Tras cuatro días de juicio, finalmente este jueves un jurado popular encontró culpable a Darío Jesús Chaves Rubio (33) por el travesticidio de Melody Barrera (27), la joven ultimada de seis tiros en la madrugada del 29 de agosto de 2020. El ex policía, que ya estaba en el penal provincial, fue condenado a prisión perpetua pese a declarar que él se defendía de un ataque. Se trató del primer debate por un hecho de odio a la orientación sexual que se realiza en Mendoza.
El lunes inició el juicio en el Polo Judicial de la provincia, al cual llegaron los 12 miembros del jurado junto con la fiscalía de Homicidios, la querella y la defensa. La jueza técnica Nancy Lecek abrió el debate y luego las tres partes fijaron sus hipótesis sobre el crimen.
Finalmente este jueves, el acusado fue encontrado culpable por el jurado popular y condenado a prisión perpetua por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, odio a la expresión de género (travesticidio), por su función, alevosía y ensañamiento.
Durante el martes y el miércoles pasaron al estrado testigos que ayudaron a reconstruir lo ocurrido aquella fría madrugada de agosto en Correa Saá y Costanera de Guaymallén, donde la joven trabajadora sexual falleció tras agonizar a raíz de las hemorragias que le causaron las seis heridas de bala, de las cuales cinco la atravesaron. Según confirmó uno de los peritos del Cuerpo Médico Forense en su testimonio, la muchacha trans falleció por el shock hipovolémico (pérdida de sangre).
Luego, presentó su declaración Érica Narváez, la pareja de Cháves Rubio, quien fue citada por la defensa del acusado a cargo del abogado Pablo Cazaban. La mujer aseguró: “Nunca me expresó opiniones negativas. Él sabía que una compañera mía de trabajo, con la que tengo una amistad y compartía viajes era trans, y jamás me mencionó algo malo ni hizo referencia en un sentido negativo”.
Confesión y castigo
Durante el jueves el acusado pidió declarar ante el jurado popular y la jueza Lecek, previo al cierre de los alegatos finales. El ex policía se adjudicó la autoría del crimen, pero no sin antes dar su versión de los hechos en la que aseguró que esa madrugada se defendió de un intento de robo y que pensó que lo iban a matar.
Luego buscó adentrase en los detalles de cómo fue el ataque por parte de Melody. “Consulté por sus servicios y ella me habló desde la ventana de mi auto. Desde ahí se metió y me arrojó gas pimienta y me sacó el arma. Me di cuenta de esto cuando iba camino a mi casa”, aseguró en el banquillo de acusado.
Pero al hablar sobre el momento del travesticidio reconstruyó que sólo regresó para recuperar su arma, pero cuando se acercó a ella, Melody la sacó de su bolso, le apuntó y gatilló contra él. “Le lancé una patada y en el forcejeo el arma se cae al piso. La tomo y me levanto. Sentí mucho miedo, no sé cuántas veces disparé, pensé que iban a matarme”, explicó sobre ese trágico momento.
Finalmente buscó darle fuerza a su relato asegurando que en aquel momento se encontraba shockeado, alcoholizado y drogado. Y tras darle lectura a un escrito explicó que mientras no estuvo detenido pasó días de mucha angustia.
“Jamás actué aprovechando el estado de indefensión de nadie. No tengo odio contra las mujeres trans, he salido siempre con ellas; si pudiera volver el tiempo atrás, lo cambiaría. Sólo espero que sean justos y poder volver a estar con mi familia”, puntualizó.
Travesticidio y promesa cumplida
La reconstrucción que hizo la fiscalía de homicidios y que defendió los cuatro días del juicio reza que el sábado 29 de agosto de 2020, Darío Chaves Rubio estaba de franco y llegó a las 2.50 hasta la esquina de Alberdi y Ferrari en Guaymallén. Allí discutió con Melody, quien en su defensa le echó gas pimienta en la cara.
El entonces policía se fue. A los metros fue alcanzado por un móvil de la Policía que patrullaba la zona y lo vieron fregarse los ojos. Luego Chaves Rubio se encontró con un chofer de una empresa privada de taxi a quien le aseguró: “Voy a buscar el arma y voy a cagar a tiros a los travas”.
A las 3.50, Chaves Rubio volvió en su VW Bora de color gris en busca de Melody, quien para esa hora estaba en avenida gobernador Ricardo Videla y Correa Saa. Se bajó, discutieron y con el arma reglamentaria le pegó dos tiros de frente. La joven intentó escapar y mientras corría, le propinó cuatro tiros por la espalda.
“Chaves Rubio tenía una gran capacitación de tiro, practicaba con blancos de FBI, una hoja A4, a 10 metros de distancia”, remarcó Fernando Guzzo, jefe de fiscales de Homicidios. Y añadió: “La mató por la espalda y sin posibilidad de defensa, la dejó agonizando. Además el cuerpo de Melody no tenía golpes ni signos de defensa”.
Tras los disparos, Chaves Rubio huyó a toda velocidad del lugar. Pero los vecinos de la zona, las compañeras de trabajo de Melody y las cámaras de seguridad le jugaron en contra y fueron los mejores aliados en la investigación que encabezó la fiscal Andrea Lazzo.
A los veinte días del crimen, el asesino fue detenido en el momento en que prestaba servicio. En su cintura estaba la Bersa 9 mm que le fue otorgada por la Policía de Mendoza para velar por la seguridad de los ciudadanos. La misma arma que utilizó en un día de franco para realizar todo lo contrario: asesinar a una persona en estado de indefensión.
“Fue una hora de furia: Chaves planeó, ideó y ejecutó este macabro hecho y cumplió esa promesa de ir a buscar el arma y matarla”, agregaron los fiscales. “Un policía sabe cómo es un disparo seguro. Solo atendió a su voluntad y satisfacción del deseo de acabar con la vida de una travesti”, cerró Guzzo.