No es la primera vez que Abigaíl Alexandra Carniel (18) se va de su casa, en el asentamiento 25 de Marzo, de Las Heras. Aunque nunca antes había permanecido tanto tiempo –hoy se cumplen nueve días, para ser exactos- como si la tierra la hubiese tragado.
El pasado martes 13, después de discutir -y luego reconciliarse- con su mamá, partió a casa de su amiga Nené, que vive a unas tres cuadras y tiene 28 años más que ella. “¿Mamita cobraste?”, le dijo a Verónica Carniel, su mamá, que la tuvo exactamente a la edad de Abigaíl. La madre había percibido la Asignación Universal por Hijo y le dio 200 pesos.
La chica salió con lo puesto: pantalón azul, remera rosa y campera celeste. Dos días más tarde, al regreso de un bar céntrico junto a Nené, en un colectivo de la línea 353, Abigaíl decidió bajar antes de tiempo y empezó a caminar por el barrio Sargento Cabral. Su amiga siguió de largo hacia su casa. Al menos eso es lo que se dejó escrito en la denuncia presentada ante la Oficina Fiscal 5 de Las Heras. Desde entonces, el paradero de la adolescente es un verdadero misterio.
“Abi”, así la llaman, nació el 16 de enero de 2003 y lleva el apellido de su mamá porque en ese entonces su papá estaba detenido y nunca más se lo cambiaron. Luego tuvo tres hermanos: Jaír (12), Zhaira (10) y Hernán (8), aunque en la familia también viven sus primas Rocío (11) y Morena (8), hijas de una tía que las abandonó.
“Es rebelde y solemos discutir, pero como lo hacen toda madre e hija. Nada serio”, minimiza Verónica, que trabajó como empleada doméstica y ahora está desocupada. Reconoce que no conocía demasiado el entorno de su hija, pero que solía tener amigos más grandes, como la propia Nené, que tiene 46 años.
“Abi” repitió de año más de una vez; por eso, aunque debería egresar en 2021, recién concurre a segundo de la secundaria. “Llamé a la directora y me aseguró que todo estaba bien, que no vio nada extraño en ella”, cuenta Verónica.
La familia sobrevive con 14.000 pesos de la AUH, además de lo que cobra Lucas, el papá, por sus changas como albañil.
Verónica vuelve al posible origen del misterio. “¿Por qué solíamos pelear? Por cosas normales; a veces no quería hacer lo que yo le pedía o se negaba a ir a la escuela. Pero enseguida nos arreglábamos”, insiste.
“Al menos hasta donde sé, no tenía novio por eso no creo que se haya ido con alguien”, deduce su madre. Y agrega: “Me preocupa que no dé señales de vida. En otras oportunidades, aunque sea con sus amigos, seguía conectada. Hasta su Facebook está en blanco”.
Verónica no se animó a afirmar si Nené es confiable. “No lo sé, no la conozco”, aclaró. En cambio, asegura que entre el martes 13 y el jueves 15 su hija estuvo en esa casa. Sus propios hermanos la vieron.
“Me bajo acá”, cuenta Verónica que su hija le dijo a la amiga mayor la noche de ese jueves al regresar del Centro. En la fiscalía, finalizó, no tienen ninguna novedad. “Es más: suelen llamarme a mí para consultarme si sé algo, aunque debería ser al revés”, reflexiona.
“Espero que sólo esté escondida y que vuelva pronto. Le pido por favor -concluye- que nos dé señales de vida”.