Un crimen como venganza por los presuntos abusos que habría cometido es la hipótesis que manejan los investigadores en relación al hallazgo del cuerpo de un hombre desmembrado y empalado en San Martín. Este último dato le da una fuerte connotación sexual al hecho, además de los antecedentes del fallecido.
“Tenemos dos causas confirmadas, pero no descartamos que haya cometido más abusos y que las víctimas no hayan querido denunciar”, se animó a confesar un pesquisa que trabaja el expediente.
Por ahora hay mucha cautela, al punto que aún esperan confirmar la identidad del cadáver encontrado este miércoles en la tarde en una casa abandonada en el cruce de ruta 50 y Cantalejos, en Ingeniero Giagnoni.
Si bien prácticamente no hay dudas de que esta persona es José Fernando Bustos (54), aguardan por las precisiones científicas. Hasta este jueves por la noche los forenses seguían con la autopsia, buscando la causa de muerte y la identificación.
Esto último se ha dificultado porque no pudieron tomar sus huellas dactilares e intentarán hacerlo con huellas plantares. La tercera alternativa será un cotejo de ADN, ya que el perfil del hombre está registrado por sus imputaciones.
Más allá de esto que hay que esperar, los sabuesos parten de la idea de que la víctima es Bustos por algunas características físicas que aún se apreciaban -el cuerpo había sido atacado por animales-, porque los lugareños lo reconocían como alguien conocido y porque un hermano suyo se presentó ante la Policía.
En cuanto a cómo lo mataron, todo indica que fue con golpes en la cabeza, debido a los traumatismos que tenía en el cráneo. El arma homicida sería un hierro tirado en la escena y habría sido ultimado durante el fin de semana pasado, de acuerdo a las primeras pericias.
Sus presuntas víctimas
Bustos tenía dos denuncias en su contra por casos de abuso sexual contra menores de edad. La primera fue en 2016, aunque la causa tuvo avances importantes recién este año.
En ese entonces el hombre fue acusado de atacar a dos adolescentes de 14 y 16 años -parientes entre ellos-, en un hecho ocurrido en El Ramblón, a unos cinco kilómetros del lugar donde ahora apareció muerto.
La causa se empezó a investigar como un abuso sexual agravado, pero luego derivó en abusos simples y en febrero pasado quedó formalmente imputado.
También durante ese mes recibió otra imputación por el mismo delito como sospechoso de “tocamientos” a una nena de 10 años. Este episodio fue en diciembre de 2020, en un negocio ubicado a sólo dos cuadras del lugar donde se perpetró el crimen.
A pesar de las acusaciones, Bustos seguía en libertad y, según cuentan quienes lo veían habitualmente, siempre merodeaba la zona y se dedicaba a hacer changas.
Este aparente perfil que tendría por sus antecedentes y el ataque mafioso de introducirle un palo en el ano lleva a los investigadores a suponer que lo asesinaron como represalia de algún hecho que podría haber cometido; ya sea alguno de los denunciados u otro que quizás no está en conocimiento de la Justicia.
El caso está a cargo de los fiscales Oscar Sívori y Martín Scattareggi, por el momento sin sospechosos.