El Tribunal Oral en lo Criminal 1 de la ciudad de Dolores, tras dar a conocer la sentencia de los 8 rugbiers ordenó este mediodía que se investiguen a Juan Pedro Guarino y a Tomás Colazo por los delitos de falso testimonio, tal como había sido solicitado la fiscalía. Por el delito podrían recibir una pena de un mes a cuatro años de cárcel.
Los jueces María Claudia Castro, Emiliano Lazzari y Christian Rabaia hicieron lugar al planteo de la fiscalía para que se extraigan copias de la causa y se inicie una investigación para establecer si los dos rugbiers que no fueron sometidos a juicio cometieron falso testimonio.
Ambos estuvieron la noche del asesinato de Fernando Báez Sosa y fueron testigos de la defensa durante el juicio. Para el fiscal Juan Manuel Dávila, al momento de dar sus declaraciones no dijeron la verdad y le pidió a los jueces que los investiguen por falso testimonio.
La declaración de Guarino
Juan Pedro Guarino declaró ante el tribunal que sintió “vergüenza y mucho dolor” por lo ocurrido y que no vio ninguno de los golpes.
“No pude creer, imaginé que se estaban peleando de vuelta y, ya cansado, me fui. Habíamos ido de vacaciones a pasarla bien, ellos ya se habían peleado anteriores veces. Yo había hablado con mi mamá y con mi novia, que si volvía a pasar me iba a volver de las vacaciones. Por eso digo que no lo podía crear”, dijo.
Uno de los letrados le preguntó“¿Escuchaste algún comentario cuando llegaste a la casa?”, y Guarino respondió “No, estaba muy enojado. Me metí en la habitación, cargué el celular”, comentó.
Además, agregó que se enteró de que mataron un chico “a la tarde cuando estábamos con los precintos” porque “lo dijo un policía”.
La palabra de Colazo
Tomás Colazo era menor de edad cuando ocurrió el asesinato de Fernando Báez Sosa. Había ido a Villa Gesell con su familia y esa noche salió al boliche Le Brique con los rugbiers. En el juicio declaró que “todo paso muy rápido” y no dio detalles diciendo que no podía recordar.
“Me acuerdo tener cerca a Máximo (Thomsen), a Ciro (Pertossi). Era todo muy rápido, había gritos. En un momento veo a alguien en el piso y ahí le pongo el brazo a Máximo en el pecho, lo tiro para atrás, yo no soy de pelear, no me gustan las peleas, lo hice con la intención de parar. Hago eso, me mirá y ve que era yo, no puedo recordar si continuó”. Había piñas, patadas. Lo que vi cerca mio fue a Máximo, a Ciro, pegar bien no vi, ni a quien, no estoy seguro”.