De Marchi y su desafío de evitar que se disperse el “rejunte”

El diputado nacional perdió pero en el camino construyó un poderío político que tendrá que saber administrar a futuro, para no dilapidar el capital conseguido.

De Marchi y su desafío de evitar que se disperse el “rejunte”
La Unión Mendocina fue segundo en las Elecciones 2023, en el búnker el gobernador Omar de Marchi Foto: Orlando Pelichotti

Omar de Marchi jugó a aplicar en esta elección la fórmula de su mayor adversario: Alfredo Cornejo. El resultado demuestra que no le salió, pero en el camino construyó un poderío político que tendrá que saber administrar a futuro, para no dilapidar el capital conseguido.

Y sí, De Marchi trató de ser el Cornejo de 2015. O sea, un amplio aglutinador de opositores al régimen gobernante, medida que en aquel tiempo fue necesaria para derribar al oficialismo de turno, que era el PJ. Cornejo prácticamente no dejó fisuras en aquella maniobra. Agrupó y concentró todo lo que había, de izquierda a derecha. La única fuerza que no logró atraer es inflexible a las negociaciones y el pragmatismo político: el Frente de Izquierda y de los Trabajadores.

Pero “La Unión Mendocina” de 2023 no logró ser el “Cambia Mendoza” de 2015. Se construyó en menos tiempo y a partir de un fenómeno distinto. De Marchi era “astilla del mismo palo”, un desprendimiento reciente de la alianza que llegó al poder hace 8 años.

No logró polarizar al máximo con Cornejo, a pesar del gran esfuerzo que hizo De Marchi para construir su coalición y para montar en pocos meses la campaña electoral, que fue agresiva al extremo.

La campaña se basó más que nada en demonizar a quien hacía muy poco había sido su aliado. Probablemente a muchos electores les hizo ruido esa ruptura repentina. Solo el micromundo de la política alcanza a percibir determinados síntomas. O sea, De Marchi se venía alejando de Cambia Mendoza desde 2019, sin irse, medida que recién tomó hace unos meses.

¿Por qué rompió? Porque advirtió que el turbulento 2023 le daba una oportunidad. Porque sintió que sus socios radicales no le daba el lugar que se merecía ni se lo concederían nunca. Porque siempre se tiene fe. Mucha fe.

Exultante, cargado de adrenalina e ilusión, empezó a construir una estructura política que se alimentó en principio de quienes ya se habían desencantado con Cambia Mendoza, como él, pero con el tiempo se fue volviendo más ambiciosa.

Así fue que llegaron al seno amplio de La Unión Mendocina el intendente radical Daniel Orozco y unos cuantos justicialistas, como Jorge Gimenez y Roberto Righi, entre otros.

En el camino cosechó el abrazo simbólico del intendente maipucino del PJ, Matías Stevanato, y sumó otras figuras menores para ampliar el músculo. Pero no fue el Cornejo de 2015. No atrajo a todo lo que se oponía al oficialismo de entonces. La red no consiguió levantar todo lo que había y así fue que, al final no se le alcanzó.

El resultado de este domingo explica qué es lo que falló: hubo “peces” que escaparon a su red. El peronismo orgánico, reducido a su mínima expresión, gambeteó su sonrisa aduladora. De Marchi hirió de muerte al PJ en esta elección, pero una parte del peronismo evitó su victoria.

Los detalles a veces son determinantes. Y en este sentido, el enojo del diputado nacional con Mario Vadillo en la Fiesta de la Ganadería fue todo un vaticinio. De Marchi afirmó que fue un acto de corrupción que Vadillo no se sumara a La Unión Mendocina. Y Vadillo, ex Protectora, hoy al frente de un partido endeble, fue la gran sorpresa de la elección: consiguió los casi 12 puntos que a De Marchi le habrían dado la victoria.

Pero todo esto será anecdótico desde este lunes. De Marchi terminó segundo, cosa que no se puede cambiar, pero la enorme colecta de más de 270 mil votos lo hace acreedor de un capital muy importante. Su gran desafío, desde ya, será conservarlo y liderarlo para evitar que con el paso de los meses desaparezca. Les ha pasado a otros fenómenos efímeros que han aparecido para las elecciones en Mendoza y han quedado en la nada poco después.

De Marchi, el eterno optimista de la política, no conservará lo que ha obtenido si tiene un comportamiento egocéntrico o egoísta, defectos que le endilgan los que no lo valoran. Sus socios también tendrán que estar a la altura: que Orozco haya sido el gran ausente en el búnker en el que había que poner la cara luego de la derrota es una mala señal.

No es de lo que habla el líder de La Unión Mendocina en estas horas difíciles. Este domingo prometió en el salón Báltico una oposición “seria”. “Nos ponemos al hombro la institucionalidad de la provincia”, declamó también, de cara al gran desafío de demostrar que en estos meses realmente se dedicó a fundar un partido, en lugar de reunir un mero rejunte.

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