En Junín y gracias a la ayuda de dos policías de la subcomisaría de La Colonia, nació un bebé de cuatro kilos, que llegó al mundo camino del hospital y en el asiento trasero de un móvil. Pese a los nervios del momento, todo salió bien y tanto el niño como su mamá se encuentra en buen estado de salud.
"Estábamos patrullando por Orfila, muy cerca del santuario de San Cayetano. Eso habrá sido cerca de las 8:30 cuando vimos que al costado del camino había un auto descompuesto y junto a la puerta, un hombre pidiendo ayuda", contó el auxiliar Darío Sosa, que conducía el móvil 2357 junto a su compañero Juan Pablo Perretti.
Los policías estacionaron detrás del vehículo descompuesto, un viejo Citroën con el motor recalentado y apenas se arrimaron, supieron que definitivamente esa sería una mañana distinta: “En el asiento de atrás había una mujer con trabajo de parto; nos dijo que ya había roto bolsa y que en cualquier momento nacía el bebé”, agregó Perretti.
La mujer que estaba por dar a luz se llama María Serafín, tiene 29 años y vive con Sergio, su marido y cuatro hijos del matrimonio en una finca de Barrancas, en Maipú, donde el hombre trabaja como obrero rural. “Había empezado con dolores en la noche, pero tenía fecha para el 13 y por eso mucho no me preocupé”, contó a Los Andes ya en una de las camas del Perrupato, con su bebé recién nacido en brazos y cuando la odisea del alumbramiento había tenido un lindo final y pasaba a ser una anécdota inolvidable.
María contó que esos primeros dolores nunca aflojaron, que pasó una noche larga y que ya cerca de las 7 supo que el bebé sería noticia pronto y que su nacimiento se adelantaría: "Salimos en el auto, mi idea siempre fue tenerlo en el Perrupato porque aquí nacieron mis cuatro hijos anteriores y así salimos".
El asunto fue que llegando a Orfila el auto comenzó a toser y a fallar: "Faltaba un montón para el hospital, más de seis kilómetros y mi bebé que ya pedía nacer", recordó la mujer y dice que entonces fue que vio el móvil policial: "Me los mandó Dios pensé y le dije a mi marido que les hiciera seña".
Sin perder tiempo, los auxiliares Perretti y Sosa cargaron a la mujer en el asiento de atrás del móvil y salieron rumbo al Perrupato: "El marido venía en la cajuela de la camioneta, mirando y tratando de ayudar pero sin poder hacer nada", recordó Perretti, que iba al mando del vehículo y por radio, avisando de la urgencia al comando, pidiendo que liberaran las calles de acceso al hospital y advirtiendo a la Guardia que la mujer estaba por dar a luz.
A su lado, arrodillado sobre el respaldo y volcado hacia el asiento trasero, Sosa ayudaba a María a dar a luz: "Cuando vi que asomaba la cabecita supe que nacería allí, que teníamos que ayudarla a parir y fue eso lo que ocurrió", contó Sosa, emocionado por el recuerdo.
Cuando el bebé finalmente nació, todavía quedaban por delante unos cuatro kilómetros hasta el Perrupato: Perretti siguió conduciendo la camioneta policial y Sosa tomó a la criatura de los pies para limpiarla y luego darle calor con masajes en la espalda.
En la entrada a la Guardia del Perrupato los médicos esperaban la llegada del móvil y apenas estacionó, cortaron el cordón del niño y lo llevaron, junto a la madre, a una sala. El papá se quedó en la puerta un momento, agradeciendo a los policías y preguntando el nombre a uno de ellos: “Se va a llamar Darío, como usted”, le dijo a uno de los auxiliares.
“Contentos por haber ayudado y por saber que el niño y la mamá están bien”, cerraron los policías, que además metieron mano al bolsillo y fueron a comprarle ropita y pañales al pequeño Darío.
