La Corte provincial desestimó un pedido de los abogados de Elizabeth Ventura , solicitando que las escuchas telefónicas - prueba principal de crimen del médico León Burela (64)- fueran declaradas nulas.
La Sala Pena de la Corte contestó el planteo de los letrados Cristina Vieira Leyton y Agustín Magdalena, advirtiendo que “las nulidades no son apelables”.
Al desestimar el planteo, quedó “firme” la decisión del juez Carlos Manuel Díaz, del Tribunal Penal Colegiado Nº 2, que en diciembre de año pasado había dictaminado que las escuchas son legales, cuando los defensores habían solicitado que se desestimaran de la investigación a las comprometedoras escuchas.
Los defensores, inicialmente, le habían solicitado lo mismo al juez Fernando Martínez del Juzgado Penal Colegiado Nº 1. Y en este caso, la respuesta fue la misma.
“La Antonia sabe lo del auto Eli.. Vos estás enferma.. Realmente... ¿Vos sos la que guardás secretos? Decile pues que mataste a tu marido... que mandaste a matar a tu marido... si le contás todo, decile que vos mandaste a matar a tu marido... no, realmente se me cayó todo.. estoy”, dice Mónica Castro (53), más conocida como “la vidente” o “la bruja”, en una conversación telefónica que mantuvo con Ventura.
Ambas están imputadas por el crimen de Burela. La imputación de Ventura es homicidio agravado por el vínculo; la de Castro, homicidio agravado en calidad de instigadora y por participación necesaria. Pero esta última logró el beneficio de la prisión domiciliaria por su estado de salud
El caso
León Burela fue ejecutado en la tranquila mañana del 15 de abril de 2019, en la casa 17 de la manzana D, del barrio Kolton. El médico estaba solo porque su mujer se había ido al gimnasio. Cerca de las 11, La víctima, en bata y cursando un posoperatorio, estaba sentado en un sillón del living, frente al televisor. Allí fue ejecutado.
Entonces el asesino traspasó el portón de rejas, ingresó al patio de la vivienda, donde estaba estacionado un Toyota Etios de color rojo, y abrió la puerta. Ni bien ingresó al living, encontró al médico sentado y lo ejecutó de cuatro balazos que salieron un arma de calibre pequeño.
Según las pericias iniciales el médico no pudo hacer nada salvo, tal vez, levantar intuitivamente el brazo izquierdo para protegerse por lo que el primer proyectil le ingresó por la axila. El segundo disparo le rozó el cuello y el plomo terminó incrustado en la ventana del frente de la vivienda.
Pero el tirador fue por más: como un profesional, se acercó a la víctima y disparó dos veces más: el tercer disparo le dio en un hombro y el cuarto fue directo al cráneo.
Terminado el trabajo, el delincuente salió por la puerta llevándose el teléfono de la víctima y dos armas de puño: una calibre 9 milímetros y el arma homicida.