En la modalidad de juicio por jurados comenzó hoy a juzgarse a José Daniel Moreira Leyes (38), el empleado de un salón de eventos de Maipú que está acusado de matar a su compañera de trabajo Dora Hidalgo (67).
Sera un jurado popular quien decida la suerte de Moreira, quien está imputado por el delito de femicidio y que, de ser encontrado “culpable” podría recibir la pena prisión perpetua.
El Juez del de debate es Mauricio Juan, quien dio las instrucciones iniciales a los 12 jurados. Los alegatos de apertura estarán a cargo de los fiscales Fernando Guzzo y Gustavo Pirrello en el rol de acusadores. El abogado Fernando Armagnague representa legalmente los intereses de la familia de la víctima (Patricia Ortega, hija de Dora Hidalgo se ha constituido como querellante en la causa); en tanto que Sergio Carreño, es abogado defensor del imputado.
“Vamos a comprobar a través de las pruebas que Moreira, sin lugar a dudas, es el responsable de femicidio de Dora Hidalgo”, sostuvo el fiscal Pirrello, agregando que “El acusado agredió a Dora Hidalgo con elemento cortopunzante a la altura del cuello le causó heridas que el ocasionaron la muerte para posteriormente trasladarla a un pozo de agua al que tenía acceso”.
“La prueba tiene una alta fidelidad: cámaras, pericias científicas”, completó el fiscal Guzzo.
A 80 metros de profundidad
Moreira está detenido desde el 5 de setiembre de 2020, cuando encontraron los restos de la víctima en un pozo de agua de salón de fiesta Luna India, ubicado en Coquimbito, Maipú.
Víctima y victimario trabajaban en el mantenimiento del lugar y, según los cometarios de otros empleados, no mantenían una buena relación ya que ella le reprochaba su falta de dedicación al trabajo y que llevara mujeres al lugar.
Las tensiones entre ambos fueron creciendo hasta que el 31 de agosto Dora dejó de ser vista. Su hijo, que también realiza tareas en el salón, denunció en la oficina fiscal de la zona que desde hacía varias horas no tenía noticias de su madre. Todas las pertenencias de Hidalgo estaban intactas en su casa pero ella no estaba por ningún lado.
Cuatro días después, una pista inesperada condujo a los investigadores hasta un pozo de agua del extenso terreno, cerrado con tela y un candado: un enjambre de moscas daban vueltas alrededor de manchas secas de sangre y el olor que se percibía era nauseabundo.
El 4 de de septiembre bomberos y policías comenzaron a trabajar en pozo, donde dieron con la mujer. Al cadáver le faltaba la cabeza; la víctima fue degollada previamente o bien la caída en el pozo de 80 metros de profundiza le seccionó la cabeza.
Moreira fue detenido y los investigadores sumaron pruebas e indicios contra el acusado: fue el último de los empleados que estuvo con ella, tenía las llaves para acceder al pozo ya que era el encargado del riego.
Además, dos manchas de sangre detectadas en el baúl de su auto. Un cotejo determinó que esas gotas coincidían con el ADN de la mujer asesinada.
Registros de una cámara de seguridad del salón mostraron que Moreira tomó su coche en el estacionamiento y condujo hasta el pozo; ahí permaneció entre 7 y 10 minutos y luego se fue.