Por estas horas, los parientes de los hermanos desaparecidos desde el 7 de junio pasado en Guaymallén, no encuentran motivos y, mucho menos, consuelo. Con pocas respuestas y sorprendidos, lo que reina en el seno de la familia es el desconcierto total por el caso.
Lidia Freites, la mamá de Franco (28) y Kevin (18) Álvarez, resume todo en un par de frases: “Ya no tengo esperanzas” y “sospecho de todo el mundo”.
Ni siquiera el hallazgo del celular y del documento del menor de ellos -ocurrió ayer- le han aportado expectativas a sus seres queridos, más allá de la importancia que le dieron a esto los investigadores abocados a la búsqueda.
“Sé que por esa zona tienen algunos conocidos y que pasaban por ahí cuando iban a trabajar, pero no frecuentaban el lugar”, explicó la madre de los jóvenes.
Fue durante el mediodía de este jueves que un adolescente encontró esos efectos personales de Kevin, en inmediaciones de la calle Julio Saavedra y ruta 20, en Rodeo del Medio. Los hermanos viven un tanto alejados de allí, ya que residen en Colonia Bombal.
Esta novedad derivó en un rápido rastrillaje con la intervención de canes adiestrados para la detección de restos humanos. “Los perros marcaron por ahí, pero sólo en una parte, como si hubieran pasado y seguido”, le dijo Lidia a Los Andes luego de presenciar el operativo.
Trabajadores y muy protectores de su madre
Los allegados a estos muchachos casi no tienen dudas de que alguien los atacó y de que han sido víctimas de un delito. Es que todos cuentan que tenían una vida muy ordenada y que jamás se hubieran ido por decisión propia, dejando sola a su mamá.
“Franco tiene sus trabajos y Kevin lo acompañaba mucho. El más chico tiene su peluquería en casa; quería ampliarla y por eso se iba a hacer de albañil con el hermano. Él tenía ese proyecto y Franco el martes (8 de junio, un día después de la desaparición) empezaba en otro trabajo. Por eso digo que no hay indicios ni motivos para que ellos se vayan por su cuenta”, remarcó Lidia.
“Además, me cuidaban mucho. Todos los días me daban mis remedios y las vitaminas que tomo; me avisaban si venían demorados y me escribían permanentemente para saber cómo estaba. Nunca se hubieran ido así”, agregó.
La familia está compuesta por la mujer y sus dos hijos, luego de la pérdida del papá de los hermanos hace cinco años. Ellos prácticamente se hacen cargo de su madre, quien padece una enfermedad.
La última certeza sobre el paradero de Franco y Kevin es que el 7 de junio a las 21.30 se comunicaron con Lidia y le manifestaron que seguían esperando por cobrar un trabajo que habían hecho en Los Corralitos, Guaymallén.
Y por aquí radica una de las sospechas de la familia. “Hay un amigo de ellos que me dijo que estaba al tanto de que les debían ese dinero y que la persona que los contrató les demoraba mucho el pago. Había enojo y me habló de amenazas”, sostuvo Lidia, aclarando que esa información ya está en la causa. Además de esto, no se les conoce conflictos con nadie en particular.
En el expediente también consta que el hombre que les dio trabajo a los albañiles les entregó el dinero adeudado ese mismo lunes y que, tras eso, los hermanos se fueron y habrían parado en un quiosco. Este señor ya fue entrevistado por la fiscal de Homicidios Andrea Lazo y aportó información.
El lugar donde estuvieron los tres, un loteo ubicado en el cruce de Olascoaga y Buenos Aires, fue rastrillado y, efectivamente, los perros detectaron la presencia de los jóvenes allí. Los canes hicieron el mismo reconocimiento en el negocio, pero tras eso se cortaron las pistas. Los pesquisas estiman que pudieron seguir el recorrido en un vehículo.
Ahora, a partir del teléfono y el DNI encontrados, los sabuesos creen que la investigación se puede encaminar más. Mientras, a esta altura, la familia espera un milagro.