“Culpable”, resonó en el auditorio municipal de Tunuyán de boca del presidente del jurado popular. Así, ayer al mediodía se sentenció el destino los cuatro acusados de asesinar a la empresaria Norma Carleti (59). El femicidio fue tan resonante y conmovedor que sacudió no sólo a la provincia sino al país, cuyos medios de prensa ayer reflejaron la sentencia, y se instaló como uno de los más aberrantes en la historia criminal de Mendoza. Y así se dio fin a un recorrido de más de tres años que se inició tras el salvaje hecho.
Los 12 mendocinos que conformaron el jurado habían pasado la noche del viernes en un hotel de Tunuyán tras haber debatido durante casi 10 horas sin lograr llegar a un veredicto. Por eso el juez David Mangiafico determinó encapsularlos para que descansaran, con custodia policial, y retomaran el debate horas después.
Ese hecho, sin antecedentes en la provincia, configuró otras de las muchas particularidades que tuvo el caso, como la condena a Leonardo Hisa, ex esposo de la víctima, sin dudas poco común. El ex dirigente radical fue condenado a prisión perpetua como instigador de homicidio agravado por el vínculo por precio o promesa remuneratoria y femicidio. Tras la lectura de la sentencia, el juez técnico dejó sin efecto la prisión domiciliaria de Hisa y ordenó su inmediato traslado a la cárcel.
Los tres hombres con quienes compartía el banquillo de los acusados recibieron penas distintas, pero sobre dos de ellos también recayó la pena máxima que contempla el Código Penal. Kevin Guerrero fue hallado culpable como autor de homicidio agravado por el vínculo por precio o promesa remuneratoria y femicidio. Su padre, Juan Carlos, fue sentenciado como partícipe primario del delito de homicidio agravado por precio o promesa remuneratoria.
Menor pena recibió Alexis Guerrero al ser hallado culpable como partícipe secundario de robo con homicidio. Mangiafico le fijó condena de cinco años de prisión.
Tras el fallo, los abogados defensores plantearon la inconstitucionalidad de la perpetua pero fue rechazado por el magistrado.
Un asesinato alevoso
La Justicia determinó que el asesinato de la empresaria ocurrió de la siguiente manera. Hisa comenzó a planear el crimen de su ex el 23 de febrero de 2018, luego de que Carleti le comunicara que el tiempo de llegar a un arreglo sobre la división de bienes había finalizado. La mujer le adelantó que al día siguiente viajaría a Mendoza para firmar los papeles y de allí partiría al aeropuerto para volar a Buenos Aires.
Tras ese mensaje, Hisa se comunicó con Juan Carlos Guerrero y le “encargó” el crimen a cambio de una suma de dinero. El hombre era un empleado de confianza, aunque habitualmente realizaba tareas de albañilería.
El 4 de marzo, minutos antes de las 21, Guerrero llamó a Hisa, quien le dijo que debía acelerar la muerte de su esposa, ya que si Norma firmaba las acciones legales del divorcio el lunes 5 de marzo, los bienes deberían distribuirse e Hisa perdería una serie de propiedades que pretendía mantener.
Al parecer por carecer de contactos en el mundo del hampa y con el tiempo corriendo en su contra, Guerrero acudió a sus propios hijos para encarar la tarea. Así, Kevin y Alexis Guerrero llegaron a las 23.45 del 4 de marzo de 2018 al cruce de las calles Almirante Brown y Dalmau, a bordo de un Fiat 600. Estacionaron y fueron caminando hasta la casa de Carleti, ubicada en calle República de Siria 348, de Tunuyán.
Amparados por la oscuridad de la noche, treparon la medianera, rompieron la puerta de la cocina y entraron. Allí los improvisados sicarios encontraron a la exitosa empresaria. Uno de ellos le dio una patada en el rostro y luego le asestaron 55 puñaladas -20 por la espalda- con dos cuchillos de cocina que tomaron de la mesada, provocándole la muerte. Luego escaparon sin robar nada.
Los gritos de la mujer y los movimientos en la casa fueron advertidos por los vecinos, que minutos más tarde llamaron a la Policía. El caso comenzaba a ganar una magnitud que pocos imaginarían. Se trataba de una exitosa empresaria, asesinada alevosamente y en un tranquilo departamento. Norma era parte de una de las familias con mayor tradición frutícola de Mendoza, reconocida principalmente por la exportación de cerezas.
Horas después se empezaría a develar el misterio. La señal que transmitió la pulsera electrónica de Kevin Guerrero, quien estaba con prisión domiciliaria, al momento y en el lugar del crimen alertó a los investigadores, que tras una serie de allanamientos lo detuvieron. Luego caerían sus hermanos y su padre.
Las primeras versiones apuntaban a un hecho de inseguridad como hipótesis más sólida. Pero el paso del tiempo y la tarea de los pesquisas cambiaron el foco, basados en un móvil netamente económico. Fue entonces cuando se apuntó a Hisa como instigador del femicidio.
El ex legislador y ex pareja de la víctima fue apresado el 12 de marzo de 2018 y el 23 de abril se le dictó la prisión preventiva. Pasó al penal y, debido a su frágil estado de salud, obtuvo el beneficio de prisión domiciliaria en noviembre de ese mismo año.
Ya en su casa dio entrevistas, donde aseguró ser inocente y que sus problemas maritales y económicos con Norma se habían resuelto y acordado entre ambos. “A la política le sirve decir que el caso Carleti fue femicidio y no inseguridad”, le dijo a Los Andes en una entrevista publicada el 24 de marzo de 2019. “Varias veces he pensado en quitarme la vida”, admitiría en la misma charla.
Meses después del crimen, un audio tomado en la cárcel complicaría aún más las cosas para los imputados. Desde un pabellón, el 31 de mayo de 2018 unos presos que compartían celda con Kevin Guerrero grabaron una conversación. En los 53 minutos que duraba el audio, se oía a Kevin asumirse como el asesino de Norma e involucrar a su padre y a Hisa como instigador del asesinato de su propia ex esposa.
Ese audio fue discutido varias veces por los abogados defensores, quienes entendían que no se trataba de una prueba válida. Sin embargo, desde la fiscalía del Valle de Uco le otorgaron el valor de una pieza clave en el expediente.
El fiscal en jefe de Homicidios, Fernando Guzzo, y el fiscal del Valle de Uco, Jorge Quiroga, mostraron durante el debate otras pruebas que complicaban a los ahora condenados, sobre todo a los hermanos: el ADN de Alexis en las uñas de Carleti, el alerta de la tobillera electrónica de este joven y las antenas que ubicaron su celular en la vivienda de la mujer. El Fiat 600 de la familia abandonado a metros de la escena del crimen y el testimonio de una policía que llegó al lugar y reconoció a los dos sospechosos terminaron de sentenciar su suerte.