Ocurrió en 2019 pero volvió a tomar a transcendencia en las últimas horas por el comienzo del juicio. Se trata de un caso que involucra a una mujer policía acusada de haber torturado y asesinado a balazos a un matrimonio del barrio porteño de Parque Avellaneda para robarle entre 70.000 y 80.000 dólares con los que planeaba pagar un viaje a Disney para su hija.
Sonia Rebeca Soloaga (36), quien cumple prisión preventiva, será juzgada ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 7 de la Capital Federal como presunta autora del doble asesinato de Alberto Antonio Chirico (71) y su esposa María Delia Speranza (63).
El TOC 7, integrado por los jueces Gabriel Vega, Gustavo Rofrano y Alejandro Noceti Achaval, fijó el inicio del debate para el miércoles y dispuso otras dos audiencias para los días 19 y 21 de este mes.
Voceros judiciales indicaron a Télam que lo más probable es que, debido a la pandemia, las audiencias sean de manera virtual, vía alguna plataforma electrónica.
La acusación estará en manos del fiscal de juicio Oscar Ciruzzi y la causa tiene como segundo imputado al por entonces novio de Soloaga, el también policía porteño Diego Alberto Pachilla (37), quien está excarcelado y se le imputa la figura de “encubrimiento doblemente agravado”.
Ambos acusados eran pareja al momento del hecho y trabajaban en la comisaría 9C de la Policía de la Ciudad, fuerza de la que fueron separados ni bien fueron imputados en este expediente.
Soloaga será juzgada por “robo agravado por haber sido cometido con un arma de fuego en concurso real con homicidio criminis causa, reiterado en dos oportunidades, cometidos mediante arma de fuego y alevosía, y falsa denuncia”, delitos que prevén la pena de prisión perpetua.
En su requerimiento de elevación a juicio, la fiscal que investigó el caso, Estela Andrades, dio por probado que el hecho ocurrió el 11 de junio de 2019, entre las 12 y las 14.30, ocasión en la Soloaga entró a la casa de la calle Garzón “aprovechando la relación que había logrado forjar” con el matrimonio.
Es que ese domicilio era cercano a la parada donde, por meses, la policía prestó sus servicios de calle, y Chirico le permitía a la oficial el uso del baño y le solía servir café y comidas.
Andrades sostuvo que Soloaga “pergeñó un plan para así ingresar a la vivienda y apoderarse de dinero en efectivo -entre 70.000 y 80.000 dólares en moneda extranjera y pesos-, perteneciente a los nombrados Speranza y Chirico, ejerciendo violencia sobre aquellos y mediante la utilización de un arma de fuego, luego de lo cual dio muerte a los nombrados con alevosía, y a fin de asegurar su impunidad”.
La fiscal afirmó que las víctimas “fueron golpeadas fuertemente en sus cabezas (a culatazos), lo que le permitió obtener el dinero en cuestión, que se hallaba escondido en diferentes sectores de la casa”, entre ellos “una caja de leche marca ‘Verónica’, una caja de ‘Maicena’ ubicada en la alacena, un caño plástico con dos tapitas y una caja de zapatillas”.
Según la fiscal, el matrimonio fue ejecutado por Soloaga de un disparo en la cabeza cada uno, “aplicado desde atrás mientras se hallaban indefensos boca abajo”, para lo cual utilizó como silenciador un almohadón de color bordó.
La clave para vincular a Soloaga con el doble crimen estuvo en una denuncia que la propia imputada formuló ese 11 de junio por la tarde en la comisaría 7A, donde aseguró que la habían asaltado y le robaron 300.000 pesos en efectivo y su arma reglamentaria cundo circulaba con su auto por Flores, camino a hacer un depósito para pagar el viaje del cumpleaños de 15 de su hija.
Lo que llamó la atención de los investigadores es que la misma mujer policía que solía cubrir la parada del domicilio del matrimonio asesinado y que tenía relación con ellos, había denunciado que la asaltaron, que disparó dos tiros -misma cantidad de vainas 9 milímetros recolectadas de la escena de crimen-, y que le habían robado el arma y 300.000 pesos en efectivo.
Además, cuando inspeccionaron su vehículo, la policía encontró 70.850 pesos guardados en la campera del uniforme de Soloaga.
Según Andrades, fue una falsa denuncia “con el propósito de cubrir su accionar, y en particular deshacerse de la pistola que fuera utilizada en la comisión del crimen”.
Pero la propia Soloaga, al ampliar su declaración indagatoria, confesó que lo del asalto era una mentira y dijo que en realidad el arma y los 300.000 pesos los había perdido cuando fue al baño de una estación de servicio, lo que para la fiscal es “poco creíble”.
Para Andrades, el posible móvil del doble crimen fue la deuda que Soloaga tenía que saldar para poder pagar el viaje a Disney por el cumpleaños de 15 que su hija adolescente iba a hacer el 14 de julio de ese año.
La empresa “Fun Time” informó que a la fecha de los hechos, Soloaga debía la suma de 6.021 dólares (276.000 pesos al cambio de esa fecha).
La fiscal Andrades sostuvo que “no resulta para nada creíble” que Soloaga haya podido ahorrar ese dinero con sus horas adicionales “ya que se ha acreditado que en dos años le fue abonado en tal concepto 109.728, es decir, menos de la mitad del total adeudado”.
En cuanto a Pachilla, la fiscal sostuvo que “enterado del robo a mano armada y posterior asesinato de las víctimas por quien resultó la autora de éstos (Soloaga), se decidió a ayudarla para evitar que fuera descubierta” y, por ello, lo mandó a juicio por “encubrimiento agravado”, aunque su defensa cree que será absuelto porque no puede ser imputado de ese delito si al momento del hecho era pareja de la otra imputada.