El israelí Gil Pereg, único imputado y detenido por el asesinato de su madre y de su tía -los cuerpos de las mujeres que habían viajado de Israel para visitarlo fueron hallados enterrados en el patio de su vivienda de Guaymallén a fines de enero de 2019-, fue trasladado durante la tarde del viernes al hospital psiquiátrico El Sauce.
La decisión tiene que ver con que la Justicia hizo lugar a un pedido del abogado de Pereg, Maximiliano Legrand, quien había solicitado que se le brindara de manera urgente asesoramiento psiquiátrico. El diagnóstico con que ingresó el imputado por el doble crimen es “síndrome psicótico en estudio” y “síndrome obsesivo compulsivo”.
De esta manera, Pereg abandonó provisoriamente la cárcel de San Felipe, aunque estará en el pabellón judicial del efector de salud. Desde el Ministerio Público Fiscal, en tanto, aguardan que se les informe sobre una posible fecha de alta.
Entienden que el acompañamiento que le harán le permitirá al hombre llegar en condiciones óptimas al juicio.
“Gil Pereg no tiene nada nuevo, es el padecimiento mental que ha tenido siempre”, destacó su defensor, Maximiliano Legrand. “No está diferente a cómo ha estado siempre. Quizás lo que ha variado es el criterio del psiquiatra que le hizo el examen y determinó que se lo interne”, insistió. Y destacó que “esta vez desde la Justicia tuvieron sentido común”.
Problemas tras las rejas
Legrand también se refirió a las numerosas situaciones que derivaron en la presentación del recurso, e indicó incluso que el riesgo de suicidio siempre ha estado latente mientras el israelí ha permanecido detenido en San Felipe.
Según relató el letrado, uno de los problemas se suscitaba dado que Pereg no defecaba en el inodoro y depositaba sus excrementos en una de las paredes de la celda. Esta situación se tornaba más problemática aún, ya que los guardias penitenciarios tampoco estaban muy contentos con tener que hacer esa limpieza extra. Así las cosas, ingresaban a la celda para limpiar todo con una hidrolavadora.
“Pasaban la hidrolavadora por todos lados y los excrementos quedaban salpicados en el resto de las cosas. Entonces esto le daba asco a Pereg. No tenía problemas con que estuvieran en la pared, pero cuando salpicaba a otro lado, la consideraba ‘caca sucia’”, detalló Legrand.
Desde que fue detenido y derivado a San Felipe, Gil Pereg ha sido noticia en reiteradas oportunidades. No sólo por el macabro doble asesinato por el que está imputado y muy comprometido, sino también por sus particularidades.
Sus abogados hace tiempo insisten con el estado de vulnerabilidad de su salud mental, y el propio Pereg ha irrumpido en las salas de debate maullando a los gritos (dice auto percibirse como un “hombre gato”).
No obstante, desde la fiscalía están convencidos de que todo se trata de una puesta en escena y argumentan que solamente comienza a maullar a los gritos cuando hay cámaras cerca.
En la última audiencia, en febrero de este año, Pereg declaró sufrir maltratos por parte de los guardias y otros internos, pese a estar aislado. “Está aislado, pero le meten ‘lanzas’ (elementos punzantes fabricados por los otros internos) por las ventanas. Con ello lo pinchan y lo lastiman”, acusó su abogado Legrand.
Pereg está imputado por los asesinatos de su madre Pyrhia Sarusi (63) y su tía Lily Pereg (54). Las hermanas israelíes fueron halladas sin vida el 26 de enero del año pasado en el predio que habitaba el acusado, en calle Roca al 6000 de Guaymallén. Los cadáveres estaban enterrados en una habitación casi oculta en el fondo del predio, atravesados por hierros.