Un oficial inspector con 13 años de servicio en la Policía de Mendoza pasa sus días en el penal de Boulogne Sur Mer luego de que fuera imputado por abuso sexual agravado. Lo insólito del suceso, que sacudió a la Fuerza en el Valle de Uco, es que estaba a cargo de la guardia de la comisaría 18 de San Carlos cuando una mujer fue a denunciar un abuso. Según la acusación, en vez de asistirla, el uniformado le pidió que le practicara sexo oral para tomarle la denuncia.
El policía de 38 años de edad fue trasladado este viernes al penal provincial luego de que el fiscal Facundo Garnica lo imputara por abuso sexual agravado por acceso carnal y por la función del uniformado. Con la supervisión del jefe de fiscales del Valle de Uco, Javier Pascua, la fiscalía incluso analiza agravar la imputación por la condición de vulnerabilidad de la víctima, ya que cuando se habría cometido el segundo vejamen estaba traumatizada por el episodio que pretendía denunciar.
La comisaría 18 está ubicada en el corazón de la Villa de San Carlos, precisamente frente a la plaza y lindante a la iglesia. Es uno de los establecimientos policiales más antiguo del departamento. Cuenta con oficina fiscal, por lo que es donde los ciudadanos de varios distritos radican las denuncias. Se trata de un destacamento muy tranquilo, acorde a una localidad de pocos habitantes, con poca actividad diaria en comparación a como se trabaja en el Gran Mendoza.
Hasta allí llegó el último martes en horas de la noche una angustiada mujer. Pretendía denunciar que había sido abusada sexualmente por su jefe en el local de comidas en que trabajaba, en La Consulta.
Según confiaron a Los Andes fuentes judiciales, la mujer de la que no se difunden mayores datos por tratarse de una víctima de abuso sexual, fue recibida por el acusado, que se encontraba a cargo de la guardia aquella noche y ninguno de sus compañeros estaba en la dependencia. De acuerdo a la acusación, el oficial inspector le indicó a la desesperada víctima que le practicara sexo oral para tomarle la denuncia. Luego la condujo al sector de los calabozos, que se encontraban vacíos, y allí habría consumado el vejamen.
Al realizar la denuncia por ambos abusos sexuales -primero el del jefe y luego el del efectivo policial- se tomaron muestras biológicas en el área de las celdas donde se habría cometido el segundo. Se cree que son restos seminales del imputado, que serán analizados y cotejados con su ADN.
La víctima también será sometida a análisis y pericias, tanto psicológicas como físicas. Lo cierto es que la causa que dio origen al segundo abuso ha quedado en un segundo plano debido a la repercusión y conmoción que generó el siguiente, aunque se continúa con la instrucción de ese expediente.
Por lo pronto, según confirmó el titular de la Inspección General de Seguridad, Marcelo Puertas, a fines de la semana próxima ese órgano de contralor le tomará declaración al uniformado. Allí podrá hacer su descargo y presentar las pruebas que crea pertinentes. Fue pasado a pasiva mientras dure la investigación, lapso en el que cobrará la mitad de su sueldo y quedará suspendido de sus funciones.