Ránking de delitos que cometen los menores en Mendoza: robos, peleas y agresiones sexuales leves

Se estima que en el Gran Mendoza la Justicia Penal de Menores abre unas 3.000 causas anuales que tienen como autores a niñas, niños, adolescente y jóvenes. Por diversas razones, gran cantidad de casos no se denuncian o no se computan.

Ránking de delitos que cometen los menores en Mendoza: robos, peleas y agresiones sexuales leves
En los últimos años ha bajado población juvenil internada en el ex COSE. | Foto ilustrativa: Ignacio Blanco / Los Andes

El homicidio de Ángel Yerdeo, el joven de 25 años que recientemente fue asesinado en La Favorita cuando iba a comprar una moto tras haber pautado con los agresores la transacción a través de las redes sociales, vuelve a poner en la agenda pública la delincuencia juvenil.

Al día siguiente del hecho ocurrido en Ciudad, el padrastro de uno de los presuntos autores llamó al 911 para entregar a un chico de 17 años que habría disparado, según sostiene la Fiscalía de Homicidios que lo imputó por homicidio criminis causa y lo derivó a la Justicia Penal de Menores, ya que no tiene aún mayoría de edad. Ahora, la Policía busca a otro joven –mayor de edad- que también participó del asesinato.

Este tipo de hecho vuelve a poner la lupa sobre la participación de niños, niñas y adolescentes en el mundo del delito. A falta de estadísticas oficiales serias y precisas sobre la cantidad de menores que delinquen en Mendoza, ya que el Ministerio de Seguridad no aportó datos para esta nota y el Poder Judicial, algunas estadísticas parciales que no reflejan la problemática en su totalidad, Los Andes consultó a tres experimentados especialistas que sustentan sus opiniones con números y ejemplos que se acercan a la realidad.

Una imagen exterior del  ex COSE
Una imagen exterior del ex COSE

En los últimos años, en cada una de las tres Fiscalías de Menores de la Primera Circunscripción Judicial ingresaron unas 1.000 causas anualmente. Es decir que, en total, suman unas 3.000 denuncias por año en los departamentos más densamente poblados: Ciudad, Godoy Cruz, Maipú, Las Heras, Guaymallén, Luján de Cuyo y Lavalle.

Pero esto es sólo una parte de lo que conforma el delito juvenil provincial ya que un porcentaje, un 20% de estos 3.000 casos, no aparecen en las estadísticas porque sus autores son menores no punibles, es decir que, si bien los hechos son investigados, nunca se los imputa.

Por otra parte, una masa de un 50% más –unos 1.500 casos- tampoco entran en las estadísticas ya que corresponden a menores de 16 y jóvenes de 17 y 18 años partícipes en delitos menores con penas menores a dos años (por ejemplo, el robo de un teléfono en un bar) y que nunca se los imputará.

Luego, hay otra masa importante de delitos que no aparecen en las estadísticas porque son calificados como “NN”. En ellos el denunciante indica que el ladrón era menor pero nunca se logrará identificar.

Tampoco están incluidas en estas estadísticas las causas donde los menores han actuado junto a mayores, ya que estos expedientes ingresan a la Justicia Penal y luego son derivados a la Justicia de Menores en casos en que hay que imponer una pena.

A esto hay que agregar dos datos: estamos hablando del Gran Mendoza, es que decir que resta información del Valle de Uco, del Este y del Sur provincial, y según la última encuesta de victimización realizada por el Gobierno de Mendoza, el 57,1% de los delitos no son denunciados por la víctima. Estas cuestiones dificultan establecer un número real sobre el delito juvenil en la provincia.

Tipos de delitos

A la hora de establecer qué tipos de delitos cometen los menores de 16 años, cerca del 30% son ilícitos contra la propiedad: hurtos, robos simples y robos agravados por uso de arma o por escalamiento.

Otro 30% son delitos contra las personas: lesiones, golpizas a compañeros, al vecino, agresiones leves, sin armas. Igual porcentaje tienen delitos contra la integridad sexual, es decir, menores que abusan de otros menores. Generalmente son agresiones leves, en el ámbito familiar, tocamientos, sin penetración, situaciones en las que se mezclan los impulsos sexuales adolescentes con el descubrimiento del sexo.

El restante 10% lo constituyen otros tipo de delitos. Entre ellos, el caso del homicidio del barrio La Favorita, donde el detenido actuó junto a un adulto que tiene 20 años. “Los menores que actúan con mayores no lo hacen con ladrones ‘profesionales’ sino con amigos que tienen un par de años más que ellos”, explica una fuente que conoce desde adentro la Justicia Penal de Menores.

Cantidad y calidad

“No hay un aumento sustancial de menores que delinquen en los últimos 10 años. El crecimiento puede equiparse con el aumento poblacional. Además, los delitos son más leves en cuanto a calidad”, opina un investigador consultado.

Esta misma fuente sostiene que el crecimiento del delito juvenil es fluctuante y en los últimos años no se han visto tantos chicos con el perfil del recordado “Morocha”, antisociales y de gran peligrosidad, que actuaron allá por el 2000.

Tampoco parece haber (tantos) delincuentes juveniles como los surgidos hace poco más de 10 años, en la época de La Jaqui y sus “angelitos”, chicos dedicados a la venta de droga pero también “a meter caño” ante cualquier conflicto.

Por último, si bien el grado de reincidencia es muy alto, el fenómeno presenta su contracara. “El éxito del sistema de penal de menores es muy importante: un 50% de los chicos que cometieron algún delito, incluso robo con armas, el sistema los encausa y no vuelven a delinquir. En estos casos, el sistema funciona si hay una familia detrás que se preocupa”, afirma el investigador consultado.

Cuando el Estado y la familia fallan

“La cantidad de chicos que delinquen se ha mantenido en los últimos años pero esa cantidad no es baja. Son mayormente chicos que cometen robos agravados con arma o escalamiento en robos domiciliarios. Actúan en grupo, con la participación de mayores”, sostiene el doctor en Derecho Penal, Carlos Parma, juez y camarista Penal de Menores, autor de libros sobre la problemática del delito juvenil.

Carlos Parma, juez de menores.
Carlos Parma, juez de menores.

A la hora de bosquejar un perfil de estos menores, Parma apunta: “Son hipoculturalizados, consumen droga y alcohol a edad temprana, de familias monoparentales, subalimentados, chicos que están a la deriva. El Estado falla y la familia falla. Esa vulnerabilidad los lleva al delito, que hay que achacárselo a los mayores”.

Para esta problemática el juez considera que no existe una sociedad que responda. “Hacen falta empresas que les den trabajo y también políticas de reinserción, que en otra épocas fueron más eficientes, más talleres de oficios. Hubo épocas en que trabajaban en jardinería, viveros, salían a hacer montañismo”, detalla.

Chicos en situación de encierro

Actualmente, en la Dirección de Responsabilidad Penal Juvenil (DRPJ), conocida como ex-COSE, se encuentran alojados 32 jóvenes punibles, que tienen entre 16 y 18 años.

En tanto que la Unidad de Medidas Alternativas (UMA) tiene bajo su órbita a 620 menores de 16 años que han cometido algún hecho ilegal y que están en sus casas, monitoreados por 80 funcionarios que los supervisan periódicamente.

Algunos de estos menores se encuentran en el Centro de Adolescentes con Medidas Excepcionales (CAM), no en situación de encierro, sino en un sistema de libertad controlada. En general, los estos chicos sub-16 han cometido delitos menores, como hurtos y robos.

Arturo Piraces, director del Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil.  Foto: Mariana Villa / Los Andes
Arturo Piraces, director del Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil. Foto: Mariana Villa / Los Andes

Arturo Piracés, responsable de la DRPJ, afirma que se mantiene estable el número de adolescentes que han sido condenados por la Justicia de Menores: actualmente hay cinco chicos condenados por homicidio, que deberán pasar entre 4 o 5 años internados, según la condena que se determinó en un juicio. Aunque recientemente un juez condenó a un menor a una pena equiparable a un mayor por homicidio simple: 11 años de prisión.

“Lo que veo actualmente no es un crecimiento de los menores que delinquen sino una mayor cantidad de delitos cometidos por las mismas personas. Los llamamos reiterantes”, explica Piracés, un especialista en el tema, ya que viene desempeñándose en su cargo, intermitentemente, desde 1985.

Las niñas también delinquen

Volviendo a los menores de 16 años, Piracés explica que un 10% de las personas ingresadas al UMA, es decir 62, son niñas y que “sólo hay una chica de 16 internada por haber participado de un robo agravado”.

“Estas adolescentes participan en hechos como robos o bien delitos con drogas, en donde los protagonistas son varones. Ellas forman parte del grupo de amigos, o son novias o familiares de los delincuentes. Acá no hay bandas conformadas por chicas exclusivamente, como vi en Washington”, analiza el funcionario.

La presencia de menores de ambos sexos en delitos está marcada por una constante: la acción de mayores que los impulsan a actividades ilegales. Muchos forman parte de bandas dedicadas al robo y, en mayor medida, a la venta de droga. Son los llamados “soldaditos”, última escala en la pirámide organizativa del mundo de la droga. Este perverso sistema permite, entre otras cosas, que los adolescentes tengan a mano dos problemáticas graves: el uso de armas y el consumo de drogas.

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