Hace 16 años Mauricio Javier Suárez Echegaray (47) le dijo a Diego Coronel, un amigo que en ese momento trabajaba en el Ministerio de Seguridad y hoy lo hace en la municipalidad de Godoy Cruz: “me mandé una cagada y me tengo que ir del país”.
La presunta “cagada”, según la justicia, era una cuestión muy grave: Suárez fue acusado de haber asesinado, en la mañana del 13 de julio de 2006, al psicólogo Flavio Piottante (39) y a su paciente, Analía Estrella Libedinsky (30).
Suárez ya logró su objetivo de máxima: el año pasado el doble homicidio quedó impune y por lo tanto nunca será juzgado. Pero ahora, el sospechoso del crimen quiere volver a casa en la Cuarta Sección de Ciudad o bien seguir viviendo donde está pero sin ningún problema. Y para que esto pase debe conseguir un papel donde diga que ha sido sobreseído.
Pues bien, en setiembre pasado cuando ya se habían cumplido 15 años del crimen y por lo tanto el delito había prescripto el abogado, Martín Ríos le solicitó a la Fiscalía de Instrucción N° 18, a cargo de la fiscal de Homicidios Claudia Ríos, que le otorgara el sobreseimiento a su cliente, que dictara la extinción de la acción penal.
La fiscal se lo negó; le dijo que antes debe identificarlo para descartar que haya cometido algún delito. Entonces el defensor de Suárez fue a reclamarle a la Justicia que ordene el sobreseimiento. El viernes próximo la jueza María Cristina Pietrasanta deberá decidir al respecto en una audiencia pactada para las 9.40.
¿Sobreseimiento, presentación o extradición?
Estas son las posibles opciones que puede tomar la jueza:
1- Que le dé la razón al defensor y ordene dictar sobreseimiento. En este supuesto, Suárez no tendría que presentarse.
2- Que le dé la razón a la fiscal y que Suárez se tenga que presentar para lograr el sobreseimiento. En este caso, el abogado del todavía imputado podría apelar la medida y solicitar que un tribunal penal decida la cuestión e, incluso, llegar a la Corte provincial para que el máximo tribunal decida el entuerto. Si esto pasara, Suarez debería seguir oculto por lo menos un año más.
En cambio, si Suárez decidiera presentarse ante la fiscal, sería detenido por lo menos durante 4 o 5 días hasta que se determine su identidad y se vea que sus antecedentes –sin contar la sospecha del doble crimen- están limpios. Luego sería sobreseído y se podría ir a su casa, junto a su mujer y su hijo.
Pero esto, siempre y cuando Suárez esté oculto dentro de los límites del territorio argentino. Si estuviera en el extranjero – recordemos que le dijo a su amigo, “Me mandé una cagada y me tengo que ir del país”- su situación sería un tanto más compleja.
En este caso, Suarez podría volver ilegalmente a Argentina, tal como habría hecho para salir, o bien tomarse un avión e intentar el regreso. Pero en ese momento saltarían las alarmas ya que el hombre tiene pedido de captura internacional. Y aquí su idea de regreso sin gloria se vería truncado: sería detenido por un tiempo más o menos largo -meses o años- hasta que se pida y se establezca una extradición.
El brutal doble crimen
Los cuerpos sin vida del psicólogo Flavio Piottante y a su paciente, Analía Estrella Libedinsky fueron encontrados en la mañana del 13 de julio del 2006. Los médicos forenses detectaron luego dos balazos en el cuerpo de Flavio, uno en el tórax y otro en el cuello; en tanto que a Estrella la habían golpeado en el rostro y luego la habían estrangulado. Las pericias determinaron que como horario probable de muerte las 23 del 12 de julio, con un margen de error de dos horas.
Quien se topó con la escena de crimen fue Beatriz Llín, la madre del psicólogo, que desde el día anterior llamaba a su hijo por teléfono sin obtener respuesta. Preocupada, caminó algunos metros y llegó hasta la vivienda del profesional, que era usada además como consultorio, en Barcala y Chile de Ciudad.
La mujer ingresó a la propiedad ya que tenía llaves y observó mucho desorden, sangre por todos lados y a su hijo y a la paciente muertos. Ninguno de los ingresos había sido forzado.
Los primeros pasos de la investigación se dieron sin demasiadas novedades, hasta que se produjo una declaración clave. Diego Coronel, por aquellos días director de Logística del Ministerio de Seguridad, se presentó en la fiscalía el 16 de julio y contó que había estado con el presunto autor cenando en la calle Arístides Villanueva y que éste le había dicho: “Me mandé una cagada y me tengo que ir del país”.
Suárez era el ex novio de la pareja de Piottante -Andrea Troncoso- y eso dio pie a tejer una hipótesis del crimen. Cuando se ordenó la detención de Suarez, había desaparecido.
El sospechoso había dejado su auto fue encontrado abandonado en inmediaciones de la terminal de ómnibus. Las antenas de teléfono ubicaron su celular en la zona donde se cometió el doble crimen, precisamente en la noche que mataron a las víctimas.
Durante los últimos años, la causa pasó por las manos de cuatro fiscales. Los datos sobre su posible paradero llegaron y fueron variados; se habló de San Juan, San Luis, Buenos Aires y Chile, pero ninguno fue certero. Aun después de que el año pasado el caso quedara impune, nada se sabe del paradero del sospechoso.