La Justicia ordenó que el único detenido por el femicidio de Silvia Zulema Chávez,- una enfermera jubilada de 72 años de San Rafael cuya desapariciòn y muerte fue reportada tres meses después de qu se produjera- recupere la libertad.
Esa fue lo que decidió hoy el juez Sergio González cerrando la audiencia de prisión preventiva solicitada por el fiscal Javier Giaroli. “Libertad pura y simple”, fue la orden que dictó el magistrado sureño para Mauricio Albornoz, el hombre que le alquiló un departamento interno a la víctima previo a que muriera.
La muerte de la enfermera jubilada es un tanto atípica: su desaparición fue denunciada casi accidentalmente 104 días después de que se produjera y, hasta hoy, el cuerpo de la mujer no ha sido hallado.
Pese a esta rara situación, el fiscal Giaroli y la policía de investigaciones sureña trabajaron aceleradamente y se logró la detención de Albornoz, tras conseguir una cúmulo de pruebas e indicios que lo incriminarían.
Pero el juez González desestimó estas pruebas y se inclinó por la libertad de Albornoz, quien continúa imputado. Ahora, tal como se había pautado internamente, el caso quedó en manos de la fiscal de Violencia de Género Paula Arana, al tratarse de un femicidio, cuyo protocolo Giaroli venìa cumpliendo. Ahora desde el ministerio Público Fiscal analizan apelar la decisión del juez y volver a solicitar la prisión preventiva.
La acusación
Para la fiscalía, cerca el 20 o 21 de julio pasado Mauricio Albornoz y su pareja, ambos ocupantes del departamento interno que Chávez tenía en su casa, ubicada en Ecuador al 1600 de San Rafael, rompieron la cadena que la víctima tenía en la puerta trasera de la mujer, ingresaron y en el comedor la habrían agredido causándole una herid que le terminaría causando la muerte.
Luego, habrían ocultado el cuerpo en un lugar que no ha sido determinado y el 6 de setiembre se habrían apoderado de dos ventanas de madera que la enfermera había hecho construir para regalárselas a su sobrino que vive en Córdoba y también se robaron el celular de la dueña de casa.
Las pruebas
Para pedir la prisión preventiva el fiscal Giaroli comparó el caso con el de la lavallina Soledad Olivera, considerando que se trató de casos semejantes y cuyo fallo condenatorio fue avalado luego por la Corte de Mendoza: en ambos casos se trató de una investigación por la desaparición de una mujer sin obtenerse ningún indicio de vida y la posterior acusación a un hombre por homicidio, en base a prueba indiciaria ya que nunca se encontró un testigo directo del hecho, ni mucho menos el cuerpo de Soledad Olivera.
Además el fiscal sostuvo que había que analizarlo desde una perspectiva de género: la víctima era pobre, con jubilación mínima, adulta mayor, con enfermedades crónicas, sin trato con familiares y vecinos, aislada socialmente. Estos elementos eran conocidos por el inquilino y habrían sido utilizados para lograr su impunidad.
Para sostener la hipótesis de la muerte el acusador indicó que el luminol se activó en una zona ubicada cerca de la mesa del comedor, como indicio de presencia de sangre que había sido limpiada. Que desde el 21 de julio el teléfono de la enfermera se apagó y nunca más volvió a encenderse; desde esa época no pagó impuestos ni servicios; dejó las luces encendidas, no se llevó maleta o equipaje e incluso dejó su dentadura postica.
Y como no hay indicios de una muerte natural o u suicido, lo lógico es investigar un femicidio. Con esta hipótesis de homicidio el fiscal descartó a la primera sospechosa, -Lucia Chávez la hermana del Silvia, única heredera y una de las personas que nunca denunció el caso- porque cuando entró a la casa lo hizo con testigos y las celdas de geoposicionamiento de telefonía la ubican lejos de la escena del crimen.
Con este escenario las sospechas recayeron sobre Albornoz porque:
-Chaves le dijo a su abogada que estaba desesperada para que los inquilinos se fueran porque eran violentos y tenía miedo ya que la había insultado. La abogada declaró que le había aconsejado poner un mueble en la puerta trasera para evitar que entraran y tuviera tiempo de llamar al 911, algo que hizo en dos oportunidades, previo a que su teléfono se apagara.
- El motivo de queja de Silvia era el ruido que generaba su inquilino con las fiestas que organizaba. El día de los hechos fue el 20 de julio, Día del amigo.
- No es la primera vez que Albornoz participó de un hecho similar: hace un par de años vivía en un complejo de departamentos de la calle Ortiz de Rosas, que ante reclamos por los ruidos molestos por las constantes fiestas éste reaccionó violentamente y golpeó a la dueña.
- Albornoz negó tener un celular cuando fue detenido y luego se descubrió que había aportado un número en una causa por estafa y desde número hay llamadas al teléfono de la víctima.
- Nunca devolvió las llaves del departamento como se había pautado y no pudo explicar cómo pagó los últimos meses de alquiler. Habría vivido sin pagar durante los dos últimos meses.
-Nunca fue a buscar el dinero que Silvia le prometió si abandonaba el departamento.
- Las ventanas que la mujer le iba a regalar a su sobrino, estaban en poder de Albornoz.