Traición y muerte: a 10 años del crimen del empresario ajero por el que fueron condenados su esposa y el amante

En 2011, Aroldo Domínguez fue ultimado a golpes en su propia cama pero su cuerpo apareció en el canal Pescara. Su pareja y el hombre con el que lo engañaba fueron condenados a perpetua.

Traición y muerte: a 10 años del crimen del empresario ajero por el que fueron condenados su esposa y el amante
Adrián Herrera y su amante Adriana Geroli, esposa del empresario asesinado, recibieron la pena máxima por el crimen.

Una camioneta abandonada con rastros de sangre en su interior y el hallazgo del cuerpo de su propietario en un canal, bien podría ser el inicio de una novela policial con un robo que termina con una muerte, donde con el correr de las páginas se van develando detalles y distintas situaciones que la hacen atrapante y con un final imprevisto. Sin embargo, esta historia es parte de la vida real y ocurrió hace 10 años.

Sus protagonistas fueron Aroldo Domínguez (40), propietario de un lavadero de hortalizas y reconocido productor y empacador ajero de Maipú; su esposa Adriana Geroli (45), ama de casa; y Adrián Herrera (41), un “bagayero” que vendía celulares traídos desde Chile.

Fue en la madrugada del viernes 18 de un caluroso mes de febrero de 2011, cuando fue encontrada abandonada una Toyota Hilux con parte de su carrocería quemada en la intersección de las calles Santa María de Oro y Lavalle de San José. Los peritos descubrieron restos de sangre en el asiento trasero de la doble cabina.

Casi a la misma hora se encontró el cuerpo sin vida de un hombre. Estaba semi hundido en las aguas de un afluente del canal Pescara.

Dos hechos, una causa

La investigación inicial unió ambos hechos en una sola causa. La camioneta estaba a nombre de Aroldo Domínguez, cuya desaparición había sido denunciada horas antes por Adriana Geroli, anteponiendo en su declaración la palabra de estar ante un hecho de inseguridad.

Con esos elementos a la vista, el fiscal Daniel Carniello inició su tarea orientando la investigación en un asalto que había terminado con la muerte de Domínguez como consecuencia de haber recibido duros golpes en la cabeza. Pero el pesquisa tomó como relevante el hecho de que el hombre tenía sus manos atadas con precintos y estaba con el torso desnudo.

Y como Aroldo, según declaró su esposa, había dirigido sus pasos al casino de Guaymallén, se especuló que el homicidio podría estar ligado a alguna deuda de juego o una cuestión dineraria. Pero, como ocurre en este tipo de hechos, la pesquisa también se orientó en otras direcciones, en un abanico que involucró a la intimidad de la pareja cuando se escucharon voces que hablaban de una relación extra matrimonial por parte de la mujer.

Intervenido el teléfono de Adriana, se encontraron llamadas con Adrián Herrera, amante de la mujer en una relación de vieja data. A varias semanas de descubierto el hecho, llamó la atención un llamado donde se hacía referencia a “quemar todas las evidencias”. Y por eso hubo un allanamiento en la casa de calle Maipú del barrio Sismo VI, donde vivía la pareja con dos hijos.

De ahí los uniformados se llevaron el colchón de la cama matrimonial donde, con la utilización del luminol, se encontraron restos hemáticos que habían intentado eliminar con agua, cítricos y alcohol. El expediente fue cerrado con la conclusión fiscal: Aroldo Domínguez había sido asesinado a golpes en el lecho conyugal y después su cuerpo fue llevado hasta el canal donde fue encontrado. El acto había sido cometido por la pareja “clandestina”.

Amantes condenados

Exactamente 14 días después, la Policía detuvo a Adriana Geroli y también a Adrián Herrera por la muerte de Domínguez. Ambos, que mantenían una oculta relación sentimental, también se habían unido para cometer el crimen y terminaron alojados en diferentes penales.

Se volvieron a ver un año más tarde, cuando se desarrolló el juicio oral y público en la sala de la Primera Cámara del Crimen, conformada por los jueces Víctor Hugo Comeglio, Lilia Vila y Orlando Vargas, donde cada uno a su turno negó los hechos y se declaró inocente.

Sin embargo, después de algunas audiencias, el Tribunal terminó condenando a los amantes a la pena de prisión perpetua bajo la imputación de homicidio criminis causa, en concordancia al pedido del fiscal Javier Pascua y la querella en manos de Alejandro Poquet.

En el otro extremo se ubicó en su alegato defensivo de la pareja el abogado Alberto Aguinaga, pidiendo para ambos la absolución lisa y llana.

En medio de la lectura del fallo hubo gritos, insultos y lágrimas por parte de Adriana que, junto a familiares, fue retirada de la sala.

Pudo ser parte de una novela pero fue real y se transformó en uno de los hechos policiales más resonantes de la última década en Mendoza.

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