A través de una carta dirigida al embajador de la Federación de Rusia en la Argentina, Dmitry Feoktistov, 60 editores de medios de todo el país -entre ellos Raúl Pedone, editor general de Los Andes- expresaron su profunda preocupación sobre la decisión del gobierno ruso de detener al reportero Evan Gershkovich y las acusaciones de espionaje que se le imputan sin fundamento.
El texto –que será reproducido durante este fin de semana en avisos que se publican en los principales medios de todo el país– señala que “Gershkovich es un periodista, no un espía, y debe ser liberado inmediatamente y sin condiciones”. El periodista detenido en Rusia trabaja para el diario The Wall Street Journal y es ciudadano de Estados Unidos. Tiene una extensa trayectoria profesional como periodista, reside en Moscú desde hace años, está acreditado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia y se ha dedicado a cubrir noticias de ese país como parte del equipo de corresponsales en Moscú.
El reclamo por la libertad de Gershkovich se originó en medios europeos, fue impulsado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en nuestra región, y en Argentina cuenta con el apoyo de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa).
En otro pasaje de la carta, los editores argentinos exigen que se le permita a Gershkovich mantener comunicaciones con su familia y que se siga garantizando su acceso a un abogado defensor proporcionado por su empleador.
“La detención injusta e injustificada de Gershkovich representa una escalada en las acciones de su gobierno contra la prensa. Con ese gesto, Rusia envía un claro mensaje de que el periodismo dentro de sus fronteras resulta una actividad criminal y que los corresponsales extranjeros que desean informar desde Rusia no merecen una protección legal de sus derechos”, finaliza el texto enviado a Feoktistov.
El texto completo y el listado de firmantes se pueden conocer en el siguiente enlace.
Momento de la detención
La última vez que el personal del Wall Street Journal tuvo noticias de Evan fue el miércoles pasado, poco antes de las cuatro de la tarde, cuando había llegado a una parrilla de la ciudad rusa de Ekaterimburgo. Era el segundo viaje del corresponsal de Rusia a los Montes Urales en un mes.
Poco antes de comer, un colega le envió un mensaje de texto: “Hola amigo, buena suerte hoy”.
“Gracias, hermano”, respondió Gershkovich: “Ya te contaré cómo me va”.
Horas más tarde, la redacción del Journal se esforzaba por localizar a sus contactos en Ekaterimburgo, Moscú y Washington. Un mensaje poco preciso en el servicio de mensajería Telegram decía que agentes de seguridad habían encapuchado y apresado a un individuo que se encontraba comiendo en una parrilla de Ekaterimburgo, detalla Infobae.
A las 10:35 de la mañana del jueves, hora de Moscú, una noticia de la Agencia Estatal Rusa de Noticias dejó trascender que Gershkovich había sido detenido y acusado de espionaje por el Servicio Federal de Seguridad, sucesor del KGB. Era la primera vez que Rusia presentaba un caso de espionaje contra un periodista extranjero desde la Guerra Fría. Las imágenes de la televisión estatal rusa mostraban a Gershkovich siendo escoltado por agentes del FSB vestidos de civil, con unos jeans azules desgastados y zapatillas deportivas, y una mano con guante negro alrededor de su cuello encorvado.
Gershkovich, estadounidense de 31 años, es hijo de judíos nacidos en la Unión Soviética y exiliados en Nueva Jersey. Se enamoró de Rusia, de su idioma, de la gente con la que charlaba durante horas en las capitales de la región, de las bandas punk que solía disfrutar en los bares de Moscú. Ahora, los cargos de espionaje lo enfrentan a una posible pena de prisión de hasta 20 años.