A horas de conocerse el fallecimiento del comerciante baleado en Las Heras en un asalto, la fiscalía de Homicidios decidió seguir la investigación del hecho como un crimen, más allá de que la causa final de muerte fue una neumonía. El caso no tiene detenidos hasta el momento.
Juan Carlos Córdoba (72) estuvo internado más de tres meses en el hospital Central, luego de recibir un disparo en la cabeza el 26 de abril en su taller de venta y recarga de matafuegos. El proyectil le ingresó por la nuca y quedó alojado en el cráneo, por lo que los médicos prefirieron no extraerlo.
A lo largo de todo este tiempo el paciente fue presentando algunos avances en su estado, sin embargo, un virus intrahospitalario le generó una neumonía. Como consecuencia de esto, su salud se volvió a complicar y este martes en la tarde murió.
Antes de su deceso la Justicia había caratulado la pesquisa como un homicidio criminis causa en grado tentativa, es decir, la víctima fue atacada por delincuentes que, hiriéndolo, intentaban ocultar el asalto que cometían.
Ahora, con la muerte de Córdoba, la fiscal de Homicidios Claudia Ríos modificó la calificación y el expediente se transformó en un homicidio criminis causa, en concurso real con tentativa de robo agravado por el uso de arma de fuego. Los interrogantes en relación a este cambio surgían porque, según los médicos, el comerciante no murió por el balazo en la cabeza sino por neumonía, enfermedad que no está directamente vinculada con el atraco.
Más allá de esto, los investigadores entienden que Córdoba pasó 99 días internado con respirador por el disparo recibido y, si esto no hubiera ocurrido, la víctima no habría estado expuesta a contraer un virus en el hospital.
La nueva carátula resulta un dato muy importante a futuro, ya que cuando haya imputados y vayan a juicio, arriesgarán prisión perpetua. En cambio, con el primer avoque podían recibir una pena de 10 a 15 años. Cuestión que, seguramente, será discutida a futuro por los abogados defensores.
La búsqueda de los autores
Dos fueron los sujetos que aquella mañana golpearon la puerta del taller ubicado en calle Doctor Moreno al 1.100 y se hicieron pasar por clientes.
Llevaban un matafuego para una supuesta recarga, aunque segundos después sacaron una pistola y amenazaron a Córdoba con intenciones de robo. El hombre se resistió, le pegaron un par de cachazos con la culata del arma y le efectuaron el disparo. Ante esto los delincuentes escaparon sin nada y se subieron a un Renault Sandero blanco estacionado a un par de cuadras.
Estos detalles del vehículo fueron aportados por vecinos que salieron tras la detonación y corroborados por una cámara de seguridad de la zona.
Los testigos también describieron el color de las prendas de vestir que tenían los delincuentes, pero poco pudieron decir sobre sus rostros porque ambos llevaban barbijos.
En la escena, luego de que Córdoba ya había sido trasladado al nosocomio, los policías levantaron el matafuego que los agresores llevaban y que tiraron antes de escapar. Este elemento fue peritado, aunque los especialistas no lograron rescatar huellas dactilares.
Del Renault Sandero los sabuesos no han obtenido su patente, prueba de suma importancia. Por el momento, no hay sospechosos identificados.