Drogas, duelos barriales y traición: cómo se “saldan” las deudas en las calles mendocinas

Los ajustes de cuentas son casos de difícil resolución. En su mayoría ocurren en barrios violentos, marcados por balaceras y con bandas antagónicas. El relato de quienes deben resolverlos.

Drogas, duelos barriales y traición: cómo se “saldan” las deudas en las calles mendocinas
El método más elegido son los disparos, ya que permiten al atacante no ser identificado y escapar rápidamente.

Los famosos ajustes de cuentas, broncas o conflictos de vieja data, son algunos de los términos más utilizados para definir o tratar de “encasillar” algún hecho policial. Esos episodios que no resuenan tanto como otros en la sociedad, pero que suelen ser un dolor de cabeza para la Policía y los investigadores de la Justicia por las promesas de venganzas inminentes.

Conflictos por drogas y duelos barriales son los principales motivos que se dirimen con sangre de por medio en las calles mendocinas.

Se trata de casos complejos. Las propias víctimas se resisten a declarar, sus familiares poco aportan y los posibles testigos, por lo general, no vieron nada. Todo esto en barrios violentos, marcados por las balaceras y con bandas antagónicas.

A pesar de este contexto, los grupos enemistados suelen ser un punto a favor para los pesquisas, ya que cuando hay un muerto o un herido de uno u otro bando, saben que tienen que apuntar hacia la gavilla opuesta. “Muchas veces llegás al autor de un hecho, pero no al móvil; no terminás sabiendo por qué se pelean”, sostuvo Gustavo Pirrello, fiscal de Homicidios.

“Los ajustes suelen venir por la disputa de los territorios: las bandas se enfrentan para ver cuál gana determinado sector y así establecer su poder ahí. Esto normalmente viene vinculado con el negocio de la droga, aunque es difícil que alguien lo diga abiertamente”, agregó.

El modus operandi es de manual: esperar al “objetivo” en la calle y, una vez visualizado, descargar el arma de fuego. Las lesiones suelen marcar el grado de enojo del agresor. Hay veces que van a matar y apuntan a zonas vitales, y en otras oportunidades van sólo por un llamado de atención. “Cuando son baleados en las piernas o en los brazos y relatan algo que no es muy convincente, ya empezamos a orientar la investigación hacia un ajuste”, aseguró Sergio Quiroz, comisario inspector y jefe departamental en Luján de Cuyo.

“Las personas que se ven envueltas en estas situaciones, en un 90 por ciento le mienten a la Policía y casi siempre dicen que les quisieron robar. Uno se da cuenta de que no es un relato veraz y que hay otra cosa detrás, pero no se animan a acusar a nadie porque saben que después viene la revancha”, remarcó el jefe policial.

Asegurarse clientes para la venta de estupefacientes es frecuentemente el motivo de las rivalidades, aunque las investigaciones también arrojan encontronazos por otros temas.

“Hemos tenido muchos casos donde supimos que la pelea venía por botines que se habían robado, no se ponían de acuerdo qué objeto se quedaba cada uno”, recordó Quiroz, quien añadió: “También pasa que se disputan parejas o se enteran de que han sido traicionados; pero sin dudas, los mayores problemas son por drogas”.

“Hay veces que se atacan por alguna mujer, aunque no es algo que se da todos los días. Son diversas situaciones a diario. Se traicionan entre ellos y se generan peleas a muerte. Y si no muere nadie, son tentativas o lesiones graves”, apuntó Pirrello.

Y por más que estos hechos y sus orígenes sean casi indescifrables, hay trabajo de prevención. “Buscamos desarticular a las bandas enemistadas, porque si no es un tema de nunca acabar. Se tirotean permanentemente y los enfrentamientos recrudecen”, remarcó el fiscal.

Muchas veces la prisión desactiva los problemas entre sus protagonistas, pero otras no. “Ha pasado que se encuentran en la cárcel y saldan la deuda ahí”, confió el comisario inspector Quiroz.

“No voy a denunciar, lo arreglo yo después”

La frase quedó tras uno de los tantos sucesos de ajuste en la provincia, esta vez en San Rafael. Fue una de las respuestas que ha recibido en sus años de trabajo Miguel Sánchez, jefe departamental de este populoso departamento sureño. “Hay personas que trasladan a los hospitales y no quieren estar internadas; se van y no denuncian, no dicen nada de lo qué pasó”, explicó el comisario.

El método más elegido para “saldar” las deudas son los disparos, y en menor medida la utilización de armas blancas. “Para apuñalar a alguien hay que enfrentarse cuerpo a cuerpo, hay otro acercamiento y puede darse el reconocimiento. En cambio, balear a una persona se puede hacer a distancia, sin ser observados y escapando rápidamente”, detalló Sánchez.

“En San Rafael tenemos bastantes riñas de amigos que están tomando bebidas, hasta que se desconocen y se hieren. Los ajustes de cuentas están en los barrios, se miden para ver quién domina. También pasa que se desata la bronca por algo que se deben”, resumió el efectivo policial.

La droga, también un flagelo en el Este

Lo que ocurre en la zona Este no escapa a la realidad del resto de Mendoza. El control por la comercialización de marihuana y cocaína en las barriadas es el objetivo de muchos grupos delictivos.

Generalmente, estos conflictos se dan por las drogas. Tenemos, por ejemplo, barrios de Palmira con mucha violencia y bandas que se pelean para controlar los barrios”, aportó Martín Scattareggi, fiscal de instrucción de San Martín.

“Recibimos denuncias por robos o riñas, que en realidad vas investigando y llegás al dato de que el tema vino por captar compradores de drogas, ocupar una zona específica o algún dinero que no se cobró de estos negocios ilícitos”, reafirmó el pesquisa.

Más allá de la experiencia y los expedientes acumulados, Scattareggi deja en claro la complejidad de las causas. “Se arman bolas de nieve indescifrables por las cosas que declaran y las incoherencias; cuando en realidad no quieren aportar, se conocen entre ellos pero no se acusan, esperan la venganza”.

Uno de los crímenes emblemáticos de este último tiempo y que se recuerda en el Este como un típico ajuste, fue el de Esmeralda Yanina Fillol (15), una adolescente gitana baleada en su casa de San Martín el 10 de marzo del año pasado.

Los agresores no iban por esta chica, sino por uno de sus parientes. No lo encontraron y comenzaron a disparar contra la vivienda, quitándole la vida a la menor.

Aquí el problema respondería a un negocio fallido por una camioneta y terminó de la peor manera. En esta causa hay un joven imputado que será juzgado, mientras el otro sospechoso, su suegro, se suicidó cuando iba a ser detenido.

Ese es un típico ajuste, una bronca que se cobró de esa manera. También están las infidelidades y otros problemas personales, pero en menor medida. Entre las bandas los hechos tienen otras características, aunque ahí tenemos la ventaja de que Investigaciones tiene a los grupos marcados y sabe de las rivalidades. Además, casi siempre hay reincidencia”, cerró el fiscal.

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