El poder de las jefas: cómo son las mujeres que lideran bandas delictivas en Mendoza

Tienen entre 20 y 30 años y usan su inteligencia y encantos para organizar eficaces planes y lograr adeptos. Se especializan en robos y en el narcomenudeo.

El poder de las jefas: cómo son las mujeres que lideran bandas delictivas en Mendoza

Generalmente no utilizan la violencia. Se valen de otras “armas”: ingenio, disciplina, un carácter fuerte, pero también de su seducción y su belleza. Así se han ganado un espacio, en base a sus métodos y resultados, que genera el respeto de sus subordinados. Y así como en casi todos los ámbitos, las mujeres también se han empoderado en el mundillo del hampa y lideran bandas delictivas. Son “las jefas”.

Los investigadores que van tras sus pasos coinciden en que el perfume de mujer ha impregnado los liderazgos en los últimos años. Por ello se puede hablar de un “empoderamiento delictivo”. “En los últimos tiempos ha sido novedad que surjan mujeres como cabezas de ciertas bandas. Hay una participación de la mujer más activa en todas las áreas y eso las lleva también a posicionarse dentro de la actividad criminal”, explica la subcomisario Verónica Abaca, jefa de la División Robos y Hurtos de la Policía de Mendoza. Pero la investigadora resalta que, si bien las delincuentes ganan espacio, las uniformadas que las persiguen también lo hacen dentro de la Fuerza.

Para trazar un perfil de estas cabecillas de bandas delictivas hay que empezar por la edad. Se trata, en su mayoría, de mujeres jóvenes, de entre 20 y 30 años, con características innatas de liderazgo, un carácter vigoroso y mucha inteligencia. Son meticulosas y organizadas y se ganan el respeto de los otros miembros de la gavilla a fuerza de resultados. “Tienen inteligencia, cierto carácter y cierto tipo de manejo en su perfil. Sobresalen dentro de los varones. A veces para llegar a liderar estas bandas alguien las posicionó en ese lugar; pero para poder crecer, lógicamente, deben haber demostrado algún tipo de inteligencia para que el resto de la organización dijera: ‘Sigámosla porque le salió bien una, le salieron dos y le están saliendo todas’. Así logran darse el lugar”, analiza Abaca.

Y agrega: “Hay un respeto y una obediencia hacia ellas como líderes ligado a los resultados, a la estrategia que obtuvieron y con la que les fue bien y con eso demostraron en el grupo que van para adelante y hay que seguirlas”.

Encanto en las redes

Una de las principales herramientas de estas líderes delictivas son las redes sociales. Su uso se potenció aún más durante la cuarentena. Allí despliegan sus estrategias y también su seducción. La belleza juega un rol importante para comenzar a envolver a sus víctimas. Quien lo sabía a la perfección era Aldana Ojeda, una joven que tiene prisión preventiva desde el pasado 4 de octubre porque la Justicia considera que era la líder de una banda dedicada a cometer asaltos, previo contactar a las víctimas por las redes sociales. La fachada principal era la venta de divisas, para lo que la bella rubia comenzaba a urdir su plan a través de Facebook y Marketplace para captar interesados. Ella encabezaba las transacciones y acordaba reunirse en algún sitio para concretar el cambio de moneda. Sin embargo, al llegar al lugar pactado las víctimas no se encontraban con ella, sino con sujetos que las asaltaban.

“Aldana tenía otro perfil y se rozaba con otro tipo de gente, en un status medio. Cambiaba muy seguido de novio, pero generalmente para su propio beneficio. A cada uno le sacaba algo, según lo que necesitaba conseguir. Esa era la inteligencia que también ella utilizaba”, advierte la subcomisario de la Dirección de Investigaciones.

Para Abaca, la jefa de esta banda “tenía muchísima habilidad”. “Ella hacía la compra venta de dólares, contactaba a la víctimas, que veían su perfil con una carita angelical, divina. En una oportunidad hasta se hizo pasar por boliviana y le hablaba a la persona que había contactado haciéndose pasar como una mujer de esa nacionalidad. Era sorprendente”, acota. El vocabulario y la amabilidad de Ojeda terminaban por convencer a las víctimas, desde un principio atraídas por el angelado rostro del otro lado del chat y por la necesidad de conseguir moneda extranjera.

Quienes también saber utilizar sus armas de seducción a la perfección y lideran gavillas son las llamadas “viudas negras”. La comparación con el letal animal se da porque la hembra, luego de haberlo seducido y de aparearse, aniquila al macho. El modus operandi de estas delincuentes es similar, aunque no letal. “Se trata de mujeres jóvenes que publican en redes sociales con fotos llamativas y en su modalidad, que es distinta al robo común. Se ofrecen como un servicio y terminan engañando a la víctima y sustrayéndole todos los elementos que pueda llegar a tener encima”, detalla la jefa de Robos y Hurtos

La detective agrega que se trata de bandas organizadas lideradas por mujeres. “Lógicamente, no trabajan solas: tienen varones que las ayudan porque, una vez que ya tienen a una víctima y la duermen, después tienen a un tercero que las busca por el lugar. Ellas son las que arman cómo van a operar”.

Abaca aclara que estas bandas no tienen muchos integrantes; generalmente son tres o cuatro, pero el poder de las “viudas negras” las lleva a subordinar a los varones. “Operan siempre con uno o dos masculinos. Si concertaron una cita con la víctima en su domicilio, luego llaman a un tercero que llega en un vehículo y lo cargan con lo que puedan robar”, añade.

“Utilizan su belleza. Se ofrecen, juegan y eso es lo que atrae al cliente. Hay una seducción de por medio. No es que ellas directamente hacen la cita, van al lugar e inmediatamente dejan atada a la víctima o la reducen de alguna forma y no llegan a ofrecerle lo que en su momento pactaron del encuentro. Empiezan a tomar y todo lo demás, terminan echándole una sustancia, los duermen y les roban”, resume Abaca.

Y sentencia: “Esa modalidad es buena para ellas también porque generalmente las víctimas no denuncian ya que muchas no pueden justificar cómo fueron robados si tienen pareja y en qué circunstancias. Y el hecho de haber sido engañados les da vergüenza. Además, son delitos que terminan como hurtos simples y no como robos, porque no rompen nada para ingresar. Aprovechan que el delito es menor”.

Herencia de poder

En ocasiones el poder de una líder ha sido heredado. Pero es tarea de ella mantenerlo y potenciarlo, demostrar que está a la altura de las circunstancias y lograr resultados para que su banda le responda. Es el claro ejemplo de lo que ocurrió con una joven de 28 años apodada “La Dayi”.

El nombre de la pandilla de Maipú mutó luego de la muerte de su antiguo líder. Así pasó de ser “La banda de los Guajardo” a la de Dayi. Este hombre era pareja de Daiana pero tras su asesinato ella tomó las riendas. “Quedó ella como líder de la banda, basada en el respeto que también le tenían al marido. Como ella también manejaba junto con su pareja toda la situación de narcomenudeo en la zona y con esto de las compras pactadas le fue bien, entonces siguió como cabecilla”, describe la subcomisario Abaca.

Pero Dayi también le confirió poder a otra mujer en su organización: operaba junto a su cuñada, apodada “La Choro”, de 28 años. Este “matriarcado delictivo” se movía en el barrio Renacer, en la Triple Frontera. La banda se dedicaba a ofrecer productos muy baratos a través de Marketplace, donde podía verse anuncios de un freezer, por ejemplo, a un precio muy conveniente. Luego citaban a las víctimas al interior del populoso vecindario y allí cuatro o cinco sujetos armados las despojaban del dinero que habían llevado para la supuesta compra. Desde enero hasta la primera semana de octubre, cuando la gavilla fue desarticulada, concretaron al menos 40 robos.

Pero otro de los negocios de “La Dayi” era la venta de droga al menudeo, valiéndose sobre todo de las características físicas de su territorio. “El barrio Renacer tiene una particularidad en la ubicación geográfica: alrededor tiene descampados y, por cómo están ubicadas las manzanas, es fácil para los que esperaban a las víctimas (”soldaditos” o “satélites”) poder vigilar si llegaba personal policial”, detalla Abaca. Y suma: “Era fácil para ellos operar en esa zona. De hecho, si la víctima les decía que quería el encuentro en otro lugar, directamente ellos no iban, no pactaban con esa persona. Preferían perder a esa víctima pero no salirse de su zona, que era segura para ellos”.

Narco-jefas”

En general, en una familia tipo, la mujer es la administradora del hogar. En el narcotráfico en los barrios ocurre igual. Si bien los sabuesos de la Policía Contra el Narcotráfico señalan que no hay en la actualidad mujeres líderes de grandes bandas, sí toman el control en los denominados “quioscos” de venta al menudeo en los vecindarios más vulnerables de Mendoza.

“Por lo general, el hombre actúa como custodia u organizador y la mujer lleva a cabo el comercio de estupefacientes y la administración”, explica el comisario inspector Marcelo Rivera, a cargo de la Jefatura de Lucha contra el Narcotráfico.

Y agrega: “Hace años había pero menos. Se va dando porque la mujer gana lugar en todos los sectores. En pandemia tenías a mujeres ofreciendo frascos de cogollos en las redes. Buscaban ellas mismas un perfil llamativo para atraer a posibles consumidores. Es común en otro tipo de comercialización, donde ha habido asaltos o hechos, como las viudas negras”.

Foto: Prensa Ministerio de Seguridad
Foto: Prensa Ministerio de Seguridad

Rivera advierte que las jefas intervienen en el narcomenudeo “como estructura media, de tres personas o clan familiar”. “Se produce en zonas marginadas. Muchas son madres solteras, que incluso siguen vendiendo aunque estén con prisión domiciliaria”, advierte el investigador antinarcóticos. Es que la ley contempla los casos de mujeres embarazadas o con hijos menores de 5 años para otorgarles la prisión domiciliaria. Pero es difícil dejar el negocio. “Generalmente son reincidentes y las niñas de esa familias terminan en el mismo ambiente y son detenidas en años posteriores por haberse hecho cargo de la venta. También es una cuestión cultural y de superviviencia: a veces no tienen otra salida y siguen con el negocio. Los clientes siguen llegando a la casa, así que continúan vendiendo”, detalla Rivera en una pintura precisa de la realidad en los barrios vulnerables de la provincia.

“La Yaqui” Vargas es la única gran líder narco que dominó las tierras mendocinas. Foto: archivo / Los Andes
“La Yaqui” Vargas es la única gran líder narco que dominó las tierras mendocinas. Foto: archivo / Los Andes

Si hablamos de narcos conocidos, salvo la Yaqui, casi no hay mujeres”, apunta el jefe policial. Es que Sandra Jaquelina Vargas, condenada por tráfico de drogas, lavado de activos y asociación ilícita, supo construir un “imperio” de poder y dinero en el tráfico local de estupefacientes. “Las líderes como ella tienen carácter y muchos seguidores. Deben lograr adeptos y personas que respondan a sus órdenes, ya sea con beneficios económicos o con la provisión de droga para consumo personal. Ello las va empoderando”, concluye Rivera y suma como ejemplo de ello los innumerables ataques y asesinatos que se atribuyen a los despiadados “Angelitos de la Yaqui” en nombre de su jefa.

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