Siguen cayendo los integrantes de la banda de Aldana Ojeda, la sindicada líder de un grupo de delincuentes que cometía asaltos -algunos a través de engaños- en el Gran Mendoza. Se suman los acusados y uno de ellos confesó uno de los hechos y fue condenado.
En un mes la gavilla pasó de cuatro a siete sospechosos. A principios de octubre les dictaron prisión preventiva a Ojeda, Pablo Valdivia, Edwin Coria y Antonella Ponce por seis causas diferentes, y en la continuidad de la investigación en las últimas semanas se logró la captura de Gerardo Nery González y dos hombres más: uno de apellido Cornejo y el otro Herrera.
Estos tres últimos y las dos mujeres mencionadas están imputados por un asalto ocurrido este año en el local de ropa Kevingston, ubicado en calle Espejo de Ciudad. El 22 de marzo ladrones irrumpieron en el negocio y se llevaron $650.000, 5.000 dólares, mercadería, chequeras y una notebook.
Los cinco están señalados en esta pesquisa y uno de ellos, González, ayer admitió su participación y accedió a un juicio abreviado. A partir de esto su defensa pactó una pena efectiva de cinco años con el fiscal Gustavo Pirrello por el delito de robo agravado por el uso de arma de fuego y con reincidencia. El juez Juan Manuel Pina González avaló el acuerdo.
El ahora condenado y el resto de los sospechosos aparecen como los miembros de un clan que se movía en conjunto para cometer atracos. Para los sabuesos, Aldana organizaba todo y los demás serían sus “soldaditos”.
La caída
Desde los primeros días de junio pasado Ojeda y tres hombres quedaron detenidos, luego de la recolección de pruebas que hicieron las fiscalías de Robos y Hurtos y de Homicidios. Los investigadores sostienen que esta mujer no sólo estaba al frente del grupo, sino que en varios hechos era también el nexo para captar víctimas a través de negociaciones por redes sociales.
El modus operandi en esos casos consistía en muy buenas oportunidades de compra o venta de dólares a través de Facebook y Marketplace para conseguir interesados. La cabecilla iniciaba las transacciones y se mostraba sin problemas en sus redes, hasta que llegaban a un acuerdo y quedaban en reunirse con los clientes en algún sitio para concretar el cambio de moneda.
Sin embargo, al llegar al lugar pactado las personas no se encontraban con ella sino con sujetos que las asaltaban. En todas las oportunidades, segundos antes Ojeda se comunicaba con los damnificados para decirles que había tenido un imprevisto y que no podría asistir.
Así se fueron sumando denuncias similares, hasta que se dio el hecho más grave. El 7 de mayo en una casa de calle Pedro Vargas, en Dorrego, Guaymallén, delincuentes irrumpieron con el objetivo de robar dinero pero su propósito se vio frustrado por Carlos Almazán (51), un policía retirado.
Este hombre forcejeó con dos ladrones armados que le terminaron disparando. El ex efectivo estuvo muy grave durante los primeros días de internación y luego se fue recuperando.
Los ladrones habrían llegado al domicilio con el dato de que el padre de Almazán tenía dólares que pondría en garantía para salvar su vivienda. El plan delictivo no se concretó porque tanto este señor como su hijo se resistieron-ambos resultaron heridos-y los autores debieron escapar sin el botín.
Por este episodio se identificó a Aldana, a su novio, a Valdivia y a otro hombre como responsables. Todos fueron detenidos e imputados por homicidio criminis causa en grado de tentativa; es decir, intentaron matar para ocultar el asalto, calificación con penas de 10 a 15 años.
Esta fue la “causa madre” para empezar a desarmar a la banda y con el paso del tiempo fueron capturando a más integrantes. Con respecto a los primeros cuatro detenidos, recuperaron la libertad por falta de pruebas el novio de la joven y otro muchacho.