices, el “Residencial”, muestra qué porcentaje de la población permanece en su hogar, es decir en aislamiento.
En Mendoza, los máximos niveles en este aspecto nunca superaron el 40%, una cifra igualmente alta teniendo en cuenta que en la mayoría de los países ha rondado el 20%.
Sin embargo, desde el 3 de mayo la permanencia de los mendocinos en sus casas se ha ubicado entre el 22% y el 11%, con una excepción: el fin de semana de la Primavera, cuando la provincia retornó a una “mini fase 1”, el índice trepó al 28%.
Aunque como toda encuesta se trata solo de una muestra, los datos de Google indicarían que solo dos de cada diez mendocinos vienen respetando la cuarentena desde mayo. Y nada indica que vayan a dar marcha atrás ahora, con temperaturas casi veraniegas y un hartazgo social récord, además de una economía destruida.
Esto último es lo que quiere combatir Suárez con su insistencia en volver a cerrar la provincia. Y tiene números a mano que lo grafican: si en abril y mayo, con un mínimo de circulación de gente, la recaudación provincial se derrumbó interanual 25% y 28% respectivamente, después empezó a recuperar terreno (aunque sigue siendo negativa). En julio y agosto la caída fue de 14% y los números de setiembre, que se conocerán esta semana, apuntan a tocar el 10% de baja, mientras la movilidad de la gente se acerca al 90%, según los mismos datos de Google. Una cifra por encima de la circulación que hay en CABA y el conurbano, donde ahora rige idéntico nivel de aislamiento que el que decretó para Mendoza Alberto Fernández; y donde los contagios y la ocupación de camas de terapia intensiva están en baja desde agosto.