El origen de este “matrimonio” no hay que buscarlo en las últimas semanas, luego de que Omar de Marchi anunciara que competiría por afuera de Cambia Mendoza. El coqueteo con Daniel Orozco comenzó hace años. Hay una foto que sirve si se quiere como punto de partida “oficial” de la relación: fue el 3 de diciembre de 2018.
Aquella noche, en lo que era todo un desafío al poder de Alfredo Cornejo, se juntaron De Marchi, Orozco, Carlos Balter, Gustavo Gutiérrez, Laura Montero y Julio Cobos. Se venía la definición de las listas y ellos querían ser protagonistas de una decisión que los tenía como actores de reparto.
Los cuatro primeros son hoy parte de “La Unión Mendocina”, la nueva alianza que no tiene tanto de nueva y que reúne a los que en estos años han acumulado cuentas pendientes con el líder del radicalismo.
De hecho, cuando De Marchi compitió con Rodolfo Suárez en las PASO de 2019 por la candidatura a gobernador, llevó como vice a la ex esposa de Orozco, Susana Velázquez. El intendente lasherino se hizo el sorprendido al difundirse la novedad, pero claramente algo o mucho había tenido que ver con esa fórmula.
Esa foto de hace más de cuatro años puso nervioso a Cornejo, pero no tanto como la confirmación el jueves a la noche de la sociedad política que se venía cocinando hace algunas semanas. Como contó este diario el domingo pasado, Jorge Difonso era el mediador con Orozco y mantenían reuniones en la sede de una fundación que tiene el intendente.
La jugada le da a De Marchi la figura que le había faltado en la conformación inicial de la alianza, ese golpe de efecto que sólo provocan los pases de jugadores aún en su plenitud. El resto de lo que ha reunido parece más un equipo de veteranos que quieren su última oportunidad.
Pero sobre todo le aporta un ingrediente del que carecía y es muy cotizado en una elección: territorio. Si por algo respetaban a Orozco en el radicalismo y le daban algo de cabida, era porque lo sabían popular en Las Heras, siempre esquiva a todos los dirigentes que no fueran peronistas.
De Marchi ya puede decir que cuenta con el apoyo de la mitad del Gran Mendoza: Maipú, con el respaldo subrepticio por ahora de Matías Stevanato; Las Heras con Orozco y Luján, su departamento. Aunque sorprende que Sebastián Bragagnolo desista de ir por la reelección. La decisión, cuentan, la había tomado hace un año. Pero también es cierto que no coincidía con romper con Cambia Mendoza. Y está claro que no es lo mismo que él sea o no sea candidato. Su paso al costado pone incertidumbre allí.
Entender las razones de Orozco no es tan complejo: nunca pudo imponer a su pareja y secretaria de Gobierno, Janina Ortiz como sucesora, como tampoco antes había podido incluir a su hijo en las listas legislativas. Y su “bendición” al presidente del Concejo Deliberante, Martín Bustos, nunca cuajó en el esquema de Cornejo.
Enterado del plan del candidato a gobernador de redefinir las candidaturas lasherinas, el intendente se sintió acorralado. Y fue el empujón que necesitaba para dar el salto. Orozco quiere en la intendencia a alguien que pueda controlar a distancia y sólo parece confiar en su núcleo íntimo, como los clanes políticos. Ejemplos en este país sobran: el más actual son los santiagueños Zamora. Vaya paradoja para De Marchi, que dice que la hegemonía de Cornejo puede transformar a Mendoza en Santiago del Estero.