La tarde del 14 de marzo del año pasado, Lucas Carrazco (22) preparó su güiro y se fue para la cancha de Independiente Rivadavia (del cual era socio) para ver el partido contra Instituto de Córdoba por la B Nacional. Llevaba el güiro porque tocaba ese instrumento en la hincha de los "azules". Se despidió de su madre y partió con su hermano rumbo a la cancha. Su madre lo volvería a ver unas horas más tarde, todo ensangrentado, en el hospital Lagomaggiore. Dos días después, Lucas moría en el Central.
Las informaciones oficiales indicaban que como el partido no se había llevado a cabo debido a un corte de luz, hubo una trifulca entre un centenar de policías en Boulogne Sur Mer y Callejón Sur (continuación de Clark), del Parque San Martín, a metros de la cancha de Independiente, y que allí, Carrazco recibió un "botellazo en la cabeza", lo que a la postre lo llevaría a la muerte.
Su familia y sus amigos, en cambio, denunciaron a los policías que estuvieron en la revuelta: "Uno de ellos disparó con un lanzagases y ese proyectil le dio en la cabeza a mi hijo", cuenta ahora, cerca de un año del hecho, su madre, la empleada del Concejo Deliberante de Guaymallén, Viviana Espina.
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Sus familiares y sus amigos definen a Lucas como "un chico de barrio, normal, fanático del fútbol y de la Lepra; alguien que no se metía con nadie y que no contaba con ningún tipo de antecedentes". Vivía en la casa con sus padres y sus hermanos, Matías (24), Mariano (18) y una chica menor, de 14 años. Fue justamente Mariano quien estaba con él la noche de la agresión. "Aquella noche, cuando mi hijo llamó a la ambulancia, le dijeron que tenía que esperar como una hora, así que pararon un taxi y lo llevaron hasta el Lagomaggiore. Más tarde llegó al hospital un grupo de policías al mando del comisario Rómulo Díaz a cargo del operativo, le dijeron a la médica que querían hablar con Lucas y ella no los dejó", rememora la madre del chico asesinado. Dos días más tarde, en el hospital Central, Carrazco moría.
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Una vez ocurrida la agresión de la que se hicieron eco los medios de comunicación, desde el Ministerio de Seguridad se aseguró que el joven había recibido un "botellazo" que ocurrió "en medio de una pelea entre simpatizantes". El mismo ministro Leonardo Comperatore lo indicó por la prensa en más de una ocasión.
Entretanto, el caso caía en manos del fiscal especial Daniel Carniello, quien tenía a su cargo la nada fácil tarea de investigar a los más de 100 policías que habían participado del enfrentamiento con hinchas: efectivos de Infantería, de UMAR y de Policía Montada. Los de Infantería son quienes usan las armas antitumultos por lo que la búsqueda se contrajo a esa división.
Con el comienzo de la pesquisa algunas cuestiones comenzaron a aclararse: muchos testigos convocados por Carniello aseguraron ver cómo al menos dos policías de Infantería disparaban "a la altura de las cabezas" con los lanzacohetes que disparan gases lacrimógenos. Del mismo modo, en la revisión de la escena del crimen, nunca se halló la supuesta botella ni rastros de vidrios rotos en la zona donde Lucas Carrazco cayó desvanecido.
En el expediente que está en manos de Carniello se indica que todo el tiempo las autoridades máximas de seguridad estaban al tanto de lo que sucedía la noche de la agresión. En el desgrabado del CEO, se lee que a las 21.56 "hay un herido con arma de fuego". Algo que contradice con lo dicho inicialmente por los jefes de Seguridad.
Más adelante en el tiempo, las pericias hechas sobre la ropa de Lucas indicaron que las prendas presentaban "presencia de deflagración de pólvora y ausencia de material vítreo (en referencia a la famosa botella de la que habla la policía). Igual, la necropsia sacó a la luz que el cuerpo de Carrazco "no presenta heridas compatibles con una pelea", amén del golpe en la cabeza "hecho con un elemento romo", según dice en el expediente. El mismo estudio indicó que el cadáver "no presentaba restos de alcohol, drogas, ni ansiolíticos en sangre".
Para terminar con el combo de indicios, en el croquis confeccionado por Criminalística, sale a la luz que Lucas fue "apuntado desde una distancia aproximada de diez metros y cuando la víctima se encontraba de espaldas".
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La causa no cuenta con imputados pero sí se ciernen las sospechas sobre dos efectivos de Infantería. De todos modos, desde la fiscalía de Carniello dijeron a este diario que el tema ha sido -y es- largo pero que la pesquisa "está bien encaminada", por más que el juicio no se vea cercano.
Entretanto, desde el lado de Seguridad, al día de hoy, insisten en que todo fue por una botella; la botella que no aparece.