Los ocho rugbiers condenados por el crimen de Fernando Báez Sosa (cinco de ellos a prisión perpetua y los restantes tres, a 15 años) volvieron a la Alcaidía III de Melchor Romero, donde pasaron su primera noche tras conocer la sentencia, a la espera de ser trasladados pronto a otra cárcel.
Ciro, Luciano y Lucas Pertossi; Máximo Thomsen; Matías Benicelli; Enzo Comelli; Ayrton Viollaz y Blas Cinalli seguirán juntos en una misma celda hasta que el juez de ejecución penal de la provincia de Buenos Aires que sea designado en la causa decida su futuro. Según fuentes indicaron a TN, recibirán contención psicológica y, cuando ellos lo requieran, podrán estar con el pastor que los acompañó durante su estadía en la ciudad de La Plata. El deseo de los padres de los condenados es que vayan a alguna de las tres unidades de Campana, para poder tenerlos más cerca.
Los jóvenes intentarán, por medio de la fe, ser alojados en un pabellón cristiano y así “tener tranquilidad” en el ambiente carcelario. Si bien unos días antes, tras el alegato del defensor Hugo Tomei, Luciano Pertossi afirmó: “Le pido a Dios que sea algo bueno para todos”, los vecinos de Zárate sostienen que mientras estaban en libertad, los rugbiers “nunca fueron a la Iglesia, ni recurrían periódicamente a misa”.
La Alcaidía III de Melchor Romero es el lugar durante los jóvenes pasaron los últimos tres años, desde aquella madrugada del 18 de enero de 2020 cuando a la salida del boliche Le Brique mataron a golpes a Fernando. Allí no solo recibían la visita de sus familias y un pastor evangélico, sino que también sus novias. Las “visitas higiénicas” estaban permitidas cada 15 días, aunque con el paso del tiempo, esto fue desapareciendo.
Actualmente, están en el mismo pabellón los ocho, pero con esta diferencia: están dos por celda.
Respecto a lo recreativo, los ahora condenados asistían a un taller de huerta, miraban la televisión y, por consecuencia de la pandemia, también tenían acceso al uso de celulares. Esto último, tal como confirmaron desde el Servicio Penitenciario Bonaerense, era un solo teléfono para todos, algo que en varias ocasiones provocaba una pelea entre ellos.
De manera inminente, los rugbiers tendrán una transición progresiva: antes del destino final a una cárcel de máxima seguridad, las autoridades penitenciarias tienen previsto ubicarlos en un pabellón de presos con “buena conducta”. Ancianos y detenidos que están a punto de recuperar la libertad. “Es para que se vayan adaptando”, argumentaron desde la fuerza de control a Clarín.
“Estos pibes no han visto nada. Vivieron tres años en una burbuja penitenciaria. Cuando los pasen a un pabellón común tendrán una dimensión exacta de lo que significa la cárcel”, admitió un guardiacárcel con años de experiencia.
Por último, quienes recorren los pasillos angostos del “Área de Separación” de la Alcaidía III de Melchor Romero no terminan de definir si los rugbiers condenados son ingenuos o están convencidos de un relato que aparece desmoronado por el fallo del Tribunal Oral de Dolores.
Y sobre el desmayo de Thomsen tras conocer la perpetua en los tribunales de Dolores, “fue todo un acting”, se animó a evaluar uno de los guardias.