Alfonso Prat Gay fue presidente del Banco Central, diputado nacional y ministro de Hacienda del país. Desde hace 6 años no ocupa ningún cargo público, pero claramente está en política. Dice que actualmente recorre el país “escuchando” a los actores de la economía real y que dialoga con todos los presidenciables de Juntos por el Cambio sobre lo que hay que hacer a partir de 2023.
En Mendoza hace pie y por eso tuvo múltiples aquí esta semana. El radical es hombre de consulta en particular de Alfredo Cornejo. Como muchos, insiste en que la coalición opositora debe construir un programa de gobierno, antes que pensar en las candidaturas. También habla sin tapujos de los errores de la gestión de Mauricio Macri, de la que formó parte. La autocrítica abarca al problema de los planes sociales, de los cuales, la política en general “se enamoró”, según dice.
-¿Cuál ha sido su agenda en Mendoza?
-Básicamente tengo un espacio para escuchar. Me interesa el mano a mano, escuchar y tener contacto directo. Hoy la dirigencia política está en tela de juicio y hay mucha necesidad de escucha. Hay mucha angustia, mucha incertidumbre. Escuchar es más importante en este momento que hablar de candidaturas. Hay que estar cerca de la gente.
-¿Cuál es su diagnóstico?
-El que se ve en el rostro humano. El del empresario pyme que rema para sostener 10 empleados y que no puede tomar uno más, y que empieza a bajar la productividad. Eso me da una visión más completa de lo que pasa en la Argentina. Eso profundiza el diagnóstico, que para un economista no es demasiado complejo. La charla que doy la llamo Volver al Futuro, y las caras que veo es de gente que dice: “Nos robaron el futuro”. La factura más grande es para la dirigencia política.
-¿Cuál es la fórmula para salir de esta situación?
-La fórmula no es técnica, hay que recuperar algunos valores. Hay que planear el desarrollo. Argentina se viene quedando atrás de países como Brasil, Chile y Paraguay. No hay un horizonte y hasta el diagnóstico de Cristina dice que hay falta de dólares. Pero el problema es que el régimen castiga al exportador y eso hace que nos falten dólares. Por eso uno de los primeros ejes es definir una política exterior. No debieran ser escasas las divisas a la luz de la capacidad de producción que tenemos. Tuvimos dos votos en las Naciones Unidas en contra de los derechos humanos. Argentina se abstuvo respecto de los casos de Venezuela y de China. Eso nos pone en un mal lugar. Eso tiene impacto económico. Yo hablo de la India porque es una protopotencia con problemas de transparencia y algunos institucionales, pero que es muy grande y demanda cosas que Argentina produce. Me parece una oportunidad. Argentina debe definir el rumbo, los valores que defiende (transparencia y control) y la integración con los países que comparten los mismos valores.
-¿Qué concepto tiene de Sergio Massa?
-Es la solución de los problemas del Frente de Todos, pero no para la Argentina. Fue la consecuencia de una pelea interna encarnizada. Massa no es un político confiable. No me sorprende entonces que no haya hecho nada. Está tratando de tapar algunos agujeros y mientras pone un parche, se le arma otro agujero. Debería comunicar la profundidad del problema y el costo de la solución, pero lo veo queriendo llegar a las elecciones del año que viene. Profundiza la sensación de orfandad. Massa es responsable como Cristina del desastre de la gestión. A la Argentina le ha ido peor que a la mayoría de los países del mundo en los últimos tres años. Hay atraso tarifario, cambiario y falta de visión. Además Cristina siempre quiso esquilmar al Banco Central mientras tenga algo para ofrecer. Cuando fue Presidenta se llevó todas las reservas y ahora se lleva los compromisos. Cada vez que tienen un problema, la platita la pone el Banco Central. Massa hace lo mismo.
-¿Hay solución para la inflación en el corto o mediano plazo?
-Es un tema muy complejo. La convertibilidad era transitoria porque no se podía sostener. Desde entonces hubo dos años nomás de inflación menor a dos dígitos, que fueron 2003 y 2004. Coincidía con que Argentina tenía un esquema macroeconómico muy confiable. A mí me tocó ser presidente del Banco Central y nunca tuve injerencia de nadie. Empezamos a bajar la inflación antes de que llegara Néstor Kirchner y Kirchner no quiso interferir en nada respecto del Banco Central. Entonces el Central era independiente, pero la ley se reformó en 2012. Cuando cambió la carta orgánica (durante el gobierno de Cristina) se llevaron puesto al Banco Central, que ahora está al servicio del gobierno. El presidente del Banco Central no puede ser amigo del Presidente, como es ahora y como fueron los presidentes del Banco Central de Macri, que eran amigos personales suyos. Hay que cambiar la ley y los que están al frente del Banco Central no pueden tener ninguna afinidad con nadie. Y si no cumple el objetivo de bajar la inflación, se tienen que ir a la casa. En Brasil hace dos años le dieron independencia total y empezó a pegar la vuelta la inflación. Por eso Bolsonaro se acercó a Lula, porque bajar la inflación gana votos.
-¿Qué debería hacer diferente en 2023 Juntos por el Cambio?
-Nos faltó tener mayor predisposición a acordar con otras fuerzas políticas. Si Juntos por el Cambio gana va a tener mayoría en al menos una de las dos cámaras, que es muy distinto a lo que nos tocó en 2015. Por más vocación transformadora que tuviéramos era imposible llevarlo a la práctica. Hay que dialogar para que las reformas se mantengan en el tiempo más allá de cuatro años. Eso lo vamos a resolver cuando haya reglas de juego que no van a cambiar. Además de valores como la cultura de trabajo. Es obvio que no se pueden financiar el costo social y económico de los planes sociales. El plan social debe ser un seguro de desempleo, acotado en el tiempo y para aquel que esté dispuesto a buscar un trabajo. El plan Jefes y Jefas de Hogar de Duhalde era una buena solución, pero era transitoria. Pero después la política se enamoró de los planes y eso nos toca también a nosotros porque nuestra gestión no avanzó en esa dirección. Una sociedad que castiga al trabajo no tiene mucho destino. El problema es económico y moral. También hay que dar un debate sobre el tamaño óptimo del Estado. Tiene que haber uno que podamos financiar. Hoy el Estado está ausente en temas como la seguridad pero está presente donde no debiera estar.
-¿Cómo debería ser la reforma laboral?
-No soy experto, pero la legislación es vieja y anacrónica. Tenemos el talento y creatividad argentina, pero se benefician trabajadores de otros países. Además de una reforma laboral, hay que pensar en una sindical. No puede ser que en uno de los pilares más importantes, como el de los trabajadores, las relaciones se manejen en forma antidemocrática, con dirigentes que se perpetúan y tienen sus negocios. Hoy es difícil imaginar nuevos empleos registrados.
-¿Cómo ve a los candidatos de Juntos por el Cambio y a Cornejo?
-Tengo una relación muy cercana con Alfredo Cornejo. No hay nada más antidemagógico que el discurso de Alfredo. Lidió con muchas cosas en su gobernación. La realidad le dio la razón: no se puede gastar más de lo que hay y como servidores públicos hay que administrar las cosas de la mejor manera. La idea de congelar vacantes, que empieza a prender a nivel nacional, se ve con mucha claridad en Mendoza. Los que se jubilan se van y no los remplazamos porque podemos tener los mismos servicios con otro nivel de empleo. La experiencia de Alfredo la deberíamos escalar a nivel nacional. Tengo buena relación con todos los que se han anotado como posibles candidatos, pero las candidaturas distraen un poco. Hoy sería mejor que Juntos por el Cambio le pusiera más energía a la constitución de un programa común que a las candidaturas. Es bastante obvio que si Juntos por el Cambio se mantiene unido, es la única coalición que puede garantizar una instancia de cambio. Trabajo por mantener esa unidad y estoy tratando, hasta ahora con poco éxito, en empezar a coordinar entre los equipos de cada candidato. Las PASO ayudaron a la unión, pero no nos ayuda que habilita a cada uno a tener su propio equipo y sus definiciones.
-¿Se ve en algún lugar del futuro gobierno?
-En el que sea, no trabajo para un cargo, hace seis años que no tengo un cargo formal y sigo haciendo política. Pero escuchando vamos a mejorar nuestras propuestas y vamos a bajar el nivel de ansiedad de la gente. Hay que pasar de la bronca a la esperanza.