De cara a una futura audiencia de prisión preventiva de la causa en la que se investiga el homicidio de la galería Tonsa, la Fiscalía de Homicidios sigue sumando pruebas e indicios que comprometen al situación judicial de crimen Vladimir Cristian Cayo Coronel (28), el comerciante detenido por el asesinato de Edgardo Jesús Lucero Ramírez (29).
El miércoles pasado, a pedido de fiscal Carlos Torres, personal de Policía Científica volvió a realizar una pericia en el local 66 del céntrico paseo comercial y encontró manchas de sangre en la parte posterior del comercio dedicado a la compra y venta y reparación de teléfonos.
Esas manchas hemáticas están siendo analizadas en el laboratorio del Registro de Huellas Genéticas para ver si pertenecen a la víctima.
Durante esa requisa los uniformados detectaron mediante el uso de luminol, luminiscencias que marcan la presencia de sangre que habría sido limpiada con una mopa que quedó ensangrentada y que también fue levantada como indicios del homicidio. Además los peritos se llevaron bidones con desinfectante y lavandina que se habrían usado para limpiar la escena del crimen.
Por otra parte, los investigadores esperan encontrar pruebas o indicios en los teléfonos celulares secuestrados. No se descarta que otras personas puedan haber estado relacionadas con el crimen y los teléfonos pueden direccionar la investigación sobre esta hipótesis que es considerada desde el minuto cero en que se descubrió el asesinato.
La prueba principal de caso es un video que forma parte del expediente. En las imágenes registradas el 7 de diciembre pasado, a las 21.14, se ve a Cayo sacando un bulto (los investigadores sostienen que era el cuerpo de Lucero) envuelto en unas bolsas de consorcio y, arrastrándolo por el piso, lo llevó desde su local hasta la calle San Martín.
En el camino se topó con muchas personas, incluso pasó cerca de los clientes de una pizzería y nadie notó la particular forma de bulto. Al salir a la vereda, se detuvo y esperó que llegara hasta el auto blanco que había solicitado a través de una app. Cuando el vehículo llegó, el conductor se bajó y ayudó a Cayo a subir el bulto al baúl y luego ambos se subieron y partieron hacia Los Corralitos.
Para los investigadores el hombre que sacó el bulto es Vladimir Cristian Cayo Coronel, quien fue se encuentra detenido e imputado por homicidio simple; en tanto que el chofer del auto es Jonathan Orlando Torre Paz (25), un joven que es chofer de una plataforma de viajes y que, según su declaración fue contratado para hacer el viaje sin saber el contenido de la carga. La semana pasada fue liberado aunque sigue imputado por el delito de “encubrimiento agravado”.
Un paredero que terminó en homicidio
El 13 de diciembre pasado, desde el Ministerio Público Fiscal solicitaron los medios la difusión de la foto de Lucero, explicando que había sido visto por última vez el “miércoles 6 de diciembre del 2023 a las 22.30 horas en la Terminal de Ómnibus, sobre calle Alberdi de San José, Guaymallén, “vistiendo un pantalón negro, mochila negra grande, zapatillas negras”.
El mensaje aportaba las características físicas de joven -contextura física delgada, mide aproximadamente 1,60, cabello corto con raya al medio de color castaño oscuro, usa lentes de color azul, tez trigueña, utiliza un aro en el que cuelga una perla azul y otro aro redondo tipo argolla- y, de saber su paradero, debía informarse al 911.
El caso recayó en el fiscal de Homicidios Carlos Torres, quien empezó a sospechar, tras conocer los primeros indicios que podría estar ante un asesinato, por lo que el expediente por averiguación de paradero mutó a averiguación muerte. El joven le había dicho a su tía –la última persona que lo vio con vida- que iba a ver a su novia, en Palmira, por lo que los investigadores entrevistaron a la joven, quien habría señalado a Vladimir Cayo, con quien mantendría una nueva relación, ya que habría cortado el noviazgo con Lucero.
Inicialmente, el fiscal Torres ordenó la detención de Cayo pero luego lo dejó en libertad ante la falta de pruebas. Los investigadores centraron la atención en el local Saturno 66 de la galería Tonsa, donde funciona un negocio de reparación y compraventa de celulares, regenteado por Cayo, porque allí había dejado de funcionar el celular de la víctima.
Luego, el jueves pasado, tras realizar un repaso de los registros de las cámaras de seguridad públicas y privadas de la zona, se pudo ver que Lucero ingresaba en el local de Cayo el 7 de diciembre a las 18.30 y nunca más salió de allí con vida. Otras imágenes posteriores determinaron que Cayo y el chofer habrían sacado el cuerpo de la víctima en bolsas de consorcio y lo subieron –a plena luz de día- en el Fiat Cronos blanco para llevarlo luego a Los Corralitos, donde lo enterraron en una finca.
Los sistemas de geolocalización de los vehículos de los dos sospechosos, llevaron a los uniformados de Búsqueda de Personas y Homicidios, hacia una finca de Los Corralitos.
“A raíz de toda la investigación que se estaba efectuando en torno al paradero del señor Jesús Lucero, en el día de ayer, los investigadores de la División Búsqueda de Personas como la División Homicidios pudimos constatar una situación extraña que habíamos constatado por las cámaras de seguridad en la calle San Martín, a la salida de la Galería Tonsa”, sostuvo el fiscal Torres el viernes por la tarde, durante una conferencia de prensa, tras la imputación de los sospechosos.
Concretamente se refirió a que “en bolsas se transportaba algo que tenía forma de un cuerpo” y que “podía ser el cuerpo de Jesús Lucero”.
Luego indicó que la investigación los llevó a una finca de Los Corralitos “donde había tierra removida”. Entonces “personal de Policía Científica, con ayuda de Bomberos, hizo una excavación y encontraron un cuerpo envuelto en nylon”, dijo Torres.