La serie de acontecimientos que se están sucediendo en las últimas semanas, no hacen más que ratificar los errores incomprensibles que se cometen día a día en materia de política exterior, que están afectando seriamente al país y de los que Mendoza no está exenta.
El mayor problema radica en que nuestro país no posee una política exterior definida en el tiempo, sino que se mueve de acuerdo con los humores de quien tiene a su cargo la conducción del país.
Como ejemplo más acabado puede señalarse lo que sucedió en Paraguay, donde los mandatarios de la Argentina y de Chile concurrieron para la asunción del nuevo presidente y donde se había pactado una reunión entre los jefes de Estado Cristina Kirchner y Sebastián Piñera. Sin embargo y aduciendo “problemas de agenda”, la señora Fernández de Kirchner decidió cancelar unilateralmente la reunión, lo que molestó profundamente a la Cancillería chilena.
Entre los temas de agenda a abordar en esa reunión figuraban la situación de la empresa aérea LAN y la parálisis en las obras de infraestructura binacional, aspecto que toca directamente a Mendoza y que, al decir de los funcionarios chilenos, se ha convertido en “una piedra en los zapatos” en razón de que la Argentina no da muestras de avanzar demasiado con las promesas asumidas.
Pero los problemas no se plantean sólo con Chile, sino que están alcanzando seriamente al funcionamiento del Mercosur, lo que quedó plasmado durante una reciente reunión del Consejo de Comercio Exterior del bloque, a la que asistieron representantes del sector privado y público de los países integrantes. Surgió allí la posibilidad de establecer la denominada “teoría de las dos velocidades” por la necesidad de concretar acuerdos comerciales con la Unión Europea.
En razón de que una cláusula en el acuerdo Mercosur establece que ningún país miembro puede realizar pactos unilaterales, sino que debe hacerlo en bloque, Brasil y Uruguay proponen la suscripción de un acuerdo marco y, en ese ámbito, cada país ir adaptándolo según sus posibilidades; planteo que surge de la molestia que genera en los sectores públicos y privados de esos países las idas y venidas dilatorias de la Argentina.
Según afirmaron los participantes, tanto Brasil como Uruguay están en condiciones de poner en funcionamiento de inmediato los acuerdos bilaterales con la UE. Dicen que Venezuela no puede hacer una oferta porque ni siquiera cumplimentó el 50 por ciento de las disciplinas para sumarse al Mercosur; Bolivia firmó sólo un protocolo de adhesión y la Argentina no se encuentra actualmente en condiciones de firmar como consecuencia de su posición proteccionista, razón por la cual necesita “algún tiempo para arreglar su economía y después entrar en una negociación efectiva”.
Los problemas señalados están afectando seriamente la credibilidad del país, lo que se traduce directamente en la carencia de inversiones extranjeras. Lo grave es que Mendoza sufre en forma directa la situación porque el distanciamiento con Brasil motiva que tengan inconvenientes los productos mendocinos -especialmente las frutas, las aceitunas y el ajo- que tienen a ese país como principal comprador; y el cuarto, en el caso del vino.
En el plano de la vitivinicultura, se indica que la carencia de acuerdos bilaterales hacen perder competitividad en los mercados externos. No menos preocupante es el conflicto en el que se ha ingresado con Chile, en razón de que están en discusión temas que directamente influyen sobre nuestra provincia, como es el caso de los pasos fronterizos y la necesidad de inversiones para agilizar el tránsito.
Un país, para ser serio y para generar inversiones y acuerdos comerciales, necesita de una política exterior coherente y creíble. Todo lo contrario a lo que está realizando el Gobierno nacional.
