Un anciano, de nombre Ernesto, fue engañado por un par de delincuentes, quienes le vaciaron las cuentas del banco simulando ser socios de un familiar suyo. En total le sustrajeron $130 millones de pesos. El hecho ocurrió en el barrio porteño de Belgrano.
Al parecer, los ladrones conocían la situación del anciano, que vivía completamente solo en un departamento, y se aprovecharon para hacerle la clásica artimaña del ‘’cuento del tío’'. De este modo, una mujer se hizo pasar por su hermana y lo engañó diciéndole que debían cambiar los dólares que tenían depositados en el banco con la excusa de que eran ‘’de cara chica’' y que, si no procedían a cambiarlos rápido, el dinero perdería su valor.
Luego del engaño telefónico, un auto arribó al domicilio del anciano en el cual venían dos hombres que le dijeron que eran ‘’asistentes’' de su hermana. Este les creyó y subió al vehículo, en el cual fue transportado a la caja de seguridad en donde este guardaba celosamente sus ahorros.
Una vez que llegaron al lugar en donde estaban depositados los pesos, lo enviaron solo a vaciar las cajas, el anciano obedeció y salió con el dinero en un bolso. Después de lograr su cometido, los delincuentes le preguntaron si tenía más dinero en otro banco, a lo cual el jubilado les respondió que tenía más plata depositada en otros dos bancos.
De esta forma los ladrones dieron una visita a los bancos restantes ejecutando el mismo procedimiento. Una vez que despojaron a Ernesto de todo el dinero, hicieron un recorrido de media hora fingiendo estar ocupados haciendo otro tipo de trámites. No conformes con el malintencionado acto, le robaron el celular y lo dejaron en una esquina del barrio de Caballito, mintiéndole de que volverían en media hora con los nuevos billetes de ‘’cara grande’'. Evidentemente, nunca volvieron.
Al cabo de media hora la víctima procedió a llamar a su hermana; fue así que se enteró de que había caído en una estafa.
En una entrevista con el medio A24, Andrés, uno de sus sobrinos, señaló que: “Lo llevaron a pasear un poco con la excusa de que tenían que sacar una fotocopia especial, le dijeron que iban a estacionar para que no caminara, y a los 30 minutos se dio cuenta de que no iban a volver. Ahí es cuando pidió un celular y llamó a mi mamá”.
El anciano murió producto de la angustia que le causó el incidente unas horas más tarde de haber hecho la denuncia. El cuerpo sin vida de Ernesto fue descubierto por Andrés, quien lo encontró sentado en el sofá de la casa. Su sobrino procedió a practicarle ejercicios de RCP, pero ya era tarde.