Agustín Rossi es desde hace unas semanas el dirigente que más suena como una posible incorporación al gabinete de Alberto Fernández. Más precisamente como ministro del Interior, en remplazo del camporista Wado de Pedro. Él prefiere correrse de ese lugar: no quiere quitarle el trabajo a nadie, dice. Por ahora ministro sin cartera, está dedicado a una difícil misión: fortalecer la gestión y el liderazgo del Presidente y a la vez “poner una pizca de racionalidad” en la interna desatada en el Frente de Todos.
El ex jefe del bloque del Frente de la Victoria y también ex ministro de Defensa llegó a Mendoza en auto, desde Rosario. Vino para participar el sábado de un encuentro de los dirigentes cuyanos de “La corriente de la militancia”, la agrupación que él lidera y tiene como referente máximo en la provincia a Guillermo Carmona. El objetivo es repetir acá el ejercicio que se hizo hace dos semanas en su ciudad: una reflexión sobre el presente y futuro de la Argentina.
“Estamos convencidos de que al Frente de Todos- explica- le ha tocado gobernar en una situación muy difícil. El país venía con recesión económica y se le sumó la pandemia. Tres años de recesión consecutivos que hacen que los logros que se obtuvieron durante este tiempo no se valoren en su medida. A veces veo que la política se analiza sin tomar en cuenta el contexto en que se tomaron las decisiones que se debían tomar y llevar adelante. En ese marco, trabajamos para fortalecer al Frente de Todos, la unidad y a sus principales líderes, independientemente de que reconocemos el debate en el que hoy está inmerso claramente el Frente. En este debate creemos que estamos ante el viejo dilema del vaso medio lleno o el vaso medio vacío”.
-Los primeros que parecen no reconocer los supuestos logros del Presidente son la Vicepresidenta y su sector, que hoy son más críticos que los propios opositores.
-Hay un debate y en ese debate las voces que puntualizan el vaso medio vacío parecen ser más fuertes y potentes que las que tienen la mirada puesta sobre el vaso medio lleno. Claramente es así. Nosotros nos sentimos con la obligación de ver el vaso completo. Es cierto que tenemos como problemas que resolver la política de precios y la política de ingresos, pero también es cierto que hay un nivel de crecimiento económico importante, una balanza comercial favorable, la recaudación fiscal sigue aumentando mes a mes por encima de la inflación y, por sobre todo, vemos un importante proceso de generación de empleo que está marcado por el 7 % de desocupación con el que terminamos el año pasado.
-¿Por qué la Vicepresidenta y La Cámpora no ven lo mismo? Porque bien podrían salir a defender la gestión con los mismos argumentos.
-No soy vocero de esa posición política. Sí creo que Cristina hizo un aporte importante a este escenario, el viernes pasado en el Chaco, cuando aclaró que esto es un debate, no una pelea ni una discusión. Ahora bien, el debate para una fuerza política que está gobernando no es lo más conveniente mantenerlo en los términos de ‘cielo abierto’ que tenemos ahora. La realidad es que los debate tendrían que mantenerse en un ámbito privado, sobre todo porque estamos gestionando y tenemos esa responsabilidad. Pero bueno, a veces en política lo deseable no es lo posible. Hoy tenemos un debate, desearía que en algún momento haya una síntesis. Si no hay síntesis, desearía que se baje la tensión. Y, en todo caso, que si las diferencias políticas siguen existiendo dentro del Frente de Todos, convivamos con esas diferencias y dirimamos esas posiciones políticas en las PASO del año que viene. Si no hay síntesis hay que aprender a convivir con las diferencias, defendamos las cosas en las cuales estamos de acuerdo y encapsulemos esas diferencias.
-El problema es que esas diferencias complican la gestión. De hecho el ala cristinista de los bloques legislativos del Frente de Todos está presentando proyectos que parecen ir en contra de los objetivos del Ejecutivo.
-Creo que el debate atraviesa a todo el Frente. En cada una de las organizaciones políticas, los sindicatos, los centros de estudios. No creo que haya que analizar cada una de las situaciones en términos particulares, sino tratar de encuadrarnos en un determinado lugar. Los debates no pueden seguir eternamente porque tenemos la responsabilidad de la gestión. O se logra una síntesis o uno legitima las diferencias. Quizás cuando nos pongamos a puntualizar esas diferencias nos demos cuenta de que es un problema de velocidades, que a uno les parece que debemos ir más rápido y a otros menos rápido. En algún momento lo que hay que hacer es bajar el debate y decir ‘estas diferencias son importantes, pero no son insalvables a la hora de sostener la gestión’. Sobre todo porque el ex presidente Macri ya dijo claramente que su objetivo en la próxima elección es exterminar al peronismo. Por eso, lo que va a estar en juego en las próximas elecciones es el sentido de la historia de los últimos 70 años, si el peronismo le ha hecho bien o mal a la Argentina. Esto también tiene que ser parte del debate, porque sino parece que lo más importante es el debate entre nosotros cuando debemos fortalecer una fuerza política que sea capaz de competir en 2023.
-Eso mismo ha dicho el Presidente en su gira por Europa. Macri es su enemigo. Pero también criticó aspectos concretos del segundo mandato de Cristina...
-Es todo consecuencia de ese debate. Creo que necesitamos mirar para adelante.
-¿Cómo lo ha visto al Presidente en este momento tan particular?
-La última vez que estuve con él, antes de que viajase a Europa, lo vi muy bien. Fortalecido en su espíritu. Con mucha convicción y mucha firmeza. Muy claro en las ideas que tiene y en el rumbo que debe tener la gestión. Sabiendo con claridad cuáles son los problemas que debe resolver en los próximos meses.
- ¿Y con la Vicepresidenta ha hablado últimamente?
-He cruzado mensajes. Charlo con los dos habitualmente, pero más con el Presidente que con la Vicepresidenta.
-Por esa cercanía con Fernández, en los últimos tiempos se ha mencionado insistentemente su posible ingreso al gabinete.
-Esa es una situación que me pone bastante incómodo en lo político y personal. No estamos hablando de un gobierno que se está por conformar sino que está funcionando. Y cada vez que se me menciona para un cargo, hay un compañero o una compañera que está desempeñando esa función y pone todo su empeño. Lo que digo es la verdad: charlo con el Presidente cuando él tiene posibilidades, reflexiono con él. No me gusta decir que lo aconsejo. He aprendido después de tantos años de vida política que uno puede aportar desde los distintos lugares en los que le toca estar. Hoy me toca aportar como un dirigente sin responsabilidades de gestión, sí tengo responsabilidad políticas por mis años de militancia y mi historia. Nunca le pedí al Presidente volver a la gestión. Estar en este lugar que estoy tiene su atractivo. Uno puede hablar con más libertad. Y me permite dedicar más tiempo a lo que me apasiona, que es la construcción política.
-¿Cuál es el escenario económico que vislumbra para 2023?
-Este va a ser un año de buen crecimiento económico, más de cerca de 6 puntos que de 5, y esto va a generar una mejora en el empleo, no sólo en la cantidad sino en la calidad. El desafío es que la inflación mes a mes vaya bajando. Seguiremos con superávit en la balanza comercial y tenemos un gran desafío en lo que se refiere a la cuestión energética. El año que viene debe estar funcionando el gasoducto Néstor Kirchner, que nos permitiría no sólo dejar de importar sino también exportar. Eso también fortalecería el superávit de la balanza comercial.
-¿Y qué escenario político ve?
-No tengo muy claro aún cómo va a evolucionar el Frente de Todos. Creo que si hay diferencias políticas, seguramente va a haber PASO. El Presidente ha mostrado ya su voluntad de ser candidato y me parece absolutamente lógico, razonable y deseable que se imagine con posibilidades de reelección por todo lo que significa para la gestión. Como toda fuerza oficialista, cuando uno tiene responsabilidades de gestión sus potencialidades electorales están íntimamente ligadas con los resultados que obtenga. Por eso apuesto a fortalecer la gestión del Gobierno porque creo que allí están ancladas nuestras posibilidades electorales.
-Viendo la foto de hoy, con los datos y encuestas, muchos incluso en el peronismo se muestran incrédulos sobre las posibilidades reales de reelección del Presidente.
-Hay que mirar cómo se hacen esas encuestas, de dónde salen. Yo era presidente del bloque del oficialismo en 2009. Veníamos de la 125 y de perder las elecciones y habíamos quedado en una situación debilitada. Recuerdo que en ese momento había una sensación de que había que empezar a hablar del poskirchnerismo. Muchos dirigentes pasaban por mi despacho y me decían “Néstor y Cristina ya fueron”. Y yo contestaba que la única salida y posibilidad de tener competitividad electoral era fortalecer la gestión de Cristina. Sin eso, no había posibilidades. De esa crisis en 2009 terminamos con el 54% de los votos de Cristina en 2011. Entonces a esos dirigentes que se muestran incrédulos, les diría que no se desanimen.
-En ese recorrido desde 2009 hasta acá, usted parece estar entre dos fuegos, el del pasado, con Cristina, y el del presente, con Fernández.
-Trato de salir de ese posicionamiento, aunque entiendo la lógica. Yo me siento un dirigente kirchnerista porque reivindico cada uno de los hechos que se generaron durante los 12 años de Néstor y Cristina, y estoy orgulloso de haber sido partícipe de ese proceso. También reivindico haber estado los cuatro años macristas de persecución política y judicial sobre Cristina y Máximo al lado de Cristina. Hoy siento que, con esa identidad, debo aportar al fortalecimiento de la gestión, al liderazgo del Presidente, a la unidad del Frente de Todos y a poner una pizca de racionalidad en medio de todo este debate.