Por primera vez en 159 años, la ceremonia de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso se realizará sin invitados: en el recinto solamente estarán presentes Alberto Fernández; la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner; el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; las autoridades de ambas Cámaras y menos de un tercio de los legisladores.
El acto del 1 de marzo de 2020 fue como el de cualquier otro año: con todo el mundo prácticamente amontonado dentro del recinto de la Cámara baja, donde se colocan sillas para que los senadores se sienten uno al lado del otro, pegaditos.
Dos días después de aquella inauguración se registró el primer caso positivo de Covid-19 en la Argentina y empezó la pandemia en nuestro país. Por eso, en esta ocasión, con un avance pobre de la vacunación y el distanciamiento social dispuesto para prevenir la propagación del virus, esta tradicional ceremonia será atípica.
Solamente estarán presentes físicamente los máximos representantes de los tres poderes del Estado, a quienes se sumarán miembros del Gabinete nacional (con excepción de la ministra de Salud, Carla Vizzotti, contagiada de Covid; y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, aislado por haber estado con ella). El resto de los habituales invitados -la prensa tendrá espacios limitados para trabajar, podrá participar de manera online.
Por ejemplo, los 23 gobernadores y el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que tradicionalmente están presentes a la izquierda del estrado, fueron invitados a seguir el discurso por internet.
Además, no todos los legisladores nacionales podrán ocupar sus bancas sino sólo 65 diputados y 25 senadores (90 en total); el resto deberá hacerlo de manera remota.
Al igual que los gobernadores, estarán conectados a la plataforma Webex, que es la que vienen utilizando desde mediados de mayo de 2020 ambas Cámaras del Congreso para votar leyes en sesión sin ocupar sus bancas, desde sus casas.
Termómetros y testeos
La primera Asamblea Legislativa fue la que encabezó el presidente Bartolomé Mitre el 25 de mayo de 1862. Desde entonces, todas las ceremonias fueron a recinto lleno. Esta vez no.
Además de la distancia física, a los participantes de la ceremonia no solamente se les tomará la temperatura al ingresar sino que, además, se les realizarán test PCR. Y, por supuesto, no podrá asistir ninguna persona que presente los síntomas asociados con el Covid-19.
La prensa, a su vez, no podrá utilizar las salas de periodistas de ninguna de las dos Cámaras. Para los trabajadores de medios gráficos y radiales se habilitará el salón Delia Parodi, de Diputados, y para los de TV, el salón de los Pasos Perdidos, que es por donde ingresa el Presidente al recinto, tras haber cruzado el salón Azul, contiguo al atrio del palacio, que está enfrente de la plaza del Congreso.
“La apertura del 139º período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación se realizará este año en el marco de la pandemia de Covid-19. Esto hace necesario dar estricto cumplimiento a todas las medidas sanitarias que garanticen el cuidado de la salud de todas las personas que participen, debiendo asegurarse también el normal desenvolvimiento de la actividad legislativa”, señaló la Dirección de Prensa y Difusión del Senado, que es la Cámara organizadora.
Ayer, el Presidente llamó a la militancia peronista a no movilizarse en la puerta del Congreso, como se había convocado desde un principio.
Con todo el resto definido, ésta será la primera apertura de sesiones del Congreso en la historia institucional argentina con barbijos, alcohol en gel y termómetros, y sin invitados, besos ni abrazos.