“Los niños le tenían miedo”, “era mala”, “le pegaba al marido”. Con estas frases los vecinos describieron a la enfermera jubilada desaparecida el 19 de julio pasado, pero buscada con intensidad hace 15 días. Los Andes llegó a Pueblo Diamante, un enorme barrio ubicado en la periferia del centro de la Ciudad de San Rafael, a sólo 10 cuadras del Kilómetro Cero, donde la mujer vivió desde chica. En un caso que se investiga como homicidio y tiene un solo imputado pero varios sospechosos, una serie de pruebas y rastrillajes pretenden develar el mismo misterio: ¿dónde está Silvia Zulema Chávez?
La mujer desapareció el 19 de julio, sin embargo ese dato pudo ser confirmado gracias a la actividad de su celular porque nadie se molestó en ir a hacer una denuncia de su paradero. Pasaron más de 100 días, hasta que una allegada fue a la comisaría 8 de San Rafael y preguntó por ella. Acto seguido, comenzó una de las causas más intrincadas de la provincia de los últimos tiempos, la cual quedó en manos del fiscal Javier Giaroli.
Ya han pasado casi 15 días desde que comenzó la ardua investigación para saber dónde está la mujer de 73 años. Su vivienda se convirtió en el punto principal de la pesquisa y se ubica en uno de los barrios más antiguos del departamento sureño, con vecinos que demostraron ser muy unidos entre ellos, aunque con pocos halagos para describir a la enfermera desaparecida.
Sus calles apenas pavimentadas, con acequias sin terminar y árboles que denotan los años que carga el barrio se volvieron el centro de noticias en las últimas semanas. Chávez vive en una humilde casa ubicada en la calle Ecuador al 1600, que permanece con custodia policial. En el costado izquierdo hay un portón de chapa, que tiene una puerta para ingresar al departamento que está al final del terreno. Allí era donde vivió unos meses Mauricio Albornoz, el único imputado en la causa por homicidio y robo.
Albornoz y su pareja llegaron a ese departamento el 13 de junio pero, a mediados de julio, Chávez había comenzado los trámites con una abogada para desalojar a la pareja porque les tenía miedo. Un día antes de su desaparición llamó al 911 para advertir que estaba asustada porque había varias personas en el inmueble del fondo en lo que parecía una fiesta. Sin embargo, a pesar de la insistencia de la operadora, la mujer no quiso que fuera un móvil policial y cortó.
Desde chica en la misma casa
Chávez vivió en esa casa de Pueblo Diamante desde soltera porque era de sus padres. Por ello, muchos de sus vecinos la conocen hace décadas.
“Los padres vivían acá en frente, después se vino ella con el marido, pero era mala con él. Le pegaba y a veces lo dejaba afuera en pleno invierno. A los niños no los dejaba pisar la vereda y no quería que nadie se estacionara al frente de su casa. Cuando eso pasaba salía con la escoba o les hacía escándalo”, contó Amelia, una de las vecinas que vive del otro lado de la calle.
“Los inquilinos alcanzaron a estar dos o tres meses. Pero todos los que le alquilaban no duraban nada, se iban”, aseguró la mujer que vive en el barrio hace más de 30 años. Sobre Albornoz y la novia contó que jamás escuchó “ninguna bulla o ruidos molestos” pero que tampoco los conoció.
Chávez es insulinodependiente y en los últimos años vivía sola. Como es jubilada, parte de la investigación del fiscal fue verificar que en los últimos tres meses no hubo movimientos en el banco, ni en la mutual. “Estaba siempre sola”, describió Paola, otra vecina.
Se había peleado con la hermana por la casa paterna y llevaba años separada de su marido. Sin embargo, no se habían divorciado legalmente y por ese motivo el hombre quedó bajo sospecha de femicidio ya que quedarse con la pensión de su ex esposa podría ser un móvil.
“Con el único que se hablaba era con su sobrino, el César”, describió Amelia. Se trata del muchacho a quien la mujer le iba a regalar unas persianas, las mismas que luego los detectives hallaron en la actual vivienda de Albornoz.
“Ella andaba siempre en bicicleta, se la veía que salía a hacer las compras y volvía. Jamás me saludó, ni a mí ni a nadie, no se daba con nadie. Era reacia con todos los vecinos, entonces directamente nadie le hablaba”, explicó Alejandro, uno de los vecinos de las casas lindantes a Chávez.
“Con mi marido nos dimos cuenta de que llevaba varios días sin salir a limpiar la vereda, pero pensamos que se había ido a visitar al César o que se había mudado. La verdad, no le dimos importancia”, cerró Amelia sincera en su relato.
A ese mismo desinterés se sumó Félix, un adulto mayor que vive en la casa que sigue a Chávez del lado izquierdo, ya que para la derecha hay un baldío con una casa abandonada. “La verdad, no me di cuenta de que no estaba porque yo no tenía relación con ella, jamás me dirigió la palabra. De repente veo que se había venido a vivir la hermana acá al lado y ahí me enteré de que la andaban buscando, pero porque ella me preguntó si no la había visto”, relató el hombre que lleva 30 años viviendo pegado a Chávez, con apenas una muralla de distancia.
“No se llevaba bien con nadie, pero con nadie”, remarcó el hombre de unos 70 años. “Yo no sé qué le pudo haber pasado. Nos ponemos a conversar con los vecinos y ninguno sabe nada”, expresó Félix, quien agregó que los únicos tratos que mantuvo alguna vez con la enfermera jubilada fueron porque “le molestaban los ruidos”.
“Al inquilino no lo conocí, de él no sé nada. Nunca lo vi y tampoco escuché nada de ruidos ni fiestas”, concluyó.
El resto de los vecinos coincidieron en describir la “obsesión” de la mujer por la limpieza de la vereda y la poca importancia que les causó no verla. “Los niños le tenían miedo”, agregó Milagros, una joven que se crio en ese barrio y recordaba los malos tratos de Chávez en la infancia.
Búsqueda incesante
Zulema Chávez fue buscada en su casa, en hospitales, clínicas privadas, centros de salud y hasta en geriátricos, pero sin un solo rastro de ella. Durante los últimos días la Policía Científica, junto a peritos del Cuerpo Médico Forense, tres perros de la División Canes y peritos antropólogos comenzaron los rastrillajes.
Los primeros dos fueron en dos fincas de Cuadro Nacional, un distrito sanrafaelino, donde en 2019 Albornoz había usado esas tierras como desarmadero de algunos vehículos robados. Pero el resultado fue negativo.
Más tarde, un nuevo dato los llevó a continuar con los operativos en la zona de la casa de la enfermera. El tercer rastrillaje fue en “Valle de Oro”, una enorme bodega abandonada que tiene piletones de hasta ocho metros de profundidad. Allí encontraron una bolsa con huesos, pero rápidamente los antropólogos la descartaron porque “eran de un animal grande”.
También hallaron una valija con herramientas cotizadas en gran valor, entre las que había taladros y llaves de marcas internacionales. “Evidentemente son producto de algún hecho delictivo y deberán ser investigados”, aseguró uno de los partícipes del rastrillaje a Los Andes.
El ultimo operativo fue en una fábrica de vidrio, también abandonada, a una cuadra y media de la casa de la víctima, pero allí tampoco encontraron nada.