El padre de militar que murió durante una fiesta de iniciación dijo que su hijo estaba muy asustado

Ezequiel Chirino, papá de Matías, reconstruyó las últimas horas del joven de 22 años, quien murió en un grupo de infantería del Ejército en Paso de los Libres.

El padre de militar que murió durante una fiesta de iniciación dijo que su hijo estaba muy asustado
Ezequiel Chirino, papá de Matías, reconstruyó las últimas horas de su hijo, quien murió en un grupo de infantería del Ejército en Paso de los Libres.

Habló el padre de Matías Ezequiel Chirino, el joven de 22 años que falleció tras un “ritual de bienvenida” en el Grupo de Infantería de Monte 3 de Paso de los Libres, Corrientes. En diálogo con diario Clarín, Ernesto Ezequiel Chrino aseguró que su hijo estaba muy asustado por el “bautismo”.

La trágica muerte de Matías cambió toda la dinámica familiar y en su casa nada volvió a ser como antes. Chirino contó que su esposa Mónica dejó de trabajar como empleada doméstica “porque no tiene fuerzas”.

“Si hubiese puesto (Dios) una pequeña mano para que no le pasara esto a Matías, estaría esta semana acá, visitándonos”.
“Si hubiese puesto (Dios) una pequeña mano para que no le pasara esto a Matías, estaría esta semana acá, visitándonos”.

El lunes 20 de junio, el joven iba a comenzar una nueva etapa en el Ejército en Paso de los Libres, destino que él eligió para sus siguientes cuatro años. Se había recibido con excelentes calificaciones del Colegio Militar, en El Palomar, luego de cuatro años y una especialización en artillería, con lo que logró el grado de subteniente.

“La contenía a su hermana, que estudia Nutrición. Soñaba con llegar a lo máximo en el Ejército y formar su familia”, recordó su padre. Además contó que tenía muy buena salud por las exigencias de su trabajo, también le gustaba estar en forma porque era “súper coqueto” y disfrutaba de los domingos de picada y asado con su familia y amigos.

 “Cuando mi hijo estaba en el secundario, visitamos a Jesús en Río Gallegos, donde vivía, y desde ese momento Mati se enamoró del Ejército”, cuenta Ezequiel.
“Cuando mi hijo estaba en el secundario, visitamos a Jesús en Río Gallegos, donde vivía, y desde ese momento Mati se enamoró del Ejército”, cuenta Ezequiel.

“Estaba muy ansioso por llegar a Corrientes, por eso lo llevé en mi auto y lo ayudé a hacer la mudanza casi una semana antes de que empezara en el Grupo de Infantería de Monte 3″, dijo Ezequiel.

El jueves 16 de junio llegaron a Paso de los Libres. Matías hizo compras para su casa, consultó por academias de inglés para anotarse y por empleos que buscaran contadores públicos, dado que su novia Valentina Palma (21) se iba a mudar allí luego de recibirse.

Matías le pidió a su papá que se quedara el domingo a pasar el Día del Padre con él. Entonces Ezequiel cambió el pasaje de colectivo. Planeaba dejarle el auto a su hijo para que pueda viajar a Holmberg en julio a pasar sus vacaciones en familia.

Pero la felicidad que tenía el “Flaco” desapareció el sábado. “Cuando almorzábamos, los oficiales de su grupo lo obligaron a mi hijo a presentarse por anticipado a las 19 y le piden que compre asado, bebidas alcohólicas -como vino Rutini y whisky Jack Daniels-, cigarrillos de distintas marcas, picada y ensalada César para su fiesta de bienvenida”, dice Ezequiel. Los gastos estuvieron a cargo de los tres jóvenes ingresantes: Matías, Jorge Chaile y Ezequiel Meza.

El Ejército ante todo

Te lo juro viejo que estoy cagado de miedo”. Esas fueron las últimas palabras que Matías le dijo a su papá mientras se ponía el uniforme en el Hotel Alejandro, antes de ir a su evento de bienvenida en el Casino de Oficiales.

A Ezequiel no le cerraba que tuviese que ir ese día, cuando en realidad comenzaba a trabajar el lunes. “Me di cuenta que algo raro pasaba, sobre todo por cómo lo degradaban en los chats de WhatsApp”, explica.

“Le pregunté por qué no hablaba con el jefe, así zafaban. Y me contestó: ´Si no vamos, nos van a hacer la vida imposible durante cuatro años. Mañana nos vemos, viejo´. Y no lo vi nunca más vivo”.

Cuando en la madrugada del domingo sonó el celular de Ezequiel y el número no lo tenía agendado, pensó durante un segundo: “¿Será por Matías que me llaman?”. Al mediodía iban a festejar el Día del Padre y todavía su hijo no había regresado de la “fiesta”.

“¿Es el señor Chirino?”, le preguntó un hombre. “Sí, soy yo”, contestó. “Venga al hospital San José que su hijo está muerto”, fue el frío aviso.

Todavía no recuerda si llegó al hospital en taxi o remís. “Despertate Mati. Despertate hijo”, le rogó al cuerpo de Matías desnudo. “Solo tenía puesta una camisa que le encantaba, desprendida y rota en los brazos”, recuerda.

“Bautismo” fatal

El sábado 18 de junio hacía mucho frío en Paso de los Libres. Matías se puso su uniforme y fue con Jorge Chaile y Ezequiel Meza a la bienvenida que les hacían en el Casino de Oficiales. Sin imaginarlo, sus dos compañeros se volvieron los testigos clave para que la Justicia averigüe qué pasó esa noche y quiénes son los responsables de la muerte del subteniente.

“Comieron la picada y, antes del asado, a mi hijo lo hicieron vestirse con ropa deportiva, y lo obligaron a meterse en la pileta. También los oficiales lo mandaron a comprar más alcohol fuera del Casino”, explica Ezequiel. Y agrega: “Me enteré por un tercero que lo hicieron meterse en la pileta. Después le consulté a Chaile y me lo confirmó”.

En base a testimonios, la Justicia reconstruyó esa noche fatídica. Los oficiales se fueron a dormir cerca de la 0.30 del domingo. A las 6, el oficial que estaba de guardia, hizo una recorrida por los dormitorios y encontró a Matías sobre un colchón, en el piso. Y advirtió que su estado de salud no era bueno.

El hombre pidió la asistencia de una enfermera, que notó que el subteniente tenía el pulso débil y estaba inconsciente. La mujer lo acompañó en la ambulancia hasta el hospital San José, donde ingresó sin signos vitales.

Al rato, el papá de Matías llegó y se encontró con su hijo muerto. La autopsia confirmó que falleció por broncoaspiración. “Chaile ingresa descompuesto, vomitando a cada rato. Le pregunté qué había pasado y me dijo: ´Nos prohibieron hablar, no podemos decir nada´”, relata el hombre, que se dedica a la jardinería.

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