Hace diez años, una niña mendocina fue asesinada en San Luis por una pareja que la sometió a brutales maltratos. Hoy, por la muerte de Guadalupe Di Falco(4) los puntanos Miguel Ángel Riquelme (56) y Dora Videla (41) cumplen con una pena de prisión perpetua. En tanto que la madre la menor –una joven que tuvo una infancia marcada por el abandono y por el temprano ingreso al mundo de la prostitución- fue absuelta “abandono de persona agravado por el vínculo y el resultado”.
El 12 de setiembre de 2010 murió la pequeña Guadalupe tras recibir un golpe en la cabeza que le produjo un traumatismo craneoencefálico con edema cerebral, lesión que atendida a tiempo podría no haber sido mortal. Cuando la vieron los médicos notaron evidentes signos de maltrato: llevaba un día sin comer y tenía quemaduras y lesiones por golpes en distintas parte del cuerpo, sobre todo en el rostro. Además había sido abusada sexualmente.
Ese día Riquelme llamó al 911 denunciando que Guadalupe se había caído desde el techo de su casa, ubicada en Los Inmigrantes al 1500, de la ciudad de San Luis, donde el hombre vivía con su pareja y seis hijos. Los médicos vieron que la niña estaba muerta y por su estado, llamaron de inmediato a la policía. Riquelme y Videla quedaron detenidos en ese momento.
Diez días después, la madre de la nena, Débora Di Falco, que en ese momento tenía 21 años, fue detenida en Jocolí, Lavalle, cuando se bajaba de un colectivo. Luego fue trasladada a la vecina provincia donde quedó detenida.
La joven madre se había marchado de Mendoza buscando nuevos horizontes, seis meses antes de la muerte de Guadalupe, y había conocido a la familia Riquelme, quien se hizo cargo de Guadalupe y de su hermana menor.
Al principio, Débora les pasada veinte pesos diarios para que los alimentara pero luego la pareja la empezó a extorsionar, exigiéndole mil pesos por día. Entonces la joven decidió viajar y trabajar en Mendoza y dejó a sus dos hijas al cuidado exclusivo de la pareja, que a veces no le permitían siquiera verlas. Cuando Guadalupe murió ella estaba trabajando en nuestra provincia.
Una vida marcada por el abandono y la prostitución
Durante el juicio en el que fue absuelta, Débora contó los padecimientos que vivió desde muy pequeña: a los 6 años, fue separada de su madre biológica a raíz de una denuncia de vecinos de Maipú, quienes indicaron a las autoridades que la por entonces pequeña Débora pasaba mucho tiempo encerrada en su casa.
Entonces fue entregada a una familia de un medio hermano por parte de su padre. Esa fue la única parte de su niñez que recordó como buena.
“A los 13 años volví con mi mamá y empecé a prostituirme; algo que ella sabía. Luego, por otra denuncia de vecinos que sabían lo que yo hacía, fui a parar a un hogar de tránsito y a los 14 regresé con mi mamá”, explicó la joven en el juicio.
A los 15 años, Débora quedó embarazada de quien sería un cliente, un vecino de Maipú de 71 años que se hizo cargo de Guadalupe. Para entonces, la prostitución era su modo de vida y no conocía otra forma de hacer dinero.
En abril de 2009, Débora, su hija Guadalupe y su madre, Graciela, se fueron a San Luis. Cuando llegaron el trabajo que les habían ofrecido no existía. Entonces fueron a la parroquia de San Roque buscando comida como a otros indigentes.
Por esos días Graciela conoció a Miguel Ángel Riquelme, quien les ofreció a madre e hija Di Falco que fueran a vivir con él y su mujer.
Meses después Débora se quedó embarazada y su madre volvió a Mendoza, dejándola sola. Riquelme y su mujer, cuando nació la bebé de la joven, lograron un DNI en el que figuraban como padres de la recién nacida. Luego Riquelme comenzó a amenazarla con que no vería más a las niñas sino le pagaba. Débora volvió a Mendoza buscando ese dinero.
“A Débora se la sacaron a la madre porque ésta no la cuidaba, que era verdad; pero al año se la devolvieron, y la mujer más tarde la hizo iniciarse en la prostitución. Nadie controló lo que pasaba con la menor; acá fallaron las instituciones”, dijo durante el juicio, Nidia Sartor, defensora de la joven, dos años después del crimen, durante el juicio absolutorio.