Policías muertos: el dolor y la bronca frente a la tragedia

Ríos y Cussi fueron velados en el Ministerio de Seguridad y sepultados en Guaymallén y Palmira. Testimonios de vecinos y familiares.

Policías muertos: el dolor y la bronca frente a la tragedia
Policías muertos: el dolor y la bronca frente a la tragedia

En medio de la conmoción que la noticia provocó en la sociedad mendocina y en especial, en el corazón de la familia policial, fueron velados en la mañana de ayer los restos de Daniel Ríos (40) y Jorge Cussi (32), los uniformados que fallecieron cuando pretendían poner fin a la fuga en camioneta de Alberto Petean (33), el hombre que apuñaló a su mujer embarazada y quiso escapar.

El velorio de los policías fue en el Ministerio de Seguridad, edificio al que llegaron familiares, amigos y camaradas de los dos caídos, además del gobernador Alfredo Cornejo y el jefe de la Policía de Mendoza, Roberto Munives, entre otros.

"Uno entra a la Fuerza sabiendo que la elección puede costar la vida, pero esto que pasó no tiene lógica y eso es lo que más duele", dijo uno de los uniformados durante el velorio, donde la bronca y la incredulidad fueron sentimientos tan presentes como el pesar y la angustia.

La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, se solidarizó con las familias de los uniformados, mientras que el Gobernador decretó duelo provincial por 24 horas.

Pasado el mediodía un doble cortejo partió desde el Ministerio, con la idea de conducir los restos de los policías a dos cementerios. Así, el cuerpo del auxiliar Daniel Ríos fue llevado al cementerio de Guaymallén, donde los empleados habían colocado banderines celestes y blancos en el recorrido hasta su sepultura final. Por otro lado, los restos del inspector Jorge Cussi fueron llevados al cementerio de Palmira, previo paso por San Roque, donde Cussi vivía junto a su mujer y sus hijos.

"Mire, yo he sido toda la vida de San Roque y no recuerdo acompañamiento como el de este muchacho. Muchos autos y banderas argentinas, pero especialmente motos, no solo de la policía sino también motoqueros, calculo que han pasado unas 200 motos", cuenta Miriam,  que vive en ese distrito que es límite con Palmira: "La cabeza del acompañamiento iba saliendo de San Roque y los últimos todavía no entraban al pueblo".
Jorge Cussi estaba casado con María Pastrana, también policía en el destacamento de San Roque. La pareja tuvo cinco hijos: el menor, un varón de un mes de vida y el más grande, un niño de siete años.

"Acá todos le van a decir lo mismo, que Jorge era un excelente vecino, un buen muchacho, un morocho con sonrisa de bonachón", dice Eduardo, que atiende una farmacia en ruta 50, muy cerca de la casa de Jorge.

La vivienda de los Cussi está en calle Godoy, un camino de tierra que se desprende de la ruta y que zigzaguea entre casas humildes y lotes. Al fondo, detrás de una hijuela hay un pequeño grupo de casas, algunas a medio construir. Allí viven los Cussi y en la siesta de ayer, María Pastrana había sido sedada para intentar superar el momento.

"Mi yerno fue una gran persona", dice Ramón Pastrana, suegro de Jorge en la puerta de la casa y mientras acaricia la cabeza de su nieto mayor:

“Viven acá hace seis añosy a esta casita, él la iba equipando en sus ratos libres. La pintó, le puso los cerámicos, todo".

María es policía, como lo fue su marido, presta servicio en San Roque aunque desde hace un tiempo está con licencia por maternidad. "Estamos todos destruidos. Lo único que pedimos es justicia porque Jorge no merecía algo así. Trabajaba en la Vial pero lo querían todos, si hasta vinieron clubes de motoqueros a despedirlo", cuenta una tía del joven.

"Yo tengo 63 años y si me dejan, lo mato con mis propias manos. Le juro que no me importa ir a la cárcel, pero tiene que haber justicia", implora Juana,  suegra de Jorge, con la voz cortada por el dolor.

Avanza la tarde y en la casa de los Cussi hay familiares y amigos conteniendo a la mujer del policía y también andan por allí sus hijos, cuatro varones y una nena, todos muy chicos y por eso mismo, casi ajenos a la desgracia.

Paso a paso de tragedia

Llamado al 911

La alerta entró a las 15. En calle Blas Parera, de Gutiérrez, Maipú, una discusión de pareja terminó con Carolina Cecer Giorge (37), embarazada de gemelos, con heridas de arma blanca.

Fuga

El agresor, esposo de la mujer herida y luego identificado como Alberto Sebastian Petean (33), se da a la fuga en su Ford Ranger. Es detectado por cámaras.

Persecución

Por la ruta 82 al oeste. Alberto Petean circula muy rápido hacia Cacheuta, una moto policial ocupada por Jorge Gussi y Daniel Ríos lo persigue.

Giro en U y muerte

Al llegar al destacamento de Blanco Encalada, Petean hizo un giro en la ruta y atropelló a los uniformados ya en la banquina. La camioneta dio varios tumbos.

Un guía de montaña 

Alberto Sebastian Petean (33) es oriundo de Buenos Aires, vivió en Maipú pero también pasaba gran parte de su tiempo en Tunuyán, donde hacía cruces al Portillo Argentino con cabalgatas. Esa actividad era parte de las excursiones que organizaba como guía de montaña perteneciente a la Asociación Argentina de Montaña.

Tiene antecedentes penales y en su prontuario consta una causa de noviembre de 2005 por abuso sexual sin acceso carnal.

Petean fue imputado por femicidio en grado de tentativa, por el ataque a su pareja, y homicidio agravado por la situación de sujeto pasivo y homicidio criminis causa por los asesinatos de los policías Jorge Cussi y Daniel Ríos.

El fiscal Carlos Torres confirmó que los análisis a Petean confirmaron cocaina en sangre.

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