Polilla de la vid, responsabilidad de todos

La polilla de la vid sigue expandiéndose y ya afecta a algunos viñedos del Valle de Uco y del sur provincial. Los organismos oficiales están trabajando pero deben contar con la responsabilidad que cabe a los productores.

Polilla de la vid, responsabilidad de todos

El crecimiento que ha logrado la polilla de la vid en los viñedos mendocinos obliga a una doble acción a los efectos de lograr que, en el mediano plazo, pueda alcanzarse la calificación de “libre de plaga”, como ha sucedido en San Juan. Esa doble acción determina que el Estado, por una parte, debe profundizar los estudios y las actividades a los efectos de lograr combatir el flagelo, mientras la responsabilidad restante corresponde a los propios productores que deben, de una vez por todas, respetar las recomendaciones de los organismos especializados a los efectos de evitar el crecimiento de la plaga, como ha venido ocurriendo.

Hasta no hace mucho tiempo, la polilla de la vid era una plaga desconocida para la Provincia. Había causado daños importantes en viñedos europeos y también había llegado a los Estados Unidos.

Sin embargo, en 2008 y, como consecuencia de la importación de máquinas cosechadoras por parte de productores chilenos, que ingresaron sin la necesaria desinfección, la polilla alcanzó a viñedos del vecino país. Chile avisó con tiempo de lo que estaba ocurriendo y declaró el alerta amarilla, la que llegó al rojo cuando observó las primeras células en la zona de Los Andes.

Sin embargo, la Argentina cometió el mismo error que Chile: permitió el ingreso de máquinas cosechadoras, no realizó la desinfección correspondiente y la plaga llegó a nuestros viñedos.

Al detectarse el problema con los primeros trampeos, tanto el Senasa, el Iscamen , como el INV adoptaron una serie de mecanismos. Los dos primeros organismos decidieron conformar un cordón sanitario en torno de los viñedos afectados -que aparecieron en Maipú- mientras el INV decidió que no se podía transportar uvas desde esa zona hacia otras de la provincia y que sólo se podía trasladar los caldos.

Es aquí donde cabe la gran responsabilidad a los productores porque se establecía, entre otros aspectos, que los camiones destinados a la cosecha en esa zona debían ser desinfectados al igual que toda la maquinaria agrícola utilizada. Nadie hizo caso a las advertencias y la polilla se propagó hacia otros departamentos, alcanzando ahora a departamentos del Valle de Uco y también del sur provincial.

Debe advertirse que la plaga afecta solamente al racimo, ya que se alimenta de los granos de uva. Ello determina que en las uvas de mesa se pierda la calidad, mientras en las uvas destinadas a la elaboración puede dejar residuos fúngicos que provocan aromas y sabores, sumando a ello algunos problemas técnicos para la clarificación. Por el momento no existen problemas para la exportación pero no sería extraño que algunos países puedan en algún momento y presionados por sus propios productores, determinar algún tipo de medida cuarentenaria.

La expansión, del orden del 41% en lo que va del año de las zonas afectadas por la polilla, no deja de sorprender. Más aún cuando San Juan, advertida de la situación, decidió profundizar las medidas y exigencias desde el orden oficial, con la suficiente concientización hacia los productores, aspectos que han determinado que el Senasa haya declarado a la vecina provincia como zona libre de la polilla del racimo.

Frente a ello, la desaprensión observada en nuestra provincia, como la denuncia realizada días pasados, en la que se señalaba que el Senasa y el Iscamen debieron recurrir a la Justicia para lograr una orden de allanamiento de una propiedad de Rivadavia, cuyo propietario trató de impedir el ingreso de inspectores para verificar los tratamientos exigidos.

Los organismos oficiales están cumpliendo entonces con la función que les corresponde. Están trabajando en la implementación de un mix entre el tratamiento de confusión sexual junto a la fumigación con bromuro de ;continúan con los trampeos para nuevas detecciones y el control del traslado de uvas interzonas. Sólo resta que los propios productores tomen conciencia de la seriedad del problema y colaborar con la parte que les corresponde. De no actuar así la plaga continuará y serán ellos los principales perjudicados.

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