En el marco de las elecciones 2023, surge una cuestión clave sobre el papel que desempeña el voto en blanco y cómo afecta a las distintas etapas electorales, especialmente en el balotaje.
¿Qué es el voto en blanco?
Según explica la Cámara Nacional Electoral, existen diversas categorías de votos, entre ellos los válidos, que se dividen en afirmativos y blancos. Contrario a la creencia común, el voto en blanco se considera válido, pero no se suma a favor de ningún candidato.
La incertidumbre sobre cómo funciona el voto en blanco se disipa al comprender que puede darse cuando el sobre está vacío, contiene un papel sin elementos ajenos, o incluye una boleta oficializada con falta en una categoría. En este último caso, solo la categoría faltante se considera voto en blanco. Pero no es el caso del balotaje, ya que hay un solo tramo de la boleta (presidente y vice).
La Cámara Nacional Electoral define que el voto en blanco es “una herramienta con la que cuentan los electores para manifestar su disconformidad con todos los candidatos y con las propuestas formuladas por los partidos políticos”.
Contrario a la percepción errónea de que beneficia al candidato con más votos, el voto en blanco representa un rechazo general a todos los postulantes.
¿Cómo impacta el voto en blanco en el balotaje?
El voto en blanco afecta de manera diferenciada el porcentaje final de cada candidato dependiendo de la etapa electoral. En las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto, los votos en blanco sí se consideraron para el recuento final, ya que los candidatos debían superar el 1,5% de los votos afirmativos para avanzar a las elecciones generales.
Sin embargo, en las elecciones generales y el balotaje, los artículos 97 y 98 de la Constitución Nacional establecen que “se computan únicamente los votos afirmativos válidamente emitidos para proclamar ganadora una fórmula presidencial”. Esto significa que en estas instancias sólo los votos afirmativos determinarán al ganador, haciendo que el voto en blanco impacte indirectamente en el resultado final al reducir el número total de votos afirmativos.
Así, el voto en blanco emerge como una expresión significativa de la disconformidad del electorado con los candidatos y propuestas, influyendo en las diferentes etapas del proceso electoral, aunque su impacto varíe según la instancia en curso.
¿QUÉ SE VOTA EL DOMINGO 19 DE NOVIEMBRE?
Los argentinos votaremos al futuro presidente de la Nación, quien sucederá después del 10 de diciembre a Alberto Fernández y gobernará hasta 2027.
Como ninguno de los candidatos superó el 45% ni llegó al 40% con diez puntos de diferencia sobre el segundo, los dos más votados de las generales competirán en el balotaje. Se trata de:
- Sergio Massa (Unión por la Patria), quien obtuvo 36,78%.
- Javier Milei (La Libertad Avanza), quien sacó 29,99%.
Se vota con la boleta de papel corta, con una sola sección donde figuran los binomios Sergio Massa-Agustín Rossi y Javier Milei-Victoria Villarruel.
En un acta de seis páginas firmada días atrás, la Junta Electoral Nacional de la Capital Federal resolvió “declarar que deberán considerarse como boletas válidas para los próximos comicios a celebrarse el 19 de noviembre del corriente año” aquellas que fueran oficializadas para los comicios del 22 de octubre de 2023, en la categoría de candidatos a presidente y vicepresidente de la Nación.
Como así también aquellas que, respetando el diseño de las utilizadas en los mencionados comicios, incluyan la fecha 19 de noviembre de 2023 en reemplazo de la fecha 22 de octubre de 2023, sin otra modificación.
¿CÓMO FUNCIONA EL BALOTAJE Y QUIÉN GANA?
Participarán el 19 de noviembre las dos fórmulas a presidente y vicepresidente más votadas en la primera elección (la del 22 de octubre). Resultará electa aquella que obtenga la mayor cantidad de votos afirmativos válidamente emitidos (artículo 151 de la Ley 24.444).
En Argentina, la primera y única vez que se realizó un balotaje en una elección nacional fue en 2015, cuando Mauricio Macri de Cambiemos (51,34%) le ganó a Daniel Scioli de Frente para la Victoria (48,66%) por casi 700 mil votos.
Debería haberse producido un balotaje entre Héctor Cámpora (PJ) y Ricardo Balbín (UCR) en 1973, pero el radical renunció por el porcentaje alto alcanzado por el peronista.
En tanto, en 2003, pasó algo parecido: el peronista Carlos Menem declinó de la segunda vuelta. Se proclamó como presidente a Néstor Kirchner, peronista del FPV.